Escenario

‘Jurassic World: Dominio’, ni al más fiero T Rex o al más domado Velocirraptor puede dejar del todo satisfecho

CORTE Y QUEDA. La conclusión de la saga que inició en los años 90 de la mano de Steven Spielberg cierra con buenos momentos de acción pero con una historia endeble

cine

El filme no profundiza en muchos de los temas más interesante que habían propuesto en las precuelas.

El filme no profundiza en muchos de los temas más interesante que habían propuesto en las precuelas.

CORTESIA Universal Pictures

En 1993, después de muchas complicaciones en la idea, la preproducción y otros cuantos detalles, la adaptación de una de las obras más queridas del autor y cineasta Michael Crichton (Westworld, Coma) llegaría por fin a cines de la mano de uno de los realizadores más experimentados de Hollywood, Steven Spielberg. Fue así que Parque Jurásico causó una sensación en taquilla con una historia que, como jugaba su slogan, tardó 65 millones de años en hacerse.

La euforia jurásica provocó que Crichton, a regañadientes, realizara una secuela de su obra y a su vez se produjeran dos cintas más, El mundo perdido (1997) y Jurassic Park 3 (2001), creando una sólida base de fans que parecía extinguirse como la misma franquicia después de esa tercera entrega. Pero la vida encontró su camino y en el 2015, Spielberg en su rol de productor llamaría a Colin Trevorrow (Safety Not Guaranteed, 2012) para traer de vuelta al mundo de los dinosaurios y de paso complacer a los fans de la trilogía anterior así como revivir el interés por lo jurásico a una nueva generación en Jurassic World.

Después de otra secuela un tanto fallida (Jurassic World: El reino caído; Bayona, 2018), parece que por fin la saga de Parque Jurásico encuentra un final necesario en Jurassic World: Dominio, misma que trae de vuelta no sólo a Trevorrow en la silla de director sino a la trinidad de personajes de la original para encontrarse con la nueva generación en un mundo donde los dinosaurios han escapado y se encuentran entre nosotros por completo, rompiendo el balance natural.

Sin embargo, este choque de frentes se da en un par de líneas argumentales que no cohesionan del todo, siendo uno de los principales problemas del cierre de esta saga. Por un lado, Claire (Bryce Dallas Howard) y Owen (Chris Pratt) siguen luchando por que los dinosaurios tengan derecho a ser libres y vivir a sus anchas mientras se adaptan a una especie de paternidad en donde fungen como mentores de Maisie Lockwood (Isabella Sermon), la clon/nieta del socio fundador del Parque Jurásico original sin tener mucho éxito.

Este filme conecta la nueva trilogía con la primera película de los años 90.

Este filme conecta la nueva trilogía con la primera película de los años 90.

CORTESIA Universal Pictures

Por otro lado, el desequilibrio natural aparece con una plaga de langostas prehistóricas que comienza a generar una crisis alimenticia, lo que genera que la Dra. Ellie Satler (Laura Dern) reclute a su amigo (y amor platónico) de años, Alan Grant (Sam Neill) para descubrir el secreto que hay detrás de estas alimañas, todo con la ayuda inesperada del matemático Ian Malcolm (Jeff Godlblum), usando la premisa clásica de la novela de Crichton: la mala praxis de la humanidad en su afán de tener poder o control, algo que en la franquicia es sinónimo de problemas.

A pesar de que la cinta transcurre atendiendo ambos frentes, su desarrollo deja mucho que desear pues recicla muchas cosas antes vistas en la franquicia jurásica, dejando de lado aspectos mucho más interesantes como el contrabando de dinosaurios, el choque de especies que busca el dominio del planeta o incluso esa amenaza mundial que de repente se pierde en el camino para centrarse solamente en los diversos encuentros entre los héroes de la franquicia y los villanos o la gala que se hace de las especies de dinosaurios clásicos de Parque Jurásico como de unos nuevos que no se conocían.

Algo interesante de ver para los fanáticos de la vieja guardia recae en ver a Grant, Satler y Malcolm juntos de nueva cuenta, entrando en sus respectivos papeles de una manera tan sencilla que parecen no haberlos soltado desde hace casi tres décadas. Por su parte, Owen y Claire se sienten forzados, como una pareja de acción que no tiene mucha química pero sí un propósito general que los une: salvar a su hija ‘adoptiva’ de las garras del villano que, otra vez, es un individuo que juega a ser Dios, alguien que además resulta ser un muy viejo conocido de la saga.

Los efectos especiales, uno de los sellos distintivos de la saga, aquí destacan en algunas partes, sobre todo cuando se evocan a lo práctico pues en lo digital hay secuencias que no lucen del todo bien. Si bien la dificultad de ciertas secuencias de acción como la persecución en Malta es notoria, de repente peca de irregular. Curiosamente, e incluso con esas fallas técnicas, la verdad es que la acción es algo de lo más destacado o entretenido de este último filme jurásico.

Chris Pratt vuelve a su personaje de Owen con las escenas de acción más emocionantes.

Chris Pratt vuelve a su personaje de Owen con las escenas de acción más emocionantes.

CORTESIA Universal Pictures

La música de Michael Giacchino hace buena alusión a algunos temas originales compuestos por John Williams pero carecen de esa emoción que antes se le daba o que incluso ya habíamos escuchado en esta trilogía más reciente. Aunado a ello, el ritmo de la narrativa, sobre todo en ese primer acto, es un tanto atropellado pues tarda en arrancar toda la acción de la cinta, cayendo en algunos momentos pesados o irrelevantes.

Aun así, esta cinta pega algunas mordidas que son efectivas como los guiños de Trevorrow a la película original de 1993, usando el factor nostalgia a su favor y el carisma de esta triada original de Satler, Malcolm y Grant que sigue contagiando con su presencia en pantalla, además de que es grato ver nuevos dinosaurios en el panorama.

Pero con todo y esas ventajas que pueden ofrecer un buen entretenimiento, Jurassic World: Dominio se queda en una media donde se pierde toda lógica con el afán de divertir en donde la historia peca de tener una conclusión irreal que deja una sensación de que ya lo hemos visto antes, el cual ha sido uno de los puntos flojos de la saga pues parece que en lugar de inclinarnos por un conflicto moral/científico derivado de la original en el cual la humanidad aprendería de sus grosos errores, se opta por un vivieron felices y perdices que ni al más fiero T Rex o al más domado Velocirraptor puede dejar del todo satisfecho.