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Columna: ‘Con-Ciencia Política’

Norma Piña, luz de una jurista pura en tiempos de oscuridad

VALOR. Norma Piña enfrentó el embate del poder político obsesionado por capturar al Poder Judicial.

La épica o el heroísmo, consiste en estar ahí, en intentarlo.

Anónimo.

La vida tiene sus ironías, quiso la historia que a la primera ministra mujer le tocaran los tiempos más oscuros en la Suprema Corte y fuera víctima de otra mujer, la primera presidente de México.

Estos tiempos de oscuridad los padece todo México con el gobierno más mediocre, corrupto y destructivo de que se tenga memoria a manos del obradorato y su efecto corruptor.

Norma Piña enfrentó el embate del poder político obsesionado por capturar al Poder Judicial, ofensiva en la que sufrió ataques personales, la ignominia de la calumnia sistémica e impune y una campaña mediática sin escrúpulos perpetrada desde el Poder Ejecutivo.

BATALLA SIN CUARTEL

Luchó con las armas de la razón, por la defensa de los altos valores judiciales como la independencia, imparcialidad, carrera judicial, autonomía, transparencia, ética, pero lamentablemente prevaleció el poder político dominante del legislativo, respaldado por porros y un partido de miserables que impusieron la destructiva reforma judicial.

La caída del Poder Judicial Federal y su nueva condición de sumiso al poder político, marca el fin de una época del estado mexicano como lo conocimos, con división de poderes y la prohibición constitucional de que más de un poder se ejerza por una sola persona o institución.

A partir de ahora, la justicia se subordinará a intereses políticos, quedó sujeta, de manera descarada, a intereses partidistas, al mejor postor.

OPERADORES DEL PODER POLÍTICO

En la Suprema Corte, no habrá juristas puros, sólo operadores del poder político, subordinados al obradorato y esta mutación propia de la antidemocracia impide que en los juristas de México exista un respeto a su nueva integración.

Por eso el ejemplo y presencia de Norma Piña son luz en estos tiempos difíciles, dio la cara con plenitud de dignidad, a la altura de quién se formó en una carrera de muchos años abrazando la justicia debida, sin humillarse a las formas políticas de un estado convulso.

En la locura de la defenestración, la historia por ahora la escribirán en tinta guinda, turbia; pero la verdadera, será contada por juristas sabios que conocieron la altura ética e intelectual de la auténtica Suprema Corte antes de su defenestración, registrará esa luz en toda su magnitud y describirán a la última presidente como una jurista pura, gran mujer, noble y valiente.

RESPETO Y RECONOCIMIENTO DE LA HISTORIA

Honor a esas mentes brillantes que, con ella, integraron esta última etapa de la Suprema Corte y de todo el Poder Judicial Federal; para ellos el respeto y reconocimiento de la historia.

Por triste que sea, la nueva Suprema Corte de Justicia, jamás alcanzará respetabilidad por ser producto de un golpe de estado, por prestarse a ceremonias con rituales de pueblos indígenas y simular honrar un bastón de mando surgido de la ocurrencia circense.

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