
La 25° edición del Tour de Cine Francés nos trae muchas sorpresas y una fiesta que nos llena de emociones cual montaña rusa con motivo de este cuarto de siglo donde esta muestra nos promete una cita especial. Gracias a sus funciones de manera presencial que iniciaron el pasado 14 de octubre es que podremos disfrutar de las siete propuestas que traen este año.
Una de ellas es Adiós, idiotas, ganadora de siete Premios César en este año, dirigida por Albert Dupontel, realizador que detrás de cámaras nos ha entregado películas que resuenan como Nos vemos allá arriba (2017) o 9 meses de condena (2013) y que como actor ha trabajado con nombres como Jean Pierre Jeunet en Amor eterno (2004) o el provocativo Gaspar Noé en Irreversible (2002).
Este año, este prolífico artista no quiere pasar desapercibido, por ello entrega a la audiencia una propuesta llena de enredos, altibajos y, por supuesto, comedia. La premisa nos presenta a una peluquera de 43 años llamada Suze (Virginie Efira) que en una consulta médica descubre que padece una enfermedad en la que le quedan pocos días de vida. Debido a esa noticia, a Suze le nace un deseo de conocer a su hijo, que abandonó cuando tenía 15 años ya que su familia no le permitió tenerlo. Su camino la llevará a conocer a Jean-Baptiste (Dupontel), un solitario informático del Ministerio del Interior que está luchando con una depresión, cuyo deseo por suicidarse solo se aviva con el pasar de los días por la carga emocional que al parecer tiene encima.
Un hecho fortuito los llevará a conocerse e ir desenredando, a lo largo de la trama, aspectos de sus vidas que van del drama a la comedia negra e incluso al romance, donde conocemos poco a poco los motivos de ambos personajes que parecen ser consumidos por el paso del tiempo, la tecnología y el mismo olvido que los vuelve un par de ‘idiotas’ en medio de un mundo que no comprenden.
La química de complicidad entre Efira y Dupontel es clara en pantalla. Y es que, si bien se tocan temas sensibles como el suicidio, la depresión y encontrar sentido en uno mismo, logran llevarlo de una manera tan amena pero al mismo tiempo incómoda que hace plantearnos más de una cuestión a lo largo de la trama paran reflexionar acerca de nuestras verdaderas intenciones para seguir adelante con las decisiones que hemos tomado.
Ambos actores forman un dueto inimaginable lleno de osadas decisiones que nos llevarán de la mano en este, un tanto descabellado, viaje. No solo ellos brillan en pantalla, ya que los momentos más humorísticos se los lleva Nicolas Marié como el señor Blin, un peculiar ciego que parece ver y saber más de lo que aparenta, con todo y sus aires constantes de despiste.
A pesar de su experiencia tanto detrás como frente a la cámara, Dupontel logra que una trama que pareciera ser muy simple fluya de buena forma y logre por momentos ser muy interesante. Sin embargo, tiene algunas fallas que hacen que no disfrutemos por completo este relato al querer combinar tantas ideas y géneros en un solo filme, ocasionando que por momentos nos perdamos en un camino burdo, como es el caso de algunos personajes secundarios que por momentos parece que serán relevantes para el desarrollo de los protagonistas pero que luego se pierden en el transcurso del filme, ofreciendo piezas de este misterio que envuelve a Suze pero que parecen forzadas.
La ambientación nos hace sentir en una película donde la modernidad, el uso de los celulares y la tecnología se contrapone ante lo viejo, lo anticuado y algo que está fuera de lugar. Si agregamos un pizarrón con líneas rojas entrelazadas no nos sorprendería que fuera el hilo para descubrir la incógnita que nos envuelve. Cada uno de los escenarios está diseñado para involucrarte directamente en esta especie de cinta detectivesca, haciendo que tengamos grandes aprendizajes en el camino sin caer en lo moralino.
Aunque mucho se habla de esta película que pinta como una de las cartas fuertes de este 25 Tour de Cine Francés, Adiós, idiotas es un viaje que trasciende no por lo arriesgado de su propuesta ni por lo extraño de su desarrollo un tanto irregular o sorpresivo, sino por la historia humana que Dupontel desenvuelve acerca de estos inadaptados de la sociedad moderna que resisten, viven y se reencuentran en medio de un mundo del cual no les queda más que despedirse, eso sí, de una manera sorpresiva.
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