
Queda claro, no hay tribunales colegiados perfectos, la Suprema Corte saliente, nos quedó a deber, sus deudas fueron reconocidas tardíamente por sus miembros, porque las conocieron en la consulta y foros previos a la reforma judicial.
Pero a pesar de sus defectos funcionaba, lo hacía de manera honorable, con altura y alta dignidad, producía criterios estudiados, dirimía controversias, ejercía el más alto nivel de inteligencia, argumentativa jurídica de México y mantenía alumbrado el sistema judicial.
Su extinción inminente no fue culpa de la ministra presidente ni de las mentes brillantes que la integraron, que lucharon con valentía y honor en esta última etapa; para ellos mi reconocimiento personal, el de la historia y el respeto de los abogados de México que amamos los valores de la justicia.
Sus talentos, eran jurídicos, no políticos y no pudieron superar el embate perverso del obradorato, sus porros y efecto corruptor que la atacaron sometiéndola a ataques groseros, miserables perpetrado por gatilleros de todos niveles en campañas de odio y calumnias permanentes que no cesan.
La perversión alcanzó umbrales inusitados, entre otros, el sometimiento de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal postrada al servicio de Morena puesta a litigar contra la Suprema Corte en una ofensiva insultante.
La Corte cayó por la inoculación de elementos sin mérito personal para desempeñar ese cargo que arribaron por compromisos ideológicos, políticos o de negocios con Andrés Manuel, con instrucciones de dinamitarla; cayó también por la presión mediática de calumnias orquestadas desde el poder ejecutivo quién maquinó su estrangulamiento financiero.
El golpe definitorio, que además desmoralizó su resistencia, fue el cobarde y antipatriótico voto del ministro Pérez Dayán complementando el de quienes votaron en el mismo sentido.
¿QUE TENDREMOS?
Los que arribarán a ese cargo, no tienen las luces personales para ejercerlo, será como poner a estudiantes de medicina a realizar neurocirugías, no tienen méritos personales, ni académicos, no están precedidos de trayectorias judiciales que justifiquen su nombramiento, su gestión inevitablemente será sujeta a la improvisación y dependiente al 100% de las luces que les aporten secretarios y personal de apoyo.
¿QUE EXPLICA SU DESIGNACIÓN?
Nada, absolutamente nada compatible con lo sensato.
No hay nada razonable que lo justifique.
Ninguna inteligencia por modesta que sea, ni morenista, podría aducir que el pueblo los estudió, conoció y se movilizó para postular próceres de la justicia conocidos sólo en sus casas.
Su surgimiento disruptivo e inexplicable bajo parámetros razonables, venidos a Ministros, inevitablemente nos recuerda el sistema de selección que establecieron los fundadores de Morena cuando eran priistas, que retrata de manera cruda la película “La Ley de Herodes”.
La escena, que seguramente Usted recuerda, narra la manera como el gobernador de un estado, se ve en la necesidad de nombrar a un alcalde sustituto y le instruye al presidente del partido “encuentra a alguien que no sea muy listo” el presidente del partido ya le llevaba propuestas y al analizar la tercera opción, el gober pregunta “¿Y este que se parece a tin tan?”, responde el presidente del partido, “lleva años en el partido, … “es buena persona y creo que si acepta”, el gobernador le cuestiona, con suspicacia “¿A qué te refieres con buena persona?”, la respuesta no fue precedida de duda es “ …a que es medio pendejo”, la respuesta del gober, fue inmediata y con una sonrisa socarrona que nos recuerda una del sexenio pasado, “….¡Este es el bueno!.
El propio Andrés Manuel nos impuso ese recuerdo en el México electoral morenista, cuando afirmó que “no se necesitaba experiencia para ser juez y que podían hacerlo muchachos recién egresados”; fue él quien pidió se modificara su proyecto para que las propuestas se restringieran a abogados con menos de 5 años de experiencia; ¿Por qué creé?
Exacto, por eso.
En realidad, no sabremos jamás los detalles del financiamiento y del por qué, desde Palenque, emanaron las órdenes para solventar campañas en todas las ínsulas indígenas de México, para que indígenas de todo el país votaran por el menos conocido, para hacerlo ministro presidente; tampoco conoceremos con exactitud las razones por las que impulsaron las demás candidaturas a ministros.
¡YA NOS DEBE LA NUEVA CORTE!
Así las cosas, arribarán ministros ideologizados, sumisos obedientes al Peje, actuarán politizados, abdicando de su deber de autonomía, imparcialidad y virtud en el servicio de impartición de justicia.
Desde hoy, estamos en condiciones de anticipar el sentido de los fallos que cuestionen la inconstitucionalidad de leyes que fabrique el morenato y de todos aquellos litigios que interesen al gobierno, no hay duda que sobrevendrá la absolución a Arturo Zaldivar y su fétida corrupción.
La Suprema Corte, entrante nos debe desde ahora, su legitimidad como órgano impartidor de justicia, fue producto de un golpe de estado miserable y una reforma nacida del odio y obsesión de adueñarse políticamente del Poder Judicial Federal.
El faro de que para la justicia ha significado la Suprema Corte aún emproblemada, lenta, tortuosa, al final iluminaba, de manera clara, con luz blanca, cálida, esperanzadora.
Se acabará en unas horas para dar paso a una luz guinda, opaca con un pestilente hedor a humillación.
José Carlos González Blanco.