Escenario

Una petición insólita entre amigos desata risas, incomodidades y profundas reflexiones sobre la paternidad, la hombría y los lazos afectivos

Los actores de “El Favor” hablan sin filtro: amistad, paternidad y emociones incómodas sobre el escenario

Elenco de "El Favor" (Alan Mino)

¿Qué estarías dispuesto a pedirle a tus amigos más cercanos? ¿Y qué estarías dispuesto a ofrecer a cambio? Estas son las premisas de El Favor, comedia escrita por Susanna Garachana y dirigida por Joserra Zúñiga que se presenta en el Teatro Xola con una temporada limitada de 24 funciones. En escena, Harold Azuara, Hugo Catalán, Alex Fernández y Sergio Velasco interpretan a cuatro amigos enfrentados a una solicitud tan absurda como profundamente reveladora: donar esperma para que uno de ellos pueda tener un hijo.

“Cuando leí el guión me pareció muy divertida”, confiesa Harold Azuara, quien de inmediato comenzó a imaginarse en el lugar de los personajes. “Me puse a pensar qué hubiera hecho yo”, cuenta, rematando con humor: “al personaje de Hugo me lo imaginaba con César Bono”. Hugo Catalán también recuerda su primera impresión: “Me pareció muy atrevida, no sé cómo lo vaya a recibir el público, pero es interesante. Puede remover cosas en las masculinidades.”

Para Alex Fernández, quien viene del mundo del stand-up, la premisa fue irresistible desde el inicio: “Cuando Joserra (Zúñiga) me contó que se trataba de un amigo que le pedía semen a sus cuates para su esposa, le dije: estoy dentro”. En contraste, Sergio Velasco, actor de formación más clásica, destaca el trasfondo emocional: “Lo que menos importa en realidad es el favor que se pide, si no todos los secretos que cada uno esconde. Eso es lo que hace la obra tan potente”.

Pese al tono de comedia, El Favor no se limita al entretenimiento. Azuara lo resume bien: “Nos deja más preguntas que respuestas”. Entre los temas que aborda están la paternidad, las emociones reprimidas en los hombres, la homofobia, el machismo, y la eterna duda sobre si ser padre significa aportar el ADN o estar presente en la crianza.

Comedia, tensión y una sola habitación

El equilibrio entre el humor y los momentos incómodos ha sido uno de los mayores retos del montaje. “La vida es así: empieza juguetona, se vuelve tensa, y termina en catarsis”, afirma Alex Fernández. En eso coincide Velasco: “Es más difícil porque todo pasa en tiempo real y en un solo espacio. No hay pausas. Tienes que mantener el ritmo emocional todo el tiempo.”

La obra se desarrolla íntegramente en el comedor de uno de los personajes, lo que crea una intimidad escénica única. “No hay oportunidad de ir al baño o repasar líneas”, explica Azuara. “Tenemos que estar todo el tiempo ahí, funcionando como un reloj.” La dirección de Joserra Zúñiga, junto con la química entre el elenco, ha sido clave para mantener esa energía fluida. “Entre nosotros hay confianza, generosidad y humor. Todo eso ayuda”, añade Sergio Velasco.

Esa cercanía también ha generado momentos personales importantes durante los ensayos. Uno de los más significativos fue cuando Hugo Catalán compartió con el elenco que será padre por segunda vez. “Me cayó como anillo al dedo. Esta obra me está ayudando a pensar cosas que ya estoy viviendo en la vida real. La ficción y la realidad se entrelazan de formas muy locas”, reflexiona el actor.

Para Harold Azuara, actuar en estas condiciones ha sido exigente pero enriquecedor: “Todo pasa en vivo, como una reunión con tus amigos en la que hay alcohol y se dicen cosas incómodas. Esa es la magia del teatro”.

El Favor

Reflexiones y carcajadas para llevar a casa

Al ser una temporada corta, el elenco tiene claro lo que espera del público: que salgan riéndose, reflexionando y queriendo hablar de lo que acaban de ver. “La obra no pretende regañar a nadie”, dice Catalán. “Queremos que se diviertan, que pasen un buen rato y que, de paso, se pregunten cosas.”

Velasco agrega que El Favor también pone el foco sobre la urgencia de hablar entre hombres, algo que rara vez se aborda desde la escena. “Nos educan para no mostrar emociones, no llorar, no hablar. Y esta obra lo cuestiona todo. Es un grito para que los hombres hablen de sus pedos.”

Fernández lo define como “pensamiento de contrabando”: “Te diviertes tanto, que no te das cuenta de que también te llevas una reflexión. Y eso es valiosísimo.”

Y aunque en la ficción sus personajes se ven obligados a considerar un favor muy peculiar, los actores tienen sus reservas sobre si lo harían en la vida real. “Yo no podría”, dice Alex entre risas. “Imagínate que sale un mini-Alex por ahí. No, gracias.” Harold, más pragmático, confiesa que aceptaría... “por cincuenta mil pesos”. Y Hugo, fiel a su sinceridad: “Tengo niños muy pequeños, no estoy en condiciones.”

Lo que sí pueden asegurar todos es que esta obra ha fortalecido no solo su trabajo actoral, sino también sus propios vínculos. Y eso, en una historia sobre la amistad masculina puesta a prueba, es más que coherente: es profundamente emotivo.

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