Hoy, el compromiso de los colaboradores es mucho más que un KPI: es la fuerza viva que define a cada organización. No se limita a la satisfacción laboral o los incentivos materiales, lo que realmente impulsa a un equipo es una profunda conexión emocional con el propósito de la organización. De cara a este contexto el storydoing surge como la evolución natural de la comunicación interna, trascendiendo el simple “contar” para transformarse en “hacer” y de esta manera construir un compromiso genuino y perdurable.
El storytelling ha sido un pilar fundamental para dar forma a la visión, los valores y la cultura de una empresa. Una narrativa bien construida puede, sin duda, inspirar y alinear a un equipo bajo un objetivo común.
Hoy, con una avalancha informativa tan feroz, la mera narración se queda corta y es justo aquí donde el storydoing toma relevancia. Si el storytelling se limita a “decir”, el storydoing es la materialización de esa narrativa en acciones tangibles y comportamientos consistentes. Es la coherencia entre el discurso y la práctica, el verdadero “predicar con el ejemplo” llevado al ámbito organizacional. Es cuando la historia no solo se escucha, sino que es vivida y experimentada por el propio colaborador.
La implementación efectiva del storydoing impacta directamente en el compromiso de los colaboradores. Cuando una organización dice una cosa y hace otra, la credibilidad se debilita, pero cuando audio y video checan y lo que se dice con lo que se hace también, el storydoing da paso a una autenticidad robusta. Los colaboradores, en lugar de solo oír los valores, los experimentan directamente en las decisiones cotidianas y en la conducta de los líderes. Esta congruencia es la piedra fundamental de una confianza profunda y de un engagement genuino.
Subamos un escalón más y pensemos qué cuando los colaboradores son participantes activos en la construcción de la historia de la empresa a través de sus propias acciones, su trabajo adquiere un significado mucho más profundo, se convierten en protagonistas que contribuyen a una narrativa viva. El sentido de propósito compartido y la vivencia de los valores generan un arraigado sentimiento de pertenencia. La cultura de una organización se define por cómo se vive día a día y el storydoing transforma los valores culturales en experiencias tangibles. Si se valora la innovación, el storydoing se verá reflejado en espacios para la experimentación, la tolerancia al error y el reconocimiento de nuevas ideas. Estas acciones concretas solidifican la cultura y la hacen palpable para todos.
Cuando las personas comprenden el “por qué” de su trabajo y cómo sus acciones se van de la mano con la narrativa y el propósito de la empresa, su motivación se verá como su motor interno. El storydoing inspira a ir más allá de las tareas básicas, es sentirse parte activa de una historia que vale la pena construir. Las organizaciones que demuestran sus valores a través del storydoing se vuelven imanes para el talento, hoy en día los candidatos buscan empresas con un propósito claro y una cultura auténtica. Los colaboradores que experimentan esta coherencia son más propensos a permanecer, lo que reduce la rotación y fomenta la lealtad a largo plazo generando impacto positivo.
Convertir el relato en realidad
Para ir del storytelling al storydoing efectivo y maximizar el engagement, las organizaciones deben implementar acciones concretas. Los líderes son los principales “storydoers”, deben encarnar los valores y la visión de la empresa en cada interacción y decisión. Si la transparencia es un valor, los líderes deben ser transparentes en su comunicación y acciones. Parafraseando a Simon Sinek en “Start With Why”, la gente no compra lo que haces, compra por qué lo haces, y los líderes son los principales transmisores de ese “por qué” a través de sus acciones.
Es muy importante empoderar a los colaboradores para que compartan sus propias historias de cómo viven los valores de la empresa, ya sea a través de post, videos, testimonios, etc. Estas historias auténticas tienen un poder inmenso para inspirar y validar la cultura.
El compromiso auténtico se construye sobre la base de una comunicación bidireccional efectiva donde los empleados puedan hacer preguntas, dar feedback y ver cómo sus aportaciones influyen en las decisiones, mostrando los desafíos y éxitos de manera abierta. El reconocimiento no debe limitarse solo a los resultados, sino también a las acciones y comportamientos que llevaron a ellos y que reflejan los valores de la compañía. Contar la historia detrás de un logro, destacando el esfuerzo, la colaboración o la creatividad, es clave. Involucrar a los colaboradores en proyectos de impacto social o ambiental que la empresa apoya, realizar jornadas de voluntariado y proyectos comunitarios donde puedan ver y sentir el impacto de sus acciones, también es vital.
Finalmente, desde el primer día, es fundamental integrar a los nuevos colaboradores en la cultura del “hacer” a través de proyectos de buen onboarding y actividades que les permitan experimentar los valores de la empresa de primera mano.
En resumen, el storydoing no es simplemente una herramienta, sino la estrategia esencial para generar un compromiso profundo y duradero en los colaboradores. Consiste en transformar las narrativas corporativas en acciones tangibles y experiencias plenamente vividas. Es un camino hacia una cultura más auténtica, un propósito más claro logrando un equipo verdaderamente comprometido, capaz de llevar la historia de la empresa más allá de las palabras.