Escenario

PREMIOS ARIEL 64: ‘Cruz’. El dolor en el desplazamiento rarámuri por el narcotráfico

ESPECIAL. A unos días de la ceremonia de premiación Crónica Escenario comparte detalles de las películas nominadas. Este texto es un testimonio de lucha contra el desplazamiento de la violencia en la Sierra Tarahumara

cine

El filme compite al Mejor Documental.

El filme compite al Mejor Documental.

CORTESÍA

El texto número ocho de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel es un doloroso testimonio de lucha contra el desplazamiento de la violencia en la Sierra Tarahumara por parte del narcotráfico: Cruz.

RETRATAR LA INJUSTICIA

Teresa Camou Guerrero es una cineasta mexicana con raíces titiriteras que apuesta por el cine documental social, ese cine que va más allá y busca tener impacto en las comunidades que retrata. Luego de realizar Sunú (2015), un documental que aborda la destrucción de la vida rural y la amenaza que acecha al maíz en México, se adentró en la vida de Cruz, un líder rarámuri que desde muy joven trabajó en la defensa del bosque y los derechos de su comunidad; llegó a ser gobernador indígena, comisariado ejidal y síndico en la Sierra Tarahumara.

Sigue la historia de Cruz y su familia, quienes fueron despojados de sus tierras por el narcotráfico al rehusarse a cambiar la siembra de maíz por la de amapola. Desde entonces viven desplazados y amenazados de muerte, buscando desesperadamente justicia para poder regresar a su lugar de origen.

Esta historia ocurre en la Sierra Tarahumara, en la comunidad de El Manzano, en la que Cruz Sánchez y su familia han vivido el asedio del crimen organizado y se vieron forzados a dejar su territorio. Dos de sus hijos fueron asesinados y uno más sufre un proceso legal que lo ha sentenciado a 50 años de cárcel. Testimonios íntimos, imágenes de la realidad asfixiante y el mundo que se ha perdido, hacen de este documental un áspero ejercicio de pérdida y desconcierto, pero también de resistencia y permanencia.

ACOMPAÑAR A UN AMIGO

La violencia que ejerce el crimen organizado sobre los habitantes originarios de las zonas alejadas de las ciudades no tiene que ver solamente con lo físico, las agresiones que les hacen a muchos de ellos les hacen tomar la decisión de abandonar sus comunidades para no tener que enfrentar más muertes o presiones, provocando algo que, si bien no se menciona en los medios de forma habitual, forma parte de una realidad que les marca. Les hace dejar todo para buscar sobrevivir en lugares donde no pertenecen de forma natural, donde su mirada del mundo es incomprendida y objeto de burlas por muchos. 

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Cruz retrata una realidad terrible que se vive en México, el desplazamiento, ¿qué te lleva a ti a dar a conocer esta historia?

Me lleva una gran amistad con el personaje principal, con Cruz (Sánchez) a quien conozco desde hace 28 años, en la Sierra Tarahumara, defendiendo sus territorios, sus bosques, siendo líder de su comunidad, dando talleres de la Ley Agraria para que la gente sepa defender lo que es de ellos.

Lo conocí como lo que sigue siendo, un gran hombre, con mucha sabiduría, con mucha fuerza de lucha. Lo conocí en la sierra tarahumara cuando era gobernador indígena y defensor del territorio del bosque. Es un hombre muy correcto, un rarámuri grande con una espalda increíble. Yo en esa época tuve una compañía de teatro de títeres en la sierra tarahumara, Cruz vio mi trabajo y me invitó a su comunidad, El Manzano, a dar un taller de títeres a los jóvenes, con el tema de la defensa del bosque. Lo conocí en un momento muy bello de su vida, cómo fue teniendo hijos y cómo llegaban todos en una camioneta enorme, de esas Chevrolet grandes de latón. Fuimos muy buenos amigos, le ayudé a crear material didáctico para que lo llevara a su comunidad.

