Escenario

“Sin tiempo para morir”: Una larga y sentida carta de agradecimiento a James Bond

CORTE Y QUEDA FORMATO CASERO. El más reciente filme de las películas de 007, que despide con broche de oro los servicios prestados por Daniel Craig desde el 2006, lanzó este viernes su versión DVD y Blu-Ray

James Bond: Sin tiempo para morir
Daniel Craig participó en cinco películas de la franquicia. Daniel Craig participó en cinco películas de la franquicia. (CORTESÍA UNIVERSAL PICTURES)

Si existe una franquicia que con el paso de los años se ha convertido en una de las más icónicas en la historia del séptimo arte, esa es, sin duda, la protagonizada por James Bond, el intrépido agente del servicio secreto británico con licencia para matar, nacido de la pluma del escritor Ian Fleming en 1953 (es decir, en pleno apogeo de la Guerra Fría).

El personaje, también conocido como 007, ha cambiado de rostro a lo largo de las décadas, y en cada una de esas distintas encarnaciones, el actor en turno le ha impreso su sello personal para bien o para mal, según sea el caso. Pero más allá de los rasgos de personalidad que cada uno de dichos actores ha aportado a Bond, y que en la mayoría de los casos, sirvieron para forjar y fortalecer su leyenda, la fórmula que lo caracteriza se ha mantenido casi intacta a través del tiempo: un hombre sofisticado, siempre vestido de etiqueta, aficionado a los Martinis y a las bellas mujeres quienes lo encuentran irresistible. Imagen glamorosa muy en contraste con el peligroso oficio que desempeña, donde la fatalidad puede estar oculta a la vuelta de la esquina, y a la cual el personaje enfrenta con sangre fría y su típico humor inglés.

Es tal la popularidad de la que el personaje goza dentro de la cultura popular, que incluso hay un día mundial de James Bond, el cual se celebra el 5 de octubre, fecha en que se estrenó la primera película de la franquicia: El satánico Dr. No, de 1962.

Desde 2006, el actor Daniel Craig es quien ha prestado su corporeidad, su voz y su personalidad a Bond. Y aunque tuvo un inicio accidentado, el británico gradualmente se logró ganar al gran público, especialmente gracias al filme 007: Operación Skyfall del 2012, dirigido por Sam Mendes. Ahora (tras un retraso de más de un año por la pandemia del COVID-19) se estrena el quinto (y último) filme del arco estelarizado por Craig, quien con este largometraje se despide del personaje de forma definitiva. Consciente de ello, la producción de este largometraje le dice adiós con una entrega que le permita irse con la frente en alto.

Sin tiempo para morir retoma la historia justo después de los eventos ocurridos en 007: Spectre. En ella vemos a un Bond quien, tras su última misión, se ha retirado del servicio activo y ahora se dedica en pleno a gozar su romance con la Dra. Madeleine Swann (Léa Seydoux). Sin embargo, tras de que la pareja sufre un ataque durante su luna de miel y casi son asesinados, eventualmente James regresa al servicio activo para tratar de localizar y recuperar a un científico quien ha sido “secuestrado” de un laboratorio del servicio secreto británico donde trabajaba. Ello hará que termine no solo enfrentando de nueva cuenta a los integrantes de la organización terrorista SPECTRE y a su líder, Ernst Stavro Blofeld (Christoph Waltz), sino también a un misterioso personaje llamado Lyutsifer Safin (Rami Malek), quien está íntimamente vinculado con el pasado de Swann, y tiene sus propios y siniestros planes, como es de esperarse de un villano Bond.

Para complicar las cosas, James deberá lidiar además con una serie de omisiones, engaños y traiciones de propios y extraños, e incluso con la presencia de una nueva agente a quien se le ha asignado su clave y su lugar dentro de la organización de 007: Nomi (Lashana Lynch). Pero sobre todo, deberá lidiar con las consecuencias del pasado secreto de Swann el cual, encarnado en la amenaza que Safin constituye, amenaza con destruirles.

Con este argumento, la producción encabezada por el director Cary Joji Fukunaga y los guionistas Neal Purvis, Robert Wade y Phoebe Waller-Bridge echan toda la carne al asador para orquestar un final magistral. Por ello, y a modo de gran celebración, pretenden condensar aquí el historial del personaje, desarrollado en los 24 filmes que le precedieron. Y lo hacen incorporando a la trama toda serie de cuestiones referenciales de dicho universo cinematográfico. No, no hay cameos (presenciales al menos), ni citas directas a otros filmes que no sean del arco protagonizado por Craig. Se trata más bien de ciertos detalles, escenas, frases y otros elementos que son componentes inconfundibles de la extensa iconografía “Bondiana”, incorporados sutilmente aquí, y que harán las delicias de los fans más acérrimos de la saga.

Sin tiempo para morir trasciende del mero fanservice. Se trata de un genuino cierre para un ciclo iniciado en 1962, con un Bond especialmente humano, deseoso de tener una vida más allá de sus deberes como agente, quien además se encuentra en un punto de inflexión crítico, en un tiempo donde la línea que separa a los héroes de los villanos es más difusa; donde la tecnología ya es batuta que guía y no solo instrumento a ejecutar, y sobre todo, donde Bond parece cada vez menos tener un lugar.

Se podría decir que lo que Fukunaga intenta hacer aquí es una película de espías crepuscular, un equivalente para este subgénero de una última cabalgata heróica hacia el horizonte en ocaso. No es gratuito que una de las escenas climáticas transcurra en un antiguo silo de misiles el cual, como el mismo Bond, es un anacronismo, una reliquia que pertenece a otros tiempos y ya no tiene razón de ser en el mundo actual. La película es una larga y sentida carta de agradecimiento a James (y a Daniel) por los servicios prestados al mundo del entretenimiento.

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