El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024–2030 marca un cambio de paradigma en la forma de planear en Jalisco: más de 675 mil participaciones ciudadanas le dieron forma, convirtiéndolo en una hoja de ruta sustentable, inclusiva y con visión al 2050. Es un mandato social que obliga al gobierno a responder con responsabilidad, rendición de cuentas y cercanía.
Al respecto, Crónica entrevistó a la Secretaria de Planeación y Participación Ciudadana, Cynthia Patricia Cantero Pacheco, abogada experta en temas de transparencia, rendición de cuentas, participación ciudadana, gobernanza y anticorrupción.

¿Cómo resumiría el proceso de construcción del Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024–2030 y qué lo hace distinto a ejercicios anteriores de planeación en Jalisco?
Este Plan es resultado de un proceso profundamente participativo. No se construyó desde una oficina, sino desde el territorio. Fuimos a las comunidades, hicimos foros, trabajamos con los municipios en cada una de las 12 regiones de nuestro estado. Lo distinto es que no solo escuchamos a especialistas o autoridades, sino a la gente; diseñamos mecanismos para que todas las voces fueran representadas y escuchadas: niñas y niños, personas adultas mayores, pueblos originarios, quienes viven en los municipios del interior del estado y también en zonas urbanas.
Es la primera vez que en Jalisco se construye un Plan Estatal que no parte del escritorio, sino de un mandato social, y eso nos debe llevar a que todas las personas se apropien de él, a que todas y todos los jaliscienses lo hagamos nuestro.
Uno de los aspectos más destacados del Plan fue la histórica participación ciudadana. ¿Qué representa para usted haber recibido más de 675 mil participaciones y cómo se tradujeron esas voces en acciones concretas?
Representa una responsabilidad enorme. Esas más de 675 mil expresiones de participaciones no son números: son personas, propuestas, ideas, preocupaciones y soluciones.
Lo que hicimos fue sistematizar esa información y traducirla en prioridades claras dentro del Plan. Por ejemplo, la demanda por seguridad, salud, transporte digno o cuidado del medio ambiente se refleja en metas, en líneas de acción y en estrategias que ahora guiarán el trabajo del gobierno en los próximos seis años.
Muchas de las preocupaciones que recogimos tienen que ver con cómo garantizamos un desarrollo que sea justo y sustentable. Es decir, que proteja el medio ambiente, cuide los recursos, y al mismo tiempo genere bienestar para las personas, hoy y en el futuro.

Usted ha dicho que este Plan no es solo un documento técnico, sino un mandato social. ¿Qué significa eso y cómo obliga al gobierno a responder de manera diferente?
Sí, para nosotros es un mandato social porque representa lo que la ciudadanía espera, exige y nos ha dicho que necesita para su presente y su futuro; este plan no nació solo del análisis técnico o de gabinete, sino del sentir y pensar de miles de personas en Jalisco, y es el reflejo de ello.
No es un documento para cumplir con un trámite institucional: es la hoja de ruta del futuro de Jalisco, construida con las voces de quienes habitan este estado.
Y eso nos obliga a actuar distinto. Nos exige coherencia entre lo que se planifica y lo que se hace. Ya no basta con cumplir metas en papel; ahora debemos demostrar que esas metas responden a lo que la gente pidió en los foros, en las encuestas, en las visitas a las comunidades.
El Plan es también una promesa de responsabilidad compartida: el gobierno tiene que rendir cuentas, pero la ciudadanía también tiene un papel activo en el seguimiento y la evaluación.
En pocas palabras, este ya no es un plan del gobierno para la gente, es un plan de la gente que el gobierno tiene la responsabilidad de cumplir.

