Escenario

“Rey Richard: una familia ganadora”: Entre un retrato matizado y un homenaje edificante

CORTE Y QUEDA. El más reciente filme de Reinaldo Marcus Green se centra en la figura de Richard Williams el papá de las tenistas internacionales Venus y Serena Williams 

cine

Este filme catapulta a Will Smith como uno de los actores del año de cara a los Premios Oscar.

Este filme catapulta a Will Smith como uno de los actores del año de cara a los Premios Oscar.

CORTESÍA WARNER BROS.

Rey Richard: una familia ganadora reúne todos los elementos para poder contender en la próxima temporada de premios: un relato de superación personal basado en hechos reales, protagonizado por un personaje complejo y de muchos matices que le exige actoralmente hablando a quién lo interprete, y, además, una salpicada con algunos comentarios sobre la desigualdad socioeconómica, la inequidad de oportunidades y la discriminación imperantes (hasta la fecha) al interior de la sociedad estadounidense.

Inspirado en la historia real de las tenistas internacionales Venus y Serena Williams (las cuales fungen como productoras ejecutivas del filme), el tercer largometraje del cineasta norteamericano Reinaldo Marcus Green (Monsters and Men, Good Joe Bell) cuenta los orígenes de la carrera de este par de atletas, pero lo hace a través de la figura de su padre Richard Williams, hombre de clase trabajadora quien, al percatarse del gran potencial existente en sus hijas, y al más puro estilo de cualquier self-made man, concibe un plan que requiere de grandes esfuerzos, voluntad férrea, estricta disciplina y no pocos sacrificios, con el objetivo de forjar un destino promisorio a las jóvenes (y de paso, a toda su familia), alejarlas de las calles del barrio de Compton, California, y, en su lugar, abrir un camino por donde puedan acceder a las más prestigiosas canchas de tenis del mundo… y a la fama y el respeto de todos.

Así Richard (interpretado por Will Smith) es el gran protagonista del relato, y el director Green -a través del guion escrito por Zach Baylin-, lo presenta como un hombre apasionado, quien ama profundamente a sus hijas, alimentando en ellas su autoconfianza y seguridad -a grados a veces exagerados-, y comprometido 100% a cumplir cada paso de su plan. De cada uno de esos pasos y de la concreción final del singular proyecto de vida de Williams, es de lo que su trama da cuenta. 

El filme muestra las carencias de la familia Williams previo al éxito de las tenistas.

El filme muestra las carencias de la familia Williams previo al éxito de las tenistas.

CORTESÍA WARNER BROS.

Pero al mismo tiempo, Rey Richard: una familia ganadora ofrece algunas pinceladas que también permiten vislumbrar a un personaje obsesivo, quien no pocas veces incurre en conductas duras y autoritarias rayando en lo tiránico, cuya obstinación a veces se convierte en mera terquedad, poseedor de un temperamento volátil y su frecuente proceder intransigente, soberbio e incluso manipulador y abusivo tanto dentro como fuera del círculo familiar.

Tales matices ofrecían elementos que valían la pena ser explorados a más profundidad y de manera más eficaz por el director y su guionista para elaborar con ellos por ejemplo, una reflexión profunda e incisiva acerca de las obsesiones extremas y las conductas egocéntricas y rígidas derivadas de una imperiosa necesidad de trascender y/o alcanzar el triunfo. O como ocurre aquí, para lograr que alguien más acceda a ello. Desafortunadamente, a Green y Baylin pareciera faltarles la pericia suficiente para conducir a la cinta en esa dirección -mucho más arriesgada-, y prefieren transitar por las aguas más seguras del biopic tradicional, edificante y aleccionador.

Al optar por tomar ese rumbo, se soslayan aquellas decisiones y comportamientos más arbitrarios y polémicos del protagonista, explicando varios de ellos como consecuencia de la vida difícil que Richard tuvo en su infancia y juventud; o que obedecían a mecanismos de defensa en contra del entorno hostil existente en el barrio donde vivían originalmente; o a otras cuestiones derivadas del racismo y la discriminación experimentados por él y su familia cotidianamente.

Las tenistas Venus y Serena Williams son productoras del filme.

Las tenistas Venus y Serena Williams son productoras del filme.

CORTESÍA WARNER BROS.

Pero sobre todo, el gran discurso que la película esgrime para justificar la recurrentemente extravagante, exageradamente asertiva, y muy objetable (sobre todo en los tiempos actuales) forma de desenvolverse del patriarca Williams con respecto a sus hijas; reside en una máxima clásica: el fin justifica los medios. Y ese es el gran argumento encima del cual el entramado de este relato es erigido, sosteniendo que Richard siempre supo lo que hacía todo el tiempo, por más extraño y descabellado que pudiera parecer; y su triunfo final (que en realidad es el de Venus y Serena) da fe de ello, legitimando automáticamente su proceder, no importando que tan lógico, ético o tiránico fuera o no.

Y en realidad, todo esto obedece a la propia naturaleza del filme, el cual no es sino una emotiva carta de amor y reconocimiento de las Williams hacia su progenitor donde, al final del día, lo adulan y le agradecen su apoyo y entrega que les permitió convertirse en las estrellas deportivas que son actualmente. Y como pasa con productos de esta índole, no hay objetividad que valga, y las cualidades del homenajeado en cuestión siempre son resaltadas, atenuando en cambio sus defectos.