Amalgama, la última producción del cineasta y guionista Carlos Cuarón, se ha estrenado el pasado 9 de diciembre en las salas de cine del país, presentando una historia alrededor del dolor y personajes heridos emocionalmente, los cuales tendrán que pelear con sus demonios internos para soportar un momento de aislamiento complejo.
El escenario, una isla del caribe mexicano, donde cuatro exitosos dentistas deciden disfrutar de los placeres del clima y lugar paradisíaco, mientras sus traumas emocionales van saliendo a la luz, destruyendo los momentos de relajación y creando reflexiones sobre sus vidas llenas de vacíos emocionales que han intentado llenar por mucho tiempo.
Las expectativas que el director tiene sobre el impacto de su historia en el público se derivan de la construcción que se realizó del filme, el cual se hizo a partir de un corte más humano:
“Espero que la película toque las fibras del público, justo porque es un trabajo diferente que se construyó a partir de seres humanos, y no de personajes cinematográficos. Son personajes muy dimensionados, como tú, yo o cualquier ser humano que posee luz y sombra, además de los matices que hay en medio, haciendo que la pantalla se transforme en un espejo, lo cual espero que genere una empatía con la gente, ya que la cinta está impregnada de una enorme humanidad”, opinó Cuarón.
Las filmaciones siempre se encuentran llenas de contratiempos o situaciones que se deben solventar de forma inmediata, sin embargo, en el caso de Amalgama hubo un gran diferenciador en este sentido, y es el hecho de la química, fuera de pantalla, que posee el reparto, debido a la gran amistad que han construido a lo largo de los años:
“A mí nunca me había pasado el encontrarme con amigos tan cercanos en una producción, y esto ayudó mucho a establecer y crear a mejores personajes, ya que existe una confianza enorme entre nosotros, situación que quizás en otros proyectos no sucede, ya que siempre existen ciertos límites al respecto; esto se convirtió en un ambiente muy creativo”, expresó Tony Dalton, quien interpreta al Dr. Saúl Bravo.
Manolo Cardona (Dr. José María “Chema” Gómez) reiteró la importancia de la enorme compenetración que existió con el reparto y como esto ayudó al proceso de actuación:
“Para mi también fue un placer inmenso el poder trabajar con amigos, al estar en una película de la cual todos nos sentimos orgullosos, con personajes complejos y llenos de humanidad, matices, además de un arco dramático muy claro, convirtiéndose en una experiencia inolvidable que atesoraremos en nuestros corazones”, mencionó el actor.
“La hermandad tan fuerte que encontramos en este grupo de actores, nos empoderó mucho, desde la parte personal y como intérpretes, ya que nos cubrimos los unos a los otros. Los planteamientos de Carlos, los cuales recaían en varios planos secuencias, dependían mucho de nuestro trabajo, siendo en estos momentos cuando nos cobijamos entre todos”, complementó Miguel Rodarte, quien encarna al Dr. Hugo Vera, sobre el tema de la cercanía entre el cast.
Por otro lado, Stephanie Cayo, nos habló sobre cómo el director trabajó el dolor que cada personaje refleja desde sus propios problemas emocionales: “Cada personaje contenía su dolor, y es la unión de los cuatro protagonistas lo que genera un enfrentamiento personal con sus demonios internos, convirtiéndose en una catarsis colectiva, lo que puede llevar a que el público se pueda identificar con alguno de los personajes”, puntualizó la actriz sobre el proceso del cineasta en conjunto con los intérpretes.
La propuesta visual y narrativa de Cuarón llevó al reparto a dar el máximo en su trabajo, debido a ciertas circunstancias que se dieron durante el rodaje: “Se filmó casi todo de noche, con distintos planos secuencias de 5 a 7 minutos, lo cual nos motivó a dar lo mejor de nosotros y enfrentar cualquier eventualidad que pudiera presentarse para cumplir la visión que se tenía de la historia”, narró Cayo.
Stephanie reflexionó sobre los diversos procesos para trabajar un personaje, lo que en su caso termina siendo algo que quizás se encuentra algo distante del común denominador: “Soy una persona que se puede distraer fácilmente con factores externos, y en ocasiones puedo preparar algo que se encuentre ajeno a mis experiencias personales, pero al momento puede que no me resulte tan efectivo, y es donde en verdad hago uso de mis herramientas propias para alimentar mi trabajo, convirtiéndose más en una labor de improvisación”, externó la intérprete de la Dra. Elena Durán en la cinta.
Finalmente, el director finalizó con un análisis sobre la dependencia de la tecnología en la sociedad actual, y cómo esto puede visualizarse en su último trabajo: “No estoy seguro si la sociedad vaya a perder cierta sensibilidad a las cosas, sin embargo, sí hemos generado una dependencia a la tecnología, sobre todo al celular, lo cual nos permite una conectividad con factores externos, pero nos aleja del aquí y el ahora, ya que se dispersa nuestra atención. En la película, se generan problemas a partir de la pérdida de esta conexión con el mundo externo, reavivando sus problemas personales, pero en la sociedad está generando enormes adicciones a este tipo de plataformas y dispositivos”, concluyó el también guionista de la cinta.
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