En esta ocasión comentaremos acerca de la volatilidad del peso mexicano en tiempos recientes que ha sido un tema de considerable interés y preocupación tanto para economistas como para inversores y ciudadanos. Este fenómeno ha sido influido por una serie de factores endógenos y exógenos que van desde políticas fiscales y monetarias hasta eventos internacionales y cambios en los mercados financieros globales.
Uno de los principales factores que han contribuido a la volatilidad del peso mexicano es la política fiscal y monetaria implementada por el gobierno. La gestión del gasto público, los niveles de deuda y las tasas de interés han tenido un impacto directo en la percepción de estabilidad económica. Además, la incertidumbre política ha generado fluctuaciones en la confianza de los inversionistas.

La política fiscal de México en 2025 ha estado marcada por intentos de equilibrar el presupuesto y reducir el déficit fiscal. Sin embargo, los desafíos derivados de una economía que aún no se recupera de los dramáticos errores en la conducción de la política económica durante la pandemia de COVID-19 han complicado estos esfuerzos. Los ajustes en el gasto público y las reformas tributarias han tenido repercusiones en el tipo de cambio del peso.
El Banco de México ha jugado un papel crucial en la gestión de la volatilidad del peso. A través de la manipulación de las tasas de interés y las intervenciones en el mercado cambiario, ha buscado estabilizar la moneda. No obstante, las decisiones tomadas han sido objeto de debate, ya que equilibrar la lucha contra la inflación con el impulso al crecimiento económico (aunque este no es su mandato constitucional) ha sido una tarea ardua.
Por otro lado, el contexto global ha sido igualmente determinante en la volatilidad del peso mexicano. Las relaciones comerciales, los movimientos en el precio del petróleo y las decisiones del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos han influido significativamente.
El tema del comercio internacional es fundamental; México, siendo una economía abierta y fuertemente dependiente del comercio exterior, ha visto su moneda afectada por las fluctuaciones en las relaciones comerciales. Los cambios en tratados y acuerdos, así como conflictos comerciales, han tenido un impacto directo en la demanda de la moneda nacional.

Otro factor importante es el precio del petróleo que continúa siendo una de las principales exportaciones de México y este vaivén de precios del energético ha sido un factor clave. Las fluctuaciones en los precios internacionales del crudo han generado variaciones en los ingresos del país, afectando la estabilidad económica y, por ende, la cotización del peso.
El banco central de nuestro principal socio comercial (el FED) y sus políticas monetarias, especialmente los ajustes en las tasas de interés, han tenido repercusiones en el flujo de capitales hacia economías emergentes como la mexicana. Las decisiones tomadas en Washington resuenan fuertemente en la estabilidad del peso mexicano.
Aunque esta volatilidad del peso se da en ambos sentidos esto no solo ha tenido impactos en los mercados financieros, sino también en la economía real y la vida cotidiana de los mexicanos. La inflación, la capacidad de compra y las inversiones se ven directamente afectadas y estas variaciones en el tipo de cambio han influido en los precios de bienes y servicios, generando presiones inflacionarias. La capacidad de compra de los ciudadanos se ve afectada cuando la moneda se deprecia, encareciendo productos importados y servicios dolarizados.
Es fundamental la estabilidad macroeconómica pues la incertidumbre cambiaria afecta la decisión de los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros. La percepción de riesgo asociada a la volatilidad del peso puede provocar una disminución en la inversión directa y en portafolio, ralentizando el crecimiento económico.
Mirando hacia el futuro, es esencial considerar las medidas que pueden ser tomadas para mitigar la volatilidad del peso mexicano. Las políticas públicas deben enfocarse en fortalecer la estabilidad económica y mejorar la percepción internacional de la economía mexicana.
Una gestión prudente y equilibrada del gasto público, junto con políticas monetarias que prioricen la estabilidad, puede ayudar a reducir la volatilidad, aunque resulta difícil creer que se pueda lograr fácilmente, la coordinación entre las diferentes ramas del gobierno y el Banco de México.