Inmersos en un flujo constante de información de todo tipo y con pocos candados para asegurar su veracidad, todos somos víctimas y reproductores de opiniones y posturas sin sustento que muchas veces alimentan rumores y confunden en lugar de formar.Tal es el caso de la reciente paranoia con relación a los químicos en los alimentos y bebidas, que si bien inició como un llamado de alerta necesario para cuidar lo que comemos, ha devenido en una larga lista de incoherencias de las que algunos se valen para hacer una fortuna a costa del miedo y la ignorancia.“Evitar los químicos a toda costa” parece la misión de moda y podría parecer una tendencia lógica, si fuera sustentada en evidencias; lamentablemente en la mayoría de los casos, no lo es.Ante tal incoherencia, el slogan “Cuidado con el monóxido de dihidrógeno” sirve de ejemplo para llamar nuestra atención sobre cómo reproducimos y compartimos mensajes sin sentido.En sentido estricto, todo en el universo tiene químicos. No sólo los agentes corrosivos y venenosos. También las frutas, verduras, avena y miel. Incluso el agua.Una molécula de agua tiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Por separado, esos dos químicos son tremendamente combustibles y hasta explosivos. Impulsan nuestras naves espaciales. El hidrógeno fue la base para la primera bomba atómica y el oxígeno es responsable de toda la oxidación que sucede en la Tierra.Sin embargo, cuando se fusionan en una molécula de agua, cuyo nombre científico es monóxido de dihidrógeno, se forma el líquido sin el cual la vida que conocemos simplemente no existiría.Los químicos no son malos ni buenos. Existen. Están presentes y lo necesario es identificar aquellos que pueden causarnos algún daño para evitarlos.La clave infalible para no comer químicos es simple: dejar de comer por completo (porque todo la comida tiene químicos). Como eso no es posible, entonces lo conveniente es poner mayor atención a nuestra nutrición y eso significa también dejar de consumir información chatarra, que también es nociva.mac
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