¿Qué sectores y grupos participaron en el proceso y cómo se garantizó que todas las voces fueran escuchadas, especialmente las de grupos históricamente excluidos?
Tuvimos diferentes espacios para trabajar con las y los jaliscienses: foros de temas especializados como seguridad, salud, cuidados; un foro dedicado a los grupos históricamente excluidos como diversidad sexual, personas adultas mayores, indígenas y discapacidades, además de los foros regionales; 22 foros en total. Pero, además, en cada uno de estos espacios, la participación se desdobló en mesas de trabajo donde se analizaron diferentes temáticas acordes a cada uno de los espacios, ya fueran regionales y temáticos.
En estos distintos espacios contamos con la participación de organizaciones de la sociedad civil, empresas, universidades, sindicatos, juventudes, pueblos indígenas, personas con discapacidad, colectivas feministas y comunidades afrodescendientes, entre otras.
Pero no nos quedamos ahí. Para garantizar que la voz de ningún grupo quedara fuera, realizamos una encuesta casa por casa, diseñada con una muestra metodológicamente representativa de las 12 regiones del estado, de todos los grupos de edad y todas las condiciones sociales. Con esto abordamos dos caminos complementarios: por un lado, la participación voluntaria y directa de quienes acudieron a los foros; y por otro, provocamos la participación, yendo a buscar las voces que normalmente no llegan, las que suelen quedarse al margen.
Ese esfuerzo nos permitió construir un diagnóstico más completo y más plural. Porque planear bien significa escuchar bien, y escuchar bien significa incluir también a quienes históricamente han sido silenciados.
Esto nos permitió que, por primera vez, el Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza incorpora un apartado específico para la visibilización y atención prioritaria de grupos históricamente excluidos, reconociendo que no todas las personas parten de las mismas condiciones para ejercer sus derechos. Este apartado contempla las necesidades particulares de niñas, niños y adolescentes; juventudes; mujeres; personas adultas mayores; personas con discapacidad; pueblos originarios; personas de la diversidad sexual; personas migrantes y personas cuidadoras. Su inclusión representa un paso trascendental hacia una planeación más justa, inclusiva y sensible a las desigualdades estructurales que persisten en nuestro estado.
Ya se presentó el Plan al Congreso del Estado. ¿Cómo ha sido el diálogo con las y los diputados y qué sigue en este proceso legislativo?
El diálogo con el Congreso ha sido abierto y de retroalimentación. El Poder Legislativo tiene un papel fundamental en este proceso, y considero como un acierto el acuerdo de la Junta de Coordinación Política, de invitar al Poder Ejecutivo a presentar el Plan Estatal y dialogar sobre él; por eso, a través de las distintas Coordinaciones Generales, secretarías y organismos públicos descentralizados, hemos presentado el contenido del Plan, explicando cómo se construyó, cuáles son sus estrategias y metas, y sobre todo, cuál es su fundamento ciudadano.
Las y los diputados han sido receptivos, pero también críticos, lo cual valoramos mucho. Ya han comenzado a compartir observaciones y propuestas, que estaremos analizando una vez que se remitan oficialmente al Poder Ejecutivo.
Para nosotros, lo más importante es que se reconozca el carácter ciudadano de este documento. No es un plan de un gobierno en turno, es un plan de Estado, construido con la gente y para el futuro de todas y todos los jaliscienses.
¿Cuál es la importancia de que este documento —el más importante de planeación en el estado— se ponga a disposición pública y sea revisado también por la ciudadanía?
Porque el Plan no es un documento para guardarse; es una herramienta viva que debe estar en manos de todas y todos. Lo importante no es que sea público, sino que sea útil y que esté constantemente en el escrutinio público. Queremos que cualquier persona pueda conocerlo, entenderlo y utilizarlo, ya sea para impulsar iniciativas desde su comunidad, para participar en los procesos de seguimiento y, sobre todo, para exigir el cumplimiento de lo que ahí se plasmó.
La socialización del Plan será indispensable para que la ciudadanía no solo sepa qué se va a hacer, sino también con qué indicadores se medirá. Por eso, no basta con publicarlo: estamos trabajando para que la información sea clara, accesible y esté disponible en distintos formatos y lenguajes, incluyendo versiones resumidas y visuales.
Además, el Plan servirá como base para activar nuevos mecanismos de participación ciudadana: espacios de consulta, seguimiento, evaluación y rendición de cuentas donde la gente pueda involucrarse de forma real y constante. Creemos que la planeación no se agota con el documento aprobado: se fortalece cuando se vuelve parte de la vida pública y cotidiana de las y los ciudadanos.

