
La Unidad Habitacional Libertador Miguel Hidalgo, ubicada a seis kilómetros al oriente de la Calzada Independencia, la arteria que divide en dos a Guadalajara, cumple hoy, 15 de mayo, medio siglo de haber sido inaugurada. Para festejar esos primeros 50 años de vida, ha sido publicado un libro de donde emergen, como de un viejo baúl de la memoria, una serie de anécdotas y sucesos acontecidos a lo largo de todo este tiempo.
“Crónicas en ebullición de La Copa al cielo. Relatos para conmemorar los 50 años de una unidad habitacional en el lejano oriente… tapatío”, es el título de la obra, escrita por Lino González Corona, quien trabajó durante más de dos décadas en la antigua Procuraduría General de Justicia de Jalisco –hoy Fiscalía estatal-; en tal lapso fungió por dos sexenios como director de Comunicación Social o vocero de esa dependencia y en los últimos años se ha dedicado a escribir textos pertenecientes al género literario de la crónica o no ficción.
La unidad habitacional a la que está dedicada la obra es un paraje urbano conocido por muchos como “La colonia de La Copa”, debido a la forma que tiene la monumental cisterna erigida en la explanada en la que se encuentran el mercado y la escuela primaria, que también son referidas popularmente como las de “La Copa”.
Cuenta el autor que el 15 de mayo de 1973, el presidente de la República Luis Echeverría Álvarez vino a inaugurar la Unidad Libertador Miguel Hidalgo y la Urbana número 172, “Licenciado José Parres Arias”, como parte del proyecto de una célula citadina que en tal época podía ser considerada un suburbio de Guadalajara.
“El acto fue todo un festejo. Acompañaron a Echeverría, el gobernador de Jalisco, Alberto Orozco Romero; el alcalde, Guillermo Cosío Vidaurri, y el director de Vivienda y Colonias Populares, Enrique Dau Flores, líderes magisteriales y otros funcionarios; hasta el gobernador de Colima, quien argumentando que era profesor, se colgó del evento. Y es que uno de los objetivos de edificar la unidad habitacional era que maestros federales y estatales pudieran adquirir casas dignas a precios accesibles”, narra Lino González en entrevista con este diario.
Y agrega “Un dato poco conocido, que igual que lo anterior se describe en el libro, es que entre los constructores de la Miguel Hidalgo, participó el ingeniero Jorge Matute Remus, el mismísimo que en 1950 movió por espacio de 12 metros el edificio de la Telefónica, en Avenida Juárez y Donato Guerra, con un peso de mil 700 toneladas y con todo el personal trabajando adentro. Él también estuvo en la inauguración de la colonia hace medio siglo”.
UN LIBRO MUY LOCAL, CON RELATOS DE NOTA ROJA
Lino González Corona, quien ha vivido en la zona desde septiembre de 1973, manifiesta que su texto está dedicado a todos los que viven o ya no, en la Unidad Miguel Hidalgo. “Es una manera de recordarlos; de transportarlos como en una máquina del tiempo, del pasado al presente”, y advierte que una gran parte de los 14 relatos o crónicas que conforman la obra tienen que ver con nota roja, influido el autor del libro por su costumbre de leer desde niño la sección policiaca de los periódicos y por su paso de 21 años como empleado de la oficina de prensa y portavoz del Ministerio Público de Jalisco.
“Tal como lo explica la contraportada de mi libro, se trata de una amalgama de ciertos sucesos; algunos muy trágicos, otros sólo anecdóticos, ocurridos a lo largo de sus 50 años de existencia. Puede considerarse una obra muy local, mas a final de cuentas viene a aportar a la historia de los barrios y colonias de Guadalajara”.
-¿Y por qué “Crónicas en ebullición de La Copa al Cielo”?
-Ah, eso no se explica en el libro; yo quería que el lector en un ejercicio de abstracción lo dedujera, pero pensándolo bien, capaz que se quedan con la duda: se llama así porque para mí las crónicas son historias redondas, como burbujas, que emergen del corazón de la colonia, o sea, de “La Copa”, el depósito de agua que ahora está seco, pero que es el símbolo de este lugar, y que esas historias se elevan al cielo, porque hacen remembranza de gente que aquí murió en situaciones diversas.
FRAGMENTOS DEL LIBRO
“… Doscientas de las mil 368 viviendas del complejo habitacional fueron adquiridas por docentes, incluidas dos casas que fueron rifadas; una para un maestro federal y la otra para uno estatal…”
“… La construcción de las 29 aulas de “La escuela de La Copa”, mi escuela, costó 500 mil pesos. El día que el presidente Echeverría la inauguró, también fueron invitados los miembros de la generación de abogados 1948-1953 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, quienes, según se dijo, decidieron colaborar con una parte de los fondos para edificar el plantel, dentro de la celebración del vigésimo aniversario de su graduación, en lugar de despilfarrar ese dinero en jolgorios…”
“… Hubo un tiempo, en el segundo lustro de los años 80, cuando “La Copa” rebosaba y la caída del agua formaba una cascada; entonces, los alumnos al salir de clases, soltaban las mochilas atestadas con libros de texto gratuitos y cuadernos Scribe, para empaparse sin importarles el uniforme de camisa blanca y pantalón azul marino…”
EL AUTOR
Lino González Corona (Guadalajara, 1967) es egresado de la antigua Facultad de Filosofía y Letras de la UdeG; tras sus 21 años en la ex Procuraduría de Justicia del Estado (hoy Fiscalía), colabora desde 2014 para el diario La Crónica de Hoy Jalisco. De 2015 a la fecha toca el bajo eléctrico en la banda de rock tapatía La Máquina del Tiempo.
“Crónicas en ebullición de La Copa al cielo” (Amate Editorial, 2023) puede adquirirse pidiéndolo al 333 137 49 57 por llamada o mensaje de WhatsApp.
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