En el 2015 me entero del asesinato de su hijo, después del desplazamiento forzoso que sufrió su familia por no querer trabajar para el crimen organizado y por denunciar la muerte de su hijo, es cuando yo me indigno, me da rabia y coraje, porque verlo en una situación desgarradora no se lo recomiendo a nadie, y que cada vez en México hay más familias desplazadas.

Yo viví el cambio de la violencia en la sierra desde mi trabajo, fue duro ver cómo empezó a llegarles a amigos queridos. Yo ya vivía en la Ciudad de México, mi mamá me decía: “tienes que ver a Cruz, es horrible lo que les está pasando”. Llegué a Chihuahua a presentar Sunú y lo fui a ver. Ya no era la persona que conocía, hasta físicamente cambió de eje, no estaba él ahí y eso me dolió todavía más, lo invité a ver Sunú y Cruz feliz, le invité un café y le dije: “me duele en el alma lo que te está pasando a ti ya tu familia, tengo mucho coraje, quiero invitarte a que contemos tu historia en una película, porque no quiero que se quede en el olvido”. Para entonces ya le habían asesinado al segundo hijo. Respondió, “déjame soñarlo”, porque los rarámuris sueñan antes de tomar decisiones. Al día siguiente me dijo que sí y ahí empezó otra historia: cómo la vamos a hacer.

¿Cómo fue convencerlos a hablar de su situación, de las experiencias vividas?

Una cosa muy importante es la amistad de tanto tiempo, yo a esta familia la conozco desde hace 25 años, a los jóvenes los vi nacer, no me tocó verlos morir, pero sí me tocó ver el duelo de la familia, de los que quedan son una familia muy fuerte y cuando Cruz dijo que sí tenía que hacerse. Entendieron que era una oportunidad, al principio ellos pensaron que sólo iban a apoyar pero durante el proceso de grabación empezó una amistad muy profunda con ellos y yo les iba explicando paso a paso cómo yo veía la importancia de éste documental.

La cineasta compartió que para poder hacer el filme tuvo que contar con ayuda profesional: “Me puse en contacto con psicólogos para averiguar cómo acercarme a ellos sin revivir el trauma durante el diálogo. Investigué mucho antes de cada entrevista. Cada uno de ellos duró hasta seis horas porque no solo quería hablar sobre el dolor. Quería iniciar una conversación en la que ellos también pudieran tener la alegría de hablar sobre quiénes eran y quiénes son ahora. Cuando se sintieron más seguros fue cuando hice las preguntas más difíciles. Siempre hablábamos antes, yo les decía ‘vamos a hablar de esto, ¿cómo quieren hacerlo?’, entonces lo que hice fue crear una complicidad muy grande con ellos”, dijo.

El filme fue premiado en Morelia.

El filme fue premiado en Morelia.

CORTESÍA

EMPATÍA POR LA LUCHA RARÁMURI

Retratas con mucho respeto las costumbres rarámuris, ¿qué tan importante es para ti que la gente vea estos rituales, realizados por la gente debe realizarlos?

Era muy importante desde el inicio que el ritmo de la película fuera mucho a como son ellos, y mostrarlos con fuerza y dignidad con lo que son, para ellos no hay diferencia con el día y la noche, son parte de un universo maravilloso con el ritual, con la tierra, con el bosque, con el agua, con los animales, y nosotros, afuera, en el mundo de las ciudades no entendemos eso, esa identidad y ese arraigo a su cultura y su tierra es importantísimo y es otra parte grave que les está pasando a ellos como desplazados, en el exilio no tienen ese arraigo.

Para mí era muy importante mostrar cómo ellos luchan, aunque están en la ciudad, para seguir haciendo este ritual para estar unidos y no perderse en una ciudad que al final los expulsa, el racismo a los indígenas sigue siendo muy grande, aparte los que llegan desplazados llegan muchas veces sin papeles, en una situación muy difícil. ¿A qué llegan a la ciudad? A pedir trabajo y la gente no entiende que hay detrás de esa familia que llegó a pedirlo, a pedir vivienda, salud, educación para sus hijos.

