El reporte final de los médicos, cuando nació a los seis meses de gestación, era peor que sombrío, devastador.Jesús no podría caminar y quedaría en estado vegetal; incluso, los doctores fueron más allá: perdería la vida en poco tiempo.Ya pasaron casi 10 años y el niño que padece parálisis cerebral, hipoacusia bilateral, broncodisplasia pulmonar y que le dan convulsiones, ya camina.Y es que cuando sube a un caballo, todo se le transforma.Comienza a realizar ejercicios, mueve las extremidades, sonríe con frecuencia. Todo lo contrario de lo que le decían los galenos.Un día a la semana su padre, Adrián Rojas, lo ayuda a subir a uno de los caballos que son utilizados por la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) para ofrecer equinoterapia.Lleva dos años realizando dicha práctica. Y ahora Jesús camina y muestra indicios de querer apresurar el paso; “tal vez un día logre correr”, dice su padre orgulloso, mientras sostiene la rienda del caballo que se ha convertido en el compañero de terapia del pequeño Chucho, como lo conocen.Actualmente la SSPDF utiliza 80 caballos para dar equinoterapia en la base de la Policía Montada, que se ubica en la delegación Iztapalapa, así como en deportivos de las delegaciones Álvaro Obregón y Venustiano Carranza.Las terapias son para todo el público y no tienen costo.Son las 10:30 horas en Ciudad Nezahualcóyotl y Jesús y sus padres salen de su casa, abordan un microbús que los lleva a la Policía Montada, en Cabeza de Juárez. Llegan temprano, a las 11:00 horas, y pese a ello tienen que esperar su turno, pues son muchos niños y adolescentes con discapacidad los que reciben el beneficio, que en sitios particulares es muy costoso (hasta dos mil pesos la sesión de 30 minutos).Por fin le toca su turno, y, tras el pase de lista rutinario, entra al circuito en el que lo espera ya su caballo, que minutos antes ya le había servido a otros menores, pues las terapias se hacen en bloque por la gran cantidad de personas inscritas (más de 500).Las edades y padecimientos son diversos, como lo son los caballos, que deben tener características específicas para tal tarea; sólo así lograrán avances en los pequeños.Son 20 minutos por sesión, los suficientes para relajar al paciente y lograr que se conecte con el caballo, con su trote, con el ritmo y el calor que el animal genera.Una vez que esto se ha conseguido comienzan los ejercicios, que consisten en movimientos de brazos, de piernas, de cuello o simplemente recostarse en el lomo del animal.Jesús sonríe, se recuesta en el tordillo, nada es más importante en ese momento. Ni el frío, que obligó a sus padres a vestirlo con ropa deportiva gruesa, le impide lanzar miradas de alegría a sus compañeros, a los mayores que observan a todos lados.“Los médicos me decían que no tenía posibilidades ni de sobrevivir, pero aquí con el apoyo de las terapeutas ha ido evolucionando, ya camina y vamos avanzando cada día más.“En cada crisis convulsiva adopta una patología diferente, de acuerdo a la que se presente, trabajamos sobre eso. Además su hermanito acaba de nacer hace 11 meses y Jesús está en la etapa de los celos, entonces todo eso lo lleva a comportarse de maneras incorrectas”, comenta Adrián Rojas.La situación de Adrián, en este momento, es doblemente complicada; perdió su trabajo hace unos meses. Eso le ha permitido estar más tiempo con Jesús, pero dificulta mantener el hogar.Trabajo en equipo. Poco más de 38 policías capitalinos participan en la Equinoterapia que ofrece la SSPDF. Álvaro Figueroa Arreola, director de este programa, informó que la rehabilitación es gratuita y está abierta a todo el público. Hasta el momento atienden a 580 personas, de todas las edades, en los tres centros que adecuó la corporación policiaca. El mando aseveró que los beneficios de esta terapia son diversos, desde mejoras emocionales, en cuestiones motrices, físicas, en autoestima, posición y equilibrio, en conducta, entre otras.
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