Escenario

“Los animales anónimos”: La bestialidad en nosotros

CORTE Y QUEDA. Dirigido y escrito por el francés Baptiste Rouveure consigue crear una oscura fábula de tintes surrealistas en un trío de relatos dónde hombres cautivos son alimentados y obligados a pelear entre sí

cine

La primera vez que se vio este filme fue hace dos años en el Festival Macabro.

La primera vez que se vio este filme fue hace dos años en el Festival Macabro.

CORTESIA

En Los animales anónimos (Anonymous Animals/Les Animaux Anonymes, 2020), largometraje dirigido y escrito por el francés Baptiste Rouveure, se plantea un universo parecido al nuestro, pero con un sencillo aunque dramático cambio de roles, generado a partir de una interrogante: ¿qué pasaría si nuestra existencia dependiera de la -buena o mala- voluntad de los animales a los cuales depredamos sin control?

Partiendo de un discurso en esencia proanimalista, la ópera prima de Rouveure subvierte la realidad a través de un trío de relatos dónde hombres cautivos son alimentados y obligados a pelear entre sí; otros son usados como ganado para consumir su carne; y otros más son presas que deben huir de cazadores armados.

Por otro lado, en ese lóbrego mundo los perros, ciervos, bueyes y osos están antropomorfizados: aparte de sus cabezas (disecadas, por cierto) que delatan la especie del reino animal a la que pertenecen, por lo demás se visten con diversas ropas de acuerdo a su rol o actividad, andan de forma bípeda, e incluso asumen nuestras actitudes mundanas. Y acosan, maltratan, ultiman y devoran a los impotentes humanos, reducidos aquí a criaturas temerosas e indefensas, incapaces de oponerse a sus fatales destinos.

Lo único que emparenta a víctimas y victimarios –y es uno de los elementos más inquietantes de la película- es su ausencia de lenguaje verbal. En ese mundo la palabra no existe. Solo un silencio abrumador el cual es ocasionalmente roto por algún integrante de uno u otro bando, pero limitándose a gruñidos, ladridos, rugidos o chillidos según sea el caso… y dependiendo quien sea el depredador y quién la presa.

Con poco más de una hora de duración, Los animales anónimos consigue crear una oscura fábula de tintes surrealistas, y representar en ella una metáfora esencialmente simple y fácil de comprender, pero detalladamente desarrollada, bien montada, donde se esgrime una crítica provocativa y devastadora, a través de la cual el director desarrolla un ensayo y emplea ciertas analogías, para hablar acerca de la verdadera naturaleza de la bestialidad, y verla no solamente como una mera condición privativa de los animales, sino también como una conducta destructiva y letal, totalmente desapegada de la razón, la ética y la piedad que nos definen -o deberían definirnos- como humanos.

Y justamente dicha reflexión lograda a través de la inversión de los roles, enfatiza la forma en que esa bestialidad difumina la delgada línea entre los hombres y los animales. Y al borrarse esta, se convierte a los primeros en algo no igual, sino inferior y mucho más peligroso que los segundos.

El filme se exhibió por vez primera dentro de la edición 2020 del Macabro, Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México (celebrado en ese entonces en modalidad virtual). Y ahora por fin es estrenado en diversos cines del circuito comercial y cultural.