EL DESAFÍO DE HABLAR SOBRE EL DOLOR AJENO

Son entrevistas incómodas, dolorosas, ¿Cómo encaras eso, cómo sientas a cada hijo, al mismo Cruz, para conseguir estos testimonios y crear una pieza cinematográfica?

Desde el teatro popular yo daba las herramientas a la gente y ellos contaban. Me gusta que sientan que pertenecen al proyecto, mi exploración en el cine documental ha sido esa. Durante todo el proceso eran más importante ellos que cualquier elemento de la película, mi trabajo tiene que ver con conseguir cercanía.

Cuando le propuse el documental a Cruz, ellos tenían limitantes de seguridad, vivían un proceso que ni siquiera saben nombrarlo, entonces resolví grabar en casa de ellos, no me importaba la estética de la película, ellos me darían sus testimonios y al final la estética saldría por naturaleza. Decidí: en casa, Talking Heads, me puse a ver un chingo de películas, El cuarto desnudo de Nuria Ibáñez es una referencia, la cámara como olvidada y la persona hablando desde el dolor más profundo.

El trabajo con cada uno de ellos fue preguntarles qué quieren decir y hasta dónde lo quieren decir, yo tenía nervios que de repente hablaran mucho del narcotráfico, no sabía cómo lo íbamos a manejar. 

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Cruz estaba en el momento más duro de su vida, él mismo ya no se reconoce; entonces pensé que él solo no me iba a dar la película y que debía abrirla a los hijos; además busqué a otra familia en la sierra, que representan lo que Cruz y su familia perdieron.

Cuando empecé a hacer mi carpeta todo mundo me preguntaba si lo iba a escribir; yo hice una escaleta, me asesoré con Christiane Burkhard, que daba talleres de cine, le dije: “¿Cómo voy a hacer que hablen del dolor?” Ella me recomendó un taller de prácticas narrativas que varios documentalistas han tomado; Alfonso Díaz es un gran psicólogo que tiene esta práctica, le da herramientas a la persona para que narre su situación y eso quería darles. También me asesoré con psicólogos de Chihuahua que han trabajado el dolor de las familias de desaparecidos y desplazados, y me dieron lo básico, cómo comportarnos si la gente termina en una catarsis, o si no quiere hablar.

Hicimos pláticas de ocho horas, hablamos un chorro, íbamos a comer y regresábamos a retomar el diálogo. Empiezas a trabajar donde se sienten fuertes y seguros, empiezan a hablar con confianza, y esta conversación se va tornando a la situación difícil, después los tienes que regresar a un momento donde se sientan tranquilos. La escena con Nubia, la hija de Cruz, es un ejemplo. Cuando llegué con Nubia la vi muy demacrada, ella es una mujer guapísima, cuando empezamos le pedí que me hablara sobre su vida en El Manzano: la niñez, los recuerdos, los olores, el paisaje. No quiso y me dijo: “Esto es lo que me está pasando ahorita” y habló de las pastillas.

Ahora que recuerdo, les costaba hablar de El Manzano, era muy triste recordar la vida que tuvieron allá.

Para mí son de mucha intuición las entrevistas, para mi director de fotografía fue muy complejo y para mi editora Lucrecia (Gutiérrez Maupomé) también, a ella le entregan un material y lo trabaja de una forma muy distinta. Ella le dio al clavo, ella me dijo: “vamos por la persona, vamos a sacar la esencia de cada personaje, más que dar la historia del desplazamiento”, entonces fue un proceso muy intuitivo.

El filme destaca también por su fotografía.

El filme destaca también por su fotografía.

CORTESÍA

LA ANIMACIÓN COMO UN RECURSO

Llama la atención el recurso de la animación en tinta china, lo usas para contar los testimonios más duros ¿por qué lo decidiste así y cómo se hizo?

