Escenario

“Dune” de Denis Villeneuve: Otro cineasta devorado por las arenas

CRÍTICA. La adaptación del cineasta canadiense luce en la espectacularidad visual y técnica, pero carece de emoción y desarrollo de personajes

corte y queda 

Uno de los aspectos más importantes del filme es la fotografía de Greig Fraser.

Uno de los aspectos más importantes del filme es la fotografía de Greig Fraser.

CORTESIA

A mediados de la década de los 60, una época marcada por las batallas ideológicas en todo el mundo, llegó un escritor llamado Frank Herbert con una novela en que, cobijado por la ciencia ficción, creaba un mundo que bebía de influencias anteriores como John Carter y Flash Gordon para llevarla más allá al crear una ópera espacial llena de política, poder femenino en un relato mesiánico que involucraba un planeta desértico, dos casas en conflicto y gusanos enormes, entre muchas otras cosas. Esa novela se llamó Duna.

Obra de culto del sci-fi, la novela de Herbert ha influido en sagas como Star Wars, formando parte de un culto tremendo por parte de los amantes del género y que ha resultado en tropiezos monumentales a la hora de querer adaptarla al cine. Nombres como Alejandro Jodorowsky y David Lynch han sido devorados por las arenas y la densidad de las tierras áridas del planeta Arrakis. Ahora, Denis Villeneuve, un director que no desconoce los mundos de la ciencia ficción, llega con una visión que clama ser fiel a esta obra con Duna, primera parte de esta cosmovisión que desarrolla el cineasta franco canadiense.

En esta película, Villeneuve abarca sólo una parte de la novela, enfocándose en la historia del infame pero bello planeta Arrakis y en la casa de los Atreides, dirigida por el Duque Leto quien, por un extraño mandato del Emperador de la galaxia, tomará posesión de este importante lugar así como de su bien más preciado: la especia. Pero las cosas no son tan sencillas como aparentan. A su vez, tenemos a Paul Atreides, un príncipe que sufrirá un despertar muy particular en el que el legado de su familia, y tal vez del universo, caiga en sus manos.

El filme es protagonizado por Timothée Chalamet.

El filme es protagonizado por Timothée Chalamet.

CORTESIA

Después de tantas versiones que han tratado de captar la compleja historia de Duna, Villeneuve le saca provecho a los recursos modernos para crear un universo visualmente hermoso. Sin embargo, no todo es apariencia y lamentablemente la forma en que el realizador desarrolla el guion al lado de John Spaihts y Eric Roth convierte a esta adaptación en algo frío, poco emotivo y plano, alejándose de los principales dilemas que propone Herbert en una especie de prólogo que se extiende demasiado sin contar algo relevante.

Una de las principales fortalezas que esta nueva adaptación tenía venía desde el casting. Leer que en el proyecto estaban involucrados nombres como Javier Bardem, Stellan Skarsgard, Oscar Isaac, Rebecca Ferguson, Josh Brolin o Jason Momoa sonaba muy prometedor. En contraparte, la polémica se dio al confirmar al joven Timothée Chalamet y a Zendaya como Paul y Chani, una pareja medular para la trama que parecía no ser la decisión más adecuada. Tristemente, todo ese cúmulo de talento actoral no es bien aprovechado debido a la falta de desarrollo de los personajes. La única excepción cae en Oscar Isaac, cuyo Duque Leto resalta bastante en una cinta bastante plana y carente de corazón. Los demás, incluyendo al mismo protagonista, son opacados por los aspectos técnicos de una épica que luce de maravilla pero que en esencia es vacía.

Aunque Chalamet es una joven promesa que ha tenido buenos papeles, su Atreides adolece de una fragilidad extrema, lo cual no estaría del todo mal si pudieran explicar el porqué de sus emociones, su conflicto interno en un arco de desarrollo mejor planteado que aquí sencillamente no se percibe de ninguna forma. Lo mismo sucede con Zendaya, que Villeneuve no se cansa de meter a fuerza y con calzador cada vez que quiere hasta el punto del hartazgo.

Una de las cartas fuertes del filme es el elenco, sin embargo está desperdiciado por la poca capacidad de desarrollo de la historia.

Una de las cartas fuertes del filme es el elenco, sin embargo está desperdiciado por la poca capacidad de desarrollo de la historia.

CORTESIA

Si algo se puede rescatar de Duna es el apartado técnico. La música de Hans Zimmer le da un toque épico a cada momento como se requiere, recordándonos un poco a sus trabajos más recientes con Nolan, a quien incluso rechazó en Tenet para poder musicalizar esta adaptación debido a que es fan de la obra de Herbert. La fotografía del nominado al Oscar, Greig Fraser, capta de maravilla la esencia de cada lugar, desde la oscuridad de la casa Harkonnen hasta la desértica y salvaje naturaleza de Arrakis, con una técnica que se inclina hacia el naturalismo, ayudándole a dar vida visualmente a esta visión de Villeneuve.

Pero es el diseño de producción de Patrice Vermette en su quinta colaboración al lado del director franco canadiense la que se roba la escena de toda la película. Sacándole provecho a las locaciones naturales en Noruega para el caso de la creación del planeta Caladan así como a Jordania y Abu Dhabi para la arenosa ambientación de Arrakis, Vermette optó por un realismo que plasmó en cada detalle. Inspirándose en elementos como la arquitectura mesopotámica del Zigurat combinándolo con la corriente del brutalismo, consigue dar vida a toda esta galaxia de universos distintos que se convierte en un deleite cinematográfico.

Así, esta nueva adaptación de Duna demuestra una sola cosa: hay obras que son muy complicadas de adaptar al lenguaje audiovisual. Y aunque Villeneuve acierta en la espectacularidad y lo épico en el detalle de lo visual, es en el desarrollo de la historia, así como los planteamientos complejos que presenta lo que no capta en su filme, lo que hace que esta nueva adaptación se vuelva un tanto tediosa pero, sobre todo, larga y carente de emoción, convirtiéndolo en un prólogo de dos horas y media que termina por plantear casi nada del rico contenido que existe en la obra.. Tal parece que las arenas de Arrakis son implacables y seguirán esperando a que la obra de Herbert se quite esta aparente maldición de ser inadaptable.