Escenario

De Sharon Stone en Bajos Instintos a Margot Robbie en El Lobo de Wall Street, repasamos las secuencias que hicieron que millones de espectadores apretaran el botón de “pausa”

Estas son las escenas más pausadas del cine: del erotismo a los momentos que marcaron la historia en pantalla

A lo largo de la historia del cine, existen escenas que el espectador no se conforma con ver solo una vez. Secuencias tan intensas, sugerentes o polémicas que invitan a detener la película para observarlas con detalle. Desde la época del VHS hasta las plataformas de streaming, este gesto de “pausar” revela lo que más atrapa la atención: desde la curiosidad erótica hasta el afán de descubrir un detalle oculto.

Uno de los ejemplos más recordados es Bajos Instintos (1992). En un interrogatorio, el personaje de Sharon Stone, Catherine Tramell, cruza las piernas en una jugada que mezcla desafío, control y sensualidad. Lo que pudo ser un gesto mínimo se transformó en un ícono cultural y en una de las escenas más pausadas de todos los tiempos.

Bajos instintos

Algo similar ocurrió con Showgirls (1995), donde la polémica escena de sexo en la piscina entre Elizabeth Berkley y Kyle MacLachlan escandalizó a crítica y público. El erotismo explícito y la clasificación NC-17 la convirtieron en un objeto de culto, sobre todo en su distribución doméstica, donde los espectadores podían detener la imagen una y otra vez.

En años más recientes, El Lobo de Wall Street (2013) aportó otra secuencia célebre: Margot Robbie, como Naomi Lapaglia, seduce a su marido en una recámara infantil. La mezcla de glamour, excesos y provocación, bajo la dirección de Martin Scorsese, convirtió esa escena en una de las más buscadas y pausadas en internet.

El Lobo de Wall Street

También hay instantes donde el morbo se cruza con lo inesperado. En Cosas Salvajes (1998), el beso entre Denise Richards y Neve Campbell en la piscina marcó un antes y un después en la representación queer en el cine comercial de los noventa. Su intensidad y carga visual explican por qué sigue siendo uno de los momentos más revisados décadas después.

El fenómeno no siempre responde al erotismo. En Shame: Sin Reservas (2011), Steve McQueen muestra a Michael Fassbender en un desnudo frontal que, lejos de ser sensual, retrata la alienación emocional del protagonista. Esa crudeza llevó a muchos espectadores a detener la escena para procesar lo que estaban viendo.

Otros filmes han aportado momentos pausados que combinan intimidad y simbolismo, como Don’t Look Now (1973), Boogie Nights (1997), La Vida de Adèle (2013) o la ya legendaria secuencia de Titanic (1997), en la que Leonardo DiCaprio dibuja a Kate Winslet al desnudo.

Titanic

Estos ejemplos demuestran que el acto de pausar una película es mucho más que un impulso: es una forma de apropiarse de la imagen, de tomar control de la narrativa. La pausa congela un instante para examinarlo, ya sea por deseo, por curiosidad o por el simple deleite de un detalle escondido. En un mundo donde las imágenes fluyen con rapidez, detenerse un segundo es casi un acto de resistencia: la voluntad de mirar más de cerca aquello que el cine quiso mostrar… o apenas insinuar.

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