Con Lucrecia editamos dos años, había mucho material y cuando teníamos el cuarto corte estábamos encapsuladas en los momentos del dolor más profundo: el desplazamiento, los asesinatos, el levantamiento de Joel, ¿con qué recursos íbamos a contar estas historias? En conversaciones con Lucrecia pensé en los pájaros migrantes de Chihuahua, yo he vivido toda mi infancia con los pájaros arriba de mi casa en las tardes. Luego aparecieron las sombras, Cruz un día me dice: “ser desplazado es como no tener la sombra que te acompaña”, entonces vine a Chihuahua a filmar sombras de árboles en las paredes pero no quedaron en la película.

Pensando qué hacer, recordé a Arturo López Pio, le dicen Pio Pio, la técnica que hace es cine a mano: dibujar en tinta china en un acetato y la cámara graba directo a la pared. Lo contratan para conciertos y mientras el artista canta, él dibuja escenas y secuencias. Le mostré mi proyecto y le dije que necesitaba de cuatro a seis intervenciones para contar esos momentos. No fue fácil llegar a los árboles, Pío primero hizo unos bocetos de Cruz cargando a Joel balaceado, o sombras negras llevándose a Benjamín, escenas muy duras y no quise que la película fuera por ahí. Tuvo que ser algo simbólico, esa parte del universo al que ellos pertenecen, que se está acabando. Decidimos animaciones sencillas, que llevaban al público a pensar de otra forma, pero la voz es lo importante. Así llegamos con los árboles.

Mucha gente me dijo que no pusiera animación, directores de cine pensaban que no iba a ser correcto, pero a mí me encanta arriesgarme y quedé muy contenta, siento que fue muy afortunado agregar la animación de Pío.

CRUZ Y SU FAMILIA VIENDO CRUZ

Cuando terminé el montaje, vine a Chihuahua a presentarle la película a Cruz, su madre y su hija Nubia. Renté una sala de cine para que todos pudieran ver la película por separado, no quería que vieran la película juntos y quería que la vieran en la pantalla grande porque quería que experimentaran lo que es una película. Si les resultó difícil esta película, quiero que se vean muy bien para que entiendan la dimensión que puede tener.

Decidí que verían la película por separado porque después si querían sentarse a hablar. Pensé que podrían sentirse cohibidos y, además, dicen cosas en la película que no se habían dicho entre ellos.

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Luego de que vieron la película, me conecté vía Zoom con la editora, Lucrecia Gutiérrez Maupomé, para poder conversar entre los tres. Era para ver qué les gustaba, qué no les gustaba y saber qué debíamos cambiar o no. Esperábamos lo peor, pero terminó siendo uno de los momentos más bonitos de todo el proceso porque hubo mucha complicidad entre todos. Sus opiniones fueron muy importantes para el cierre de la edición.

Fue catártico para Cruz, lloró mucho. Me dijo: "Acabas de resumir el dolor en 90 minutos. Es muy triste porque siento que no he hecho nada, siento que lo he perdido todo y no he logrado nada".

Nubia se mostró muy preocupada por el hecho de que habla de tomar pastillas para "aliviar el dolor" en el documental. Esa secuencia fue la más difícil, no sabíamos si incluirla o no. Al final, Lucrecia y yo apostamos por incluir ese papel en la película. Aquí el desafío era averiguar cómo manejar el tema sin caer en algo demasiado dramático que pudiera lastimarla. Esta secuencia, para mí, es una de las mejor trabajadas de la película. Nos apoyamos en una psicóloga, le pregunté cómo podía presentarle a Nubia la película, qué podía hacer ella en caso de que tuviera alguna reacción al revivir ese momento. Me dijo: "Teresa, cálmate, habla con ella, averigua más sobre el hecho de que tomó las pastillas". Porque esto no fue un intento de suicidio, para Nubia fue un intento de calmar el dolor en un momento de crisis donde no sabía cómo detener todo lo que estaba sintiendo.

