Impactos potenciales en los mercados y la estabilidad económica mundial

Una conflagración armada entre Irán e Israel es una realidad que genera profundas preocupaciones no solo en términos de seguridad internacional, sino también por las implicaciones económicas globales que puede acarrear.
Los dos países son actores clave en una región estratégica, rica en recursos y con una trascendencia geopolítica que afecta a las naciones de todo el mundo.
Este artículo intenta explorar las posibles repercusiones económicas del enfrentamiento directo entre estas dos potencias en el panorama global.
El impacto más inmediato y característico de un conflicto entre Irán e Israel sería obviamente sobre los precios en el mercado mundial de petróleo y gas. Irán es uno de los principales exportadores de petróleo en el mundo, y gran parte de este comercio se realiza a través del estrecho de Ormuz, una ruta marítima estratégica por donde transita aproximadamente el 20 % del suministro global de petróleo.
Dada la escalada bélica, el estrecho de Ormuz podría cerrarse parcial o totalmente, provocando un aumento drástico en los precios del petróleo. Este escenario repercutiría en los costos energéticos globales, afectando tanto a las economías desarrolladas como a las emergentes. La volatilidad resultante podría llevar a un aumento de la inflación, ralentización del crecimiento económico y posibles recesiones en naciones dependientes de la importación de energía.
La incertidumbre generada por un conflicto de esta magnitud también sacudiría los mercados financieros. Históricamente, los enfrentamientos en el Medio Oriente han llevado a una disminución de la confianza de los inversores, lo que tiene como consecuencia la caída de las bolsas de valores y el aumento del precio de activos considerados refugios seguros, como el oro y los bonos del Tesoro estadounidense.
Habrá que esperar también que las cadenas de suministro globales, que ya han mostrado vulnerabilidades en años recientes debido a la pandemia de COVID-19, la crisis de aranceles estadounidense y otros conflictos internacionales, podrían enfrentar nuevos obstáculos. Esto tendría un efecto dominó en diversos sectores, desde la tecnología hasta la industria manufacturera.
Un conflicto entre Irán e Israel no se limitaría a estos dos países; es probable que involucrara a otras naciones y actores no estatales de la región, lo que podría desestabilizar completamente al Medio Oriente. Países como Arabia Saudita, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, junto con potencias globales como Estados Unidos, Rusia y China, podrían verse arrastrados directa o indirectamente al conflicto.
De seguro esta desestabilización afectará rutas comerciales clave y generaría un impacto negativo sobre el comercio internacional. La región es un puente comercial esencial que conecta Asia, África y Europa, y cualquier interrupción podría tener repercusiones económicas significativas.
Más allá de los mercados y el comercio, el impacto humanitario de un conflicto armado tendrá consecuencias económicas indirectas pero profundas. Millones de personas podrían verse desplazadas, lo que aumentaría la presión sobre los sistemas de refugio y asistencia en países vecinos y a nivel internacional. Los flujos migratorios masivos afectan a las economías locales y, en ocasiones, amplifican las tensiones sociales y políticas en las regiones receptoras.
El mundo no puede subestimar el impacto económico de un conflicto directo entre Irán e Israel. Los efectos se sentirían en cada rincón del planeta, desde el precio del petróleo hasta la estabilidad de los mercados financieros y las rutas comerciales globales. La economía global, ya frágil por otras crisis recientes, podría enfrentar un desafío sin precedentes si esta confrontación llegara a profundizarse.