Escenario

Kyle Edward Ball y el arte de hacer cine desde las pesadillas de la infancia

ENTREVISTA. El cineasta canadiense estrena este jueves en salas nacionales su filme ‘Skinamarink’, una cinta independiente que no ha dejado indiferente a nadie

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El cineasta Kyle Edward Ball.

El cineasta Kyle Edward Ball.

ESPECIAL

El terror siempre evoluciona, cambia, se adapta a los tiempos y ofrece propuestas nuevas. Hay realizadores nuevos que han decidido llevar la vara del género por caminos inesperados, como es el caso de Kyle Edward Ball, cuya ópera prima, Skinamarink, llega a salas de cine con su estética particular y una división en la gente que la ha visto, ya sea por perturbadora o desesperante. En Crónica Escenario charlamos con el director canadiense acerca de esta propuesta experimental que no deja indiferente a quien la ve.

Skinamarink es una producción que apenas costó 15 mil dólares y ha sido un éxito en el mundo del terror. Para Ball, el bajo presupuesto presentó diversos retos que enfrentó con valentía: “Muchos de ellos fueron más que nada internos. Al momento de decidir hacer el largometraje, me abarcó la duda en mí mismo. Escuchaba las voces en mi cabeza que me hacían dudar de lo que buscaba hacer, así como similares experiencias antes de entrar de lleno a realizarla. El corto de Heck me ayudó a entrar en razón, pues lo hice como una prueba de conceptos para poder llevar a cabo esta película”, reflexionó el director.

Antes de ser un cineasta, Kyle Edward Ball jamás ocultó su pasión por el género, siendo influenciado por muchas historias que han dejado huella en su psique para crear estas pesadillas hechas cine. “Las series de TV como Escalofríos y ¿Le temes a la oscuridad? fueron algunas historias que me marcaron. En el cine, Los pájaros de Hitchcock, El resplandor de Kubrick, el Proyecto de la Bruja de Blair, Black Christmas, la japonesa Kwaidan, El exorcista y una larga lista de clásicos fueron los que me forjaron desde joven a amar el terror y dedicarme a ello después”, confesó.

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Curiosamente, tanto el cortometraje Heck como su primer largometraje tienen como protagonistas a niños. Al respecto, el canadiense comentó: “Las cosas son más aterradoras y emocionales cuando eres un niño. Trabajar con ellos fue sorpresivamente fácil. Los jóvenes resultan ser muy buenos actuando, especialmente si armas todo para que su labor sea lo más sencilla posible. En mi caso, trabajar con ellos me hizo aprender que hay que relajarse y no ser autoritarios al pedirles una indicación o para crear alguna escena”.

Otro punto interesante de Skinamarink recae en los detalles imperceptibles y la mirada sucia que esconde el mal que rodea a los infantes, creando una atmósfera muy particular que resulta estresante: “Realmente eso se da en conjunto con la construcción narrativa de la cinta. Si vas a hacer una historia acerca de un par de niños encerrados sin posibilidad de escaparse, todo va encajando correctamente. En cuanto a la concepción visual, siempre quise hacer una película que luciera y se escuchara vieja”, afirmó.

“Cuando era un niño, tenía muchos celos de aquellos cineastas de la década de los 40 o 50 que tenían que hacer cintas con ese toque ‘viejo’ en sus imágenes y todo, sobre todo porque ya no podemos hacerlo. Así que me aventuré a romper el molde con Skinamarink porque los clásicos del terror evocan emociones nuevas que las cintas del género actuales. Por ello, el grano reventado, los colores, la falta de nitidez, el soundtrack, todo es como si fuera algo antiguo”, añadió acerca de esa estética particular del filme.

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Skinamarink no ha estado exenta de escándalos, siendo uno de ellos la subida del filme de manera ilegal a TikTok el año pasado. Rememorando ese momento, Ball sacó lo mejor de esa dura experiencia: “Cuando pasó, fue una pesadilla para mí como creador. Curiosamente, pasaron algunos meses y resultó ser que esa filtración funcionó como una bendición disfrazada de infortunio. Honestamente, no sé si hubiéramos podido lograr el estreno en EU en más de 800 salas en enero si no se hubiera generado esa fuerza del boca en boca que resultó a partir de ese acto. Y ahora llegamos a otros lugares, como México, buscando generar el mismo impacto polémico que ha generado”, dijo.

Hacer cine independiente de terror presenta puntos buenos y otros que no lo son tanto. El director y guionista canadiense señaló al respecto: “Las ventajas que ofrece es que te fuerza como creativo a mantener las cosas lo más simples posibles. Sin embargo, eso trae también algo en contra, pues tienes que luchar en contra del presupuesto limitado, la falta de tiempo para grabar o incluso el poder conseguir los recursos necesarios para generar esa atmósfera, esos detalles y que el proyecto fluya bien”.

El filme, así como sus cortometrajes, hablan de los miedos y pesadillas que hemos enfrentado, pero ¿cuáles son aquellos horrores que Ball oculta? “Creo que mis peores miedos son el temor al dolor, al sufrimiento y a lo desconocido. En cuanto a las pesadillas, la que más me marcó fue la que tuvo a mis ocho años de edad. En ese sueño retorcido estaba justamente solo en mi casa, mis padres no estaban y había un monstruo que iba por mi al que no podía enfrentar. Me impactó bastante, en parte creo que de ahí sale un poco de Skinamarink”, aseveró.

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Ver la reacción que ha tenido el público que ha visto su película entusiasma al joven realizador. Aunque él sostiene una teoría acerca de porqué la gente conecta de alguna forma con esta historia: “Sinceramente me parece que es debido a la tensión que genera, lo efectivo de esos pequeños sustos, además de la forma única en que lleva las cosas hacia un terror inesperado. Además, apega a cierto sentimentalismo callado, tranquilo que no es tan común en el género”.

Finalmente, Kyle Edward Ball reafirmó el cariño que tiene por este cine, esperando seguir explorando estos relatos: “Pienso seguir esa vena de experimentación en mis futuros proyectos. Además, me apasiona tanto el terror que creo nunca dejaré de hacerlo porque no sé si sería bueno haciendo algo diferente a ello. Francamente, el género es muy interesante porque siempre busca reinventarse en formas narrativas, visuales y de otras índoles que otras películas no hacen. Y vaya, es un momento muy interesante para crear historias de terror”, concluyó.

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