El llamado “síndrome de la clase turista” es cada vez más frecuente, según un artículo publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, ciertos factores como los aviones capaces de volar durante muchas horas y el abaratamiento de la aviación comercial, tienen mucho que ver con el incremento y mayor incidencia de este síndrome.Esto se incrementa, en una época donde son comunes los viajes de esquí.Puntualmente, en el artículo se mencionan los Airbus A380 y los Boeing 777 LR, aviones que pueden volar hasta 20 horas, lo que a su vez puede “aumentar el número de viajeros que, con una condición médica subyacente, puedan sufrir cambios fisiológicos asociados al vuelo“.Es que también los casos médicos en aviones se han incrementado en frecuencia y grado debido a que “un número creciente de individuos con problemas médicos previos viajan en avión“, así se afirmó en el trabajo cuyo autor principal fue el doctor Mark Gendreau, del Centro Médico Lahey de Burlington, en los Estados Unidos.Los afectados son, principalmente, pasajeros con problemas cardiacos, pulmonares y vasculares, cuyas dolencias se potencian o exacerban por las circunstancias propias de un vuelo: la reducción del oxígeno que produce la presurización de la cabina, proceso que es acumulativo en el caso de realizar más viajes y de mayor duración.Los responsables del estudio hicieron un seguimiento de pasajeros que padecían obstrucción pulmonar crónica durante sus viajes, y constataron que un 18% de ellos presentaban síntomas de dificultad respiratoria.Los investigadores, recordaron además en el artículo que la presencia de gases en el organismo se expande hasta en un 30% en situaciones de presurización a gran altura y que esto puede causar calambres y dolor auditivo.En el caso de personas que han sido sometidas recientemente a una operación quirúrgica la situación es mucho más delicada: puede convertirse en un problema grave, por lo que el estudio aconseja no viajar en avión hasta pasados, por lo menos, 14 días desde la intervención.Con respecto a los trastornos pulmonares, una de las conclusiones a las que se llegó es que el riesgo de tromboembolia pulmonar se multiplica por cuatro cuando el vuelo dura más de ocho horas, especialmente en las personas que van sentadas en un asiento que no es de pasillo, dado que tienden a moverse y caminar menos durante la duración del vuelo.En referencia al también conocido “jet lag“, la distorsión del ciclo del sueño producto de viajar entre zonas con alejados husos horarios, el estudio aseguró que con una dosis de melatonina de entre 0,5 y 5 gramos en el punto de destino puede ser de gran utilidad para reducir los efectos.Otras molestias asociadas a volar y que figuran en el artículo publicado por The Lancet son la sequedad de ojos y nariz, la irritación cutánea, los mareos, los dolores de cabeza y la confusión. Para reducir su incidencia la publicación enfatizó en que se debe mejorar la calidad del aire que se respira en las cabinas y ofrecer a los pasajeros asientos con espacio suficiente como para moverse.
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