Escenario

El Oso virtual a Huppert, un daño colateral de una Berlinale bajo la pandemia

COBERTURA. Al actor alemán Lars Eidinger, coprotagonista del filme junto a Huppert, se le asignó el cometido de pronunciar el discurso en honor a la actriz que canceló su asistencia por dar positivo a covid

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Huppert es “la actriz por excelencia, la actriz con la que crecimos, la persona que se nos viene de inmediato a la cabeza cuando se habla de una intérprete”, afirmó Eidinger.

Huppert es “la actriz por excelencia, la actriz con la que crecimos, la persona que se nos viene de inmediato a la cabeza cuando se habla de una intérprete”, afirmó Eidinger.

ESPECIAL

La Berlinale ha sorteado con menos contratiempos que los temidos las restricciones impuestas por la covid, aunque finalmente el daño colateral más visible fue un Oso de Oro de Honor obligadamente virtual para la homenajeada del año, la actriz francesa Isabelle Huppert.

A Huppert se la esperaba para la gala especial de este martes, víspera del reparto de premios entre los dieciocho aspirantes de la sección oficial de la 72 edición del festival. Un inoportuno positivo de covid en la diva, notificado el lunes, derivó en su ausencia física en la capital alemana.

Se mantuvo la gala prevista en el Berlinale Palast, incluido el estreno de À propos de Joan. Al actor alemán Lars Eidinger, coprotagonista del filme junto a Huppert, se le asignó el cometido de pronunciar el discurso en honor a la actriz. La homenajeada asistió “a distancia”, desde París, a la ceremonia, a la espera de un pronto reencuentro con Berlín, indicaron los codirectores del festival, Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.

Huppert es “la actriz por excelencia, la actriz con la que crecimos, la persona que se nos viene de inmediato a la cabeza cuando se habla de una intérprete”, afirmó Eidinger, quien en el filme interpreta a su pareja, un escritor unos veinte años más joven.

La película, dirigida por Laurent Larivière, coloca a Huppert en el papel de una exitosa editora, que recuerda su pasado entre Irlanda y Francia mientras conduce en una noche lluviosa.

Es una mujer segura de sí misma y algo altiva, de acuerdo a la línea habitual en Huppert. Junto al gran amor del pasado, habla al espectador del hijo o su relación con Eidinger. El filme discurre entre saltos en el tiempo, recuerdos o traumas antiguos, más lecciones aprendidas de todo ello.

De acuerdo a lo habitual en la Berlinale, además de la gala se había incluido en la Berlinale un ciclo con los papeles más destacados de la actriz, desde La Céremonie (1995), con protagonismo compartido con la igualmente malévola Sandrine Bonnaire y a las órdenes de Chabrol, a L'avenir (2016), de Mia Hansen-Love.

La gala en honor a Huppert fue la plasmación más mediática de los daños colaterales de la pandemia sobre el festival. Rissenbeek y Chatrian habían asumido el desafío de volver a lo presencial, tras la edición estrictamente digital del año pasado, con la vida pública prácticamente cerrada en Alemania.

Este año, con un 75 % de la población alemana vacunada con la pauta completa y el 55 % con la dosis de refresco, se articuló un dispositivo bastante estricto, de acuerdo a los parámetros de las autoridades de Berlín.

Los representantes de los medios acreditados han tenido que presentar, además del certificado covid, un test diario negativo para poder acceder a cualquier pase o rueda de prensa, que además estaban sujetas a un registro previo.

En las inmediaciones del Berlinale Palast había varios puntos donde hacer el test de antígenos -gratis- y el dispositivo funcionó con bastante agilidad, lo mismo que el registro previo para obtener entradas de prensa.

Pero ello no ha evitado algunas molestias, especialmente en las primeras jornadas, hasta adquirir cierta práctica en el manejo de las correspondientes aplicaciones, etc.

Había que madrugar algo más de lo habitual para asegurarse la asistencia puntual al primer pase de prensa del día -a las 09.00 hora local (08.00 GMT)- y no dejarse llevar por los nervios a la espera del resultado del test.

Pero fuera de esas incomodidades, impaciencias y la incertidumbre ante el veredicto de los antígenos -un positivo implicaba quedar fuera para el resto del festival-, la Berlinale “bajo el covid” fue logísticamente fluida.

A las seis jornadas de competición, más la gala de los premios de mañana, seguirán cuatro días adicionales enteramente destinados a la venta de entradas al público.

A diferencia del festival de Cannes, la Berlinale pone a disposición del ciudadano localidades para todas sus secciones, a lo que debe su sello de identidad como certamen popular.

Para el público corriente, las reglas son algo más suaves: quien tiene la dosis de refresco queda liberado del test del día negativo.

El festival se abrió el jueves pasado, cuando en Alemania se marcaban a diario nuevos picos de incidencia, con 1.450 casos por siete días y 100 mil habitantes.

Desde hace tres días el índice va en descenso y el Gobierno considera que se ha dejado atrás la tónica ascendente.