
“Los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos, tarde o temprano”
Voltaire
Un país sin oferta real de justicia, tiene roto su estado de derecho y camina al caos social.
Previo a entrar al tema, reconozco a los hombres y mujeres ejemplares que con pasión dejan su vida en tribunales abrazando las causas de la justicia, haciendo su trabajo con toda dignidad, son secretarios, jueces y magistrados entre otros, que con autenticidad se esfuerzan en hacer bien su trabajo, a ellos todo mi respeto, consideración y solidaridad.
Salvando lo anterior, le contaré brevemente sobre algunos ámbitos de la justicia.
LA JUSTICIA ACTUAL
La procuración de justiciapenal, es ridícula, casi inexistente, las fiscalías, tienen 98% de ineficacia, mismo porcentaje de desconfianza social y corrupción, el impulso de causas está condicionado a la dádiva clandestina, tardan años, la restitución es una falacia, los delincuentes se saben impunes, toda la sociedad vulnerable y víctima; ya ni siquiera denuncia.
Se politizó, convirtió fiscales en “rottweilers” al servicio de Morena, traficaron asuntos penales para comprar mayorías legislativas y lealtades de políticos sucios, mantiene impunes a homicidas, narcos, extorsionadores, al Peje, sus hijos, socios y a corruptos.
Los tribunales enfrentan la problemática de juzgar frente acusaciones formuladas con extrema irregularidad.
La laboral, agraria, civil, mercantil y familiar tiene atrasos lamentables, sus procedimientos suelen ser abigarrados e inentendibles para personas comunes, son muy lentos y entorpecidos por el abuso del derecho de postulantes.
La justicia administrativa y de amparo, es excesivamente tardada y formalista, generalmente resuelven o para consolidar la arbitrariedad de la autoridad o para reponer procedimientos; rarísimamente se pronuncian por el fondo; cuando lo hacen es consecuencia de juicios sucesivos en los que se discute esencialmente lo mismo y la autoridad tuvo oportunidades para corregir.
La justicia electoral, ¡ES UNA PATÉTICA FARSA!, mientras el nombramiento de magistrados, necesite aprobación partidista y los presupuestos para operar dependan del gobierno, no habrá imparcialidad, ni autonomía; si la hubiere, jamás se habrían validado sobre representaciones espurias, alianzas partidistas que vulneran principios democráticos, ni tolerado campañas inequitativas pagadas por narcos ni la presencia de cárteles operando casillas, ni sancionado a candidatos honorables vinculados sin su consentimiento en acordeones difundidos por Morena.
Los procedimientos de justicia operados por el gobierno, como permisos, licencias, cobro o devolución de impuestos, aportaciones obrero patronales, inspecciones, temas aduaneros, imposición de multas, responsabilidades administrativas, se volvieron aberrantes umbrales de corrupción, son el mayor generador de violaciones a garantías constitucionales.
LA DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA
El verdadero problema de la ineficacia en la procuración e impartición de justicia a partir del 2018 es el estrangulamiento presupuestal y la politización del sistema, se volvió frecuente que justiciables necesitaran llevar papel a las instituciones para imprimir acuerdos o sentencias en sus asuntos.
Al gobierno de los últimos 7 años, no le importó el mérito, ética, pudor, honor, ni el sufrimiento de la sociedad necesitada de justicia, al contrario, prostituyó las instituciones cooptando a fiscales o delincuentes como Zaldívar que monetizaron y politizaron la justicia y a tribunales electorales que consintieron aberraciones.
El problema es estructural, sistémico, de diseño normativo y operativo, empeora por la falta de creatividad para reorganizarse que permita superar el abrumador volumen que los pasma y colapsa.
El asunto se agrava por la injusticia subyacente de ser operado por trabajadores que no han recibido incrementos de sueldo desde hace años y ello produce fuga sistémica de talentos.
El costo de la ineficiencia, es altísimo, invisibiliza y naturaliza la injusticia, produce una insatisfacción generalizada en la sociedad, peligrosos sentimientos de frustración y deseos de venganza.
Su desdén evolucionó a odio y obsesión por adueñarse de la Suprema Corte, lo logró con la impúdica reforma judicial que cuasi terminó con la autonomía e independencia de las instituciones judiciales, en muchos casos impuso anodinos, afortunadamente, hay valiosas excepciones, que ya tenían carrera judicial.
LOS VACÍOS SE LLENAN Y LA REALIDAD SE IMPONE
Ante la ineficiencia del sistema, la sociedad necesita resolver sus conflictos y se impone la cruda realidad.
La frustración y subsistente necesidad de encontrar mecanismos de solución, le impone a cada justiciable, ponderar tres opciones, rendirse humillado, hacerse justicia por propia mano o por conducto de mercenarios, las tres son catastróficas.
¡Aguas México!
Ante la ineficacia del gobierno y su complicidad con cárteles, éstos expanden sus actividades; exacerbaron el secuestro, tráfico de drogas, extorsión, invasiones inmobiliarias, préstamos usurarios que cobran con balas y ahora caminan hacia la oferta de servicios de justicia expedita.
Desde luego, se trata de ofertas de justicia que no lo son, consisten en modelos de venganza o uso de la fuerza bruta para dirimir conflictos personales.
El crecimiento exponencial de homicidios dolosos, desaparecidos, campos de exterminio y masacres mentirosamente negados por el gobierno, no sólo se explican en disputas de cárteles, como se nos ha hecho creer; de manera muy grave, se explica en la pérdida de confianza en las instituciones de procuración e impartición de justicia y en modelos de venganzas por propia mano u operados por sicarios.
¡Aguas México!
O eficientas las fiscalías y tribunales o se exacerbará aún más la violencia y el rencor social que hará nugatorio el modelo de vida que conocemos.
Cuidado, de la ruptura del estado de derecho por dictaduras que no ofrecieron justicia institucional, han surgido revoluciones sangrientas en México y en todo el mundo.