En muchas ciudades del mundo, la bicicleta se ha convertido en un símbolo de modernidad. No porque implique necesariamente alta tecnología, sino porque representa una visión humana, sostenible y democrática del espacio público. En Ámsterdam, más del 60 % de los traslados cotidianos se realizan en bicicleta gracias a un diseño urbano consciente, infraestructura continua y una autoridad que actúa.
En la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), en cambio, caminar o pedalear es sobrevivir. La experiencia urbana cotidiana está marcada por banquetas destruidas, incompletas, obstruidas, ciclovías interrumpidas, vehículos mal estacionados y autoridades que no sancionan nada y a nadie. A pesar de contar con una legislación avanzada en movilidad y derechos ambientales, el derecho de caminar y pedalear sigue siendo una utopía urbana.
I. Banquetas invadidas, ciclovías inexistentes: una ciudad en contra sus ciudadanos
En las calles de Guadalajara, la movilidad es una carrera de obstáculos. Las banquetas están invadidas por puestos semifijos, cuando están libres, es porque están en pésimas condiciones, imposibles para una madre con una carriola, un abuelo en bastón y una persona en bicicleta coexistir en un traslado cotidiano. El peatón no camina, se desvía; no transita, se adapta.
Para los ciclistas, la realidad es igualmente adversa. Aunque la ciudad presume ciclovías, en la práctica son franjas de pintura que desaparecen en cada crucero, sin segregación física, sin continuidad ni mantenimiento. En muchos casos, los carriles exclusivos para bicicletas son invadidos por automóviles con absoluta impunidad. La bicicleta, que debería ser alternativa de transporte limpio y seguro, es relegada a un acto de valentía.

II. El marco legal: claro en el papel, ignorado en la calle
Desde 2022, Jalisco cuenta con una Ley de Movilidad, Seguridad Vial y Transporte que coloca al peatón como eje central del sistema de movilidad y en teoría establece banquetas en excelentes condiciones considerando a niños, adultos mayores, personas con movilidad reducida (art. 25). La ley prohíbe obstrucciones en banquetas, andadores y ciclovías (art. 29,30 y 31) y faculta a los municipios a retirar de inmediato cualquier objeto, vehículo o estructura que interfiera el paso. (art. 155 del Reglamento de Movilidad de Guadalajara)
A nivel municipal, el Reglamento de Movilidad de Guadalajara refuerza estas disposiciones al sancionar el estacionamiento indebido en banquetas, rampas o ciclovías y permitir el retiro con grúa. Por su parte, el Reglamento para el Funcionamiento de Giros Comerciales prohíbe autorizar puestos fijos o semifijos que bloqueen el paso peatonal.
Pero esta estructura legal choca con la realidad: permisos que contradicen la ley, negocios tolerados que invaden espacios públicos y un sistema de inspección débil, ausente o corrompido. En Guadalajara, lo que está prohibido en el papel se permite en los hechos. Las leyes existen, pero no se aplican.
III. El gandalla urbano: símbolo de la impunidad cotidiana
El problema no es únicamente estructural, sino cultural. En el imaginario tapatío, el “gandalla” se ha instalado como una figura tolerada: el que se estaciona en la rampa de discapacitados “solo un momento”; el que monta su puesto de tacos sobre la ciclovía o sobre la calle o la banqueta; el que convierte la banqueta en extensión de su cochera particular.
La ciudad ha sido privatizada por el abuso, y la autoridad lo permite. Las grúas son anecdóticas, las inspecciones municipales operan con criterios laxos y las sanciones rara vez se ejecutan. Así, la calle —que debe ser un bien común— es ocupada por quienes gritan más fuerte, pagan un permiso discrecional o simplemente se apropian del espacio sin consecuencias.
IV. El Movimiento Anti Gandalla: recuperar lo que es de todos
Frente a esta realidad, debemos buscar la recuperación del espacio público desde la acción legal, la visibilidad digital y la exigencia ética: el Movimiento Anti Gandalla.
Su consigna es clara: “El espacio público no se roba, se respeta.”
Entre sus herramientas están:
● El uso del hashtag #AntiGandallaGDL para denunciar invasiones de banquetas, ciclovías y rampas.
● Campañas de stickers o plantillas ciudadanas con frases como “Esto no es cochera” o “Aquí se estacionó un gandalla”.
Este movimiento no es contra el comercio ni el automovilista, sino contra el abuso impune y la indiferencia institucional. Todos debemos respetar la ley, ya que todos al menos somos en lun momento peatones.
V. ¿Qué se necesita para cambiar la ciudad?
La solución no está en más discursos ni en pintar ciclovías simbólicas. Se requiere:
- Aplicación inmediata y constante de la ley
○ Grúas funcionando 24/7.
Multas reales, progresivas y visibles.
○ Retiro de permisos a negocios reincidentes.
- Rediseño del espacio urbano con justicia social
○ Banquetas continuas, amplias y accesibles.
○ Ciclovías conectadas y segregadas físicamente.
- Auditoría de licencias y permisos
○ Revisión integral de todos los permisos otorgados en vía pública.
○ Relocalización de comercios cuando invadan zonas peatonales o ciclistas.
- Educación vial y cultura ciudadana
○ Campañas escolares y masivas sobre movilidad no motorizada.
○ Cursos obligatorios en escuelas de manejo.
- Voluntad política real y presupuesto
○ Inversión en infraestructura peatonal y ciclista.
○ Integración del derecho a la movilidad activa en todos los planes de desarrollo urbano.
VI. El respaldo internacional (y la simulación local): Escazú y el derecho a la ciudad sustentable
La lucha por banquetas libres y ciclovías funcionales también tiene respaldo internacional. Desde 2021, México es parte del Acuerdo de Escazú, un tratado ambiental que garantiza:
● El acceso a la información ambiental.
● La participación ciudadana en decisiones sobre el entorno.
● La protección legal de quienes defienden el medio ambiente.
En Jalisco el jueves 22 de mayo la Consejería Jurídica del Gobierno del Estado como la Suprema Corte de Justicia de la Nación presentaron en la Casa de la Cultura Jurídica un evento sobre la implementación del acuerdo de Escazú. Pero mientras eso ocurre, el ciudadano sigue sin poder caminar con seguridad o pedalear sin arriesgar su vida. La ley ambiental más avanzada de América Latina se convierte en retórica hueca cuando no se aplica en la calle.
Escazú obliga a proteger no solo a los bosques, sino también al entorno urbano, al espacio público, a quienes luchan por una ciudad justa. Cumplir ese tratado empieza por lo básico: garantizar que nadie invada la calle que nos pertenece a todos. Los gobernantes solo quieres aparecer en la foto y creer que todo está funcionando bien, cuando la realidad es definitivamente otra.
VII. Acción ciudadana: #AntiGandallaGDL
La defensa del espacio público como bien común tiene que cobrar mayor fuerza ante la ausencia y complicidad de la autoridad.
Debemos comenzar los ciudadanos a retirar obstáculos ilegales en banquetas, rampas y ciclovías, y a denunciarlos públicamente.
Hoy más que nunca es momento de fortalecer esa participación colectiva con herramientas legales, digitales y mediáticas. Por eso, invitamos a toda persona que camina, pedalea o simplemente defiende el derecho a un espacio urbano digno a:
● Documentar las invasiones al espacio público.
● Compartir fotos o videos con evidencia respetuosa pero firme.
● Usar el hashtag #AntiGandallaGDL para visibilizar los abusos y exigir acción.
Porque el derecho a caminar y pedalear no es un privilegio. Esto es la base de una ciudad libre, limpia y justa.

Dr. Manuel Estévez, doctor en derecho