Cuando le presentamos la película a Nubia, Lucrecia y yo estábamos muy nerviosas, pero ella siempre fue muy dura, su mirada era fuerte y decía: “Estoy preocupada por mi papá, qué le puede pasar”. Siempre fue la más clara y directa, desde el principio. Le pregunté qué pensaba que su papá no debería decir en la película, ella dijo: "No sé, no es lo que él dice, somos nosotros". Le dije que el objetivo de esta película no era hacerles daño, sino que buscábamos visibilizar su situación y ayudarlos, no solo a ellos, sino también a otras familias.

Cuando le presentamos la escena de la píldora, le preguntamos qué pensaba al respecto. Dijo: “La Nubia de allá tenía 16 años. Ya no soy ella, ya tengo 19”. Estuvo de acuerdo en que se incluyera esa parte de la entrevista.

Esta historia ocurre en la Sierra Tarahumara.

Esta historia ocurre en la Sierra Tarahumara.

CORTESÍA David Lauer R.

Hemos hablado que a lo mejor esta película no va a ayudarlos a ellos en específico, pero sí a muchas familias en el futuro. Antes de estrenar en México invité a toda la familia a Cinépolis, y a más familias de desplazados. Cruz nomás se iba haciendo hacia abajo del asiento, pero más valía que la viera con gente que lo conoce, que lo quiere, que lo respeta, a que la vea con un público ajeno. Al final me dice: “está bien, ya no me dolió tanto”, y luego los he invitado a presentar la película en festivales y me he llevado a uno u a otro; Nubia y su hermana la presentaron en Zanate conmigo, estábamos nerviosísimas las tres, pero Nubia agarró fuerza y agradeció el interés de la gente de conocer su historia, dijo: “yo tenía miedo porque mucha gente piensa que somos criminales, es lo que hemos recibido cuando la gente conoce nuestra historia, piensa que estamos involucrados con el narco y ustedes nos están tratando muy bonito, nos ayuda a tener esperanza”.

Y Cruz la presentó conmigo en el Senado de la República, él habló allí y dijo algo muy fuerte, que cuando se habla de desplazamiento la gente habla de la pérdida del territorio, la pérdida de los seres queridos, pero nadie habla de la pérdida de la identidad, “estamos perdiendo quiénes somos, la identidad de donde venimos y eso es muy duro”.

Para mí es muy importante que ellos sean cómplices de la película, que sigue con su campaña de impacto en rutas de festivales. La película no sólo se hace para llegar a los festivales, sino para ser una campaña de impacto a favor de los desplazados en México.

El desplazamiento no está tipificado como un crimen en México, no lo puedes denunciar, a la gente no les da la calidad de víctima y el gobierno no se hace responsable. Ese es el grave problema, entonces ese es el camino ahora con la película y la complicidad con ellos.

LA REACCIÓN DE LAS AUTORIDADES

¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades al respecto, porque si algo deja claro el documental es el abandono que tienen estas personas que viven estas situaciones?

El lunes 6 de diciembre del 2021 presentamos la película en el Senado de la República con un colectivo de desplazados y de ONG’s del país, logramos presentar la película y después generar una mesa de diálogo, porque es muy importante que se impulse a que pasen la ley a favor de los desplazados en México, es una iniciativa que está atorada en el Senado y sólo falta que los Senadores digan sí para que el desplazamiento sea tipificado, porque en México no es un crimen ser desplazado y no tienen calidad de víctima y ese es un problema para que haya la respuesta correcta del gobierno.

El llevar la película fue muy acertado y hacer esta mesa, porque la película te sensibilizas de una forma. Como me dijo Cruz es que sin la película la gente no entiende, entonces esa es la función del cine social que yo quiero hacer, que la película abra los ojos.

NOMINACIONES AL ARIEL: 1

Mejor Documental

PROYECCIÓN INTERNACIONAL

Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia (Premio Especial)

PREMIOS ARIEL 64: ‘Cruz’. El dolor en el desplazamiento rarámuri por el narcotráfico Video