El Plan Estatal contiene los grandes objetivos, pero ¿cómo se bajarán a tierra estas metas y estrategias? ¿Qué debemos esperar de los Planes Sectoriales y Regionales en la implementación?
El Plan Estatal nos dice hacia dónde vamos, pero lo importante es cómo llegamos. Por eso, una vez definido ese rumbo, lo que sigue es ponerlo en práctica de forma muy concreta en tres niveles: por tema, por región y por municipio.
Primero, los grandes rubros del gobierno como seguridad, desarrollo económico, desarrollo social y gestión del territorio se aterrizan en lo que llamamos Planes Sectoriales. Ahí se define qué tiene que hacer cada Secretaría, con qué metas y cómo se va a medir. Es decir, del “qué queremos lograr” pasamos al “cómo lo vamos a hacer”.
Luego están los Planes Regionales, que reconocen que Jalisco es un estado diverso. Cada región tiene necesidades distintas, y por eso los municipios se organizan en consejos regionales para definir, de manera conjunta, con participación de los municipios y de la gente que vive ahí, estrategias para impulsar el desarrollo.
Por otra parte, cada uno de los 125 municipios del estado tiene su propio Plan Municipal de Desarrollo, aprobado por cada cabildo y en el que se toma en cuenta lo que la comunidad necesita a nivel local: calles, servicios, medio ambiente, seguridad, etc. Y debe estar conectado con el Plan Estatal para que todo camine en la misma dirección.
En conjunto, estos instrumentos aseguran que lo que se planeó desde una visión integral del estado, se lleve a la práctica de manera sectorial, territorial y local, permitiendo que el desarrollo se viva en el territorio, en las comunidades y en cada rincón de Jalisco.
En otros espacios ha mencionado que será la propia ciudadanía quien se encargue de evaluar y revisar que se cumplan estos grandes objetivos del Plan. ¿Cómo será este proceso?
Vamos a poner en marcha un sistema de seguimiento ciudadano. No se trata solo de auditorías técnicas: queremos que la gente participe activamente en evaluar si las acciones del gobierno responden a lo que pidieron. Habrá tableros de indicadores públicos, espacios de participación continua, mesas de evaluación con sociedad civil y mecanismos de retroalimentación. Queremos que el seguimiento sea abierto, transparente y sobre todo útil para corregir el rumbo si es necesario.

Una vez aprobado formalmente el Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza, ¿qué sigue para Jalisco? ¿Cuál es el siguiente gran paso desde la Secretaría de Planeación y Participación Ciudadana?
Lo que sigue es hacer realidad esta hoja de ruta. Porque ahora tenemos claro hacia dónde vamos: el Plan nos da esa brújula, esa visión compartida de lo que queremos para Jalisco, no solo en seis años, sino pensando en un futuro sustentable hacia el 2050.
Desde la Secretaría, nuestro trabajo será coordinar que todas las dependencias del gobierno alineen sus programas, presupuestos y decisiones al Plan Estatal. Es decir, que lo que se escribió, se haga.
También viene una etapa clave de capacitación, diseño de políticas públicas y evaluación. Pero quizá lo más importante es que no dejaremos de escuchar. Porque este Plan no se cierra con su aprobación, al contrario. La planeación participativa significa que seguimos construyendo juntos, que el diálogo con la ciudadanía es permanente, y que la gente no solo opinó en el diagnóstico, sino que también tendrá voz en la ejecución, el seguimiento y la mejora continua; es decir, la planeación no se termina con la aprobación del Plan, se fortalecerá cada día en el diálogo con la ciudadanía.