Cronomicón

Espejo histórico: Santuario de la Virgen de Guadalupe (última parte); devoción y fe a la morena del Tepeyac

A este centro religioso, como hace constar la historia, se le añadieron otras fincas como la nueva casa ubicada en las inmediaciones del camposanto. Con respecto al capital que otorgó el obispo Alcalde, éste ascendía a la suma de cuarenta mil pesos. No dejando nada a la iniciativa ajena, el Obispo giró indicaciones claras del uso que se le daría a los réditos generados por dicha suma.Estimando el porcentaje de interés que se pagaba en aquella época, los cuarenta mil pesos donados por el Obispo generarían otros dos mil pesos; con dichos réditos, el “Fraile de la Calavera” dispuso que se le pagaran 600 pesos al capellán, 100 al cura y 300 al sacristán. Los restantes 1000 se repartirían de la siguiente manera: 500 se aplicarían a la construcción del templo y 500 se destinarían a la casa de cuna. Pero como está aún no estaba lista  y la construcción del Santuario no requería de más fondos, entonces, decidió aplicar la referida cantidad en la fundación de dos capellanías para el Santuario.Por el sueldo atribuido, el capellán y el sacristán quedaban obligados, por órdenes del obispo Alcalde, a cumplir con las tareas propias de sus respectivas investiduras o rangos, y además los comprometía a darle sepultura a los difuntos de las familias pobres de la parroquia sin cobrar ninguna obvención o cuota, de tal suerte que el capellán nada recibiría por administrar los sacramentos correspondientes, ni tampoco lo haría el sacristán por realizar la inhumación.

Los cien pesos que recibiría el señor cura serían no por desempeñar sus tareas parroquiales, sino por inspeccionar y cuidar de la casa de cuna a partir de su fundación; mientras tanto, la suma asignada a su persona sería administrada por el capellán, quien la destinaría a la construcción del Santuario.Además de las fincas y los cuarenta mil pesos, el obispo Alcalde le regaló al Santuario un sinfín de ornamentos, alhajas y artículos propios del ritual y la liturgia como palabreríos, cálices, patenas, casullas, custodias, etc. En el lote donado por Alcalde destacaba un Lignum Cruzis que contenía reliquias muy estimadas por el obispo; en sus cinco óvalos estaban:Las reliquias de San Pedro Apóstol, y San Pablo, San Pedro Mártir, Santo Tomas de Aquino, y San Blas cuyas autenticas están en nuestro poder, y se pondrán en debida Custodia como las antecedentes: dicho Lignum Cruzis está puesto en virilito o custodia a manera de sol con sus rayos, Cristal...Muchos de los artículos del lote fueron comprados en Europa, una buena parte de ellos se los encargó el Obispo al  presbítero y mayordomo del Monasterio de Santa Mónica de Cádiz, Blas Antonio de Lema; a él le pidió que comprara en dicha ciudad varios ornamentos para el Santuario. La cantidad que recibió para realizar las referidas compras fue de cuatro mil pesos.La lista de los muebles, imágenes y retablos que incluía la donación es también bastante extensa; de ella destacan: cuatro confesionarios con sus correspondientes sillas de vaqueta; cinco retablos junto con sus cuadros e imágenes de bulto; el mayor de los retablos está dedicado a la Virgen de Guadalupe, un colateral al Cristo de la Misericordia, otra a Jesús, María y José. También incluía el lote dos altares, uno dedicado a Santo Domingo y otro a San Francisco; seis campanas, catorce cuadros para la sacristía, etc.Para el cementerio anexo al Santuario, mandó el Obispo construir una capillita cuyo altar estaría dedicado a Nuestra Señora del Rosario, a Santo Domingo y a las ánimas del purgatorio.Anticipando el extravío de las alhajas, ornamentos o muebles a consecuencia de algún imprudente préstamo, el obispo apuntó en el documento, donde asentó la donación, que ninguno de los artículos del lote podrá, por ningún motivo, ser prestado o cedido temporalmente a otras iglesias.A los dos años de haberlo aprovisionado de las mejores alhajas, muebles y ornamentos, por fin Alcalde pudo ver terminado el añorado templo: el orgulloso  Santuario dedicado a la Virgen de Guadalupe. Su bendición se realizó el 7 de enero de 1781; Alcalde se reservó para sí este honor; justo era que sus manos bendijeran aquella obra fruto de su devoción guadalupana y tenaz empeño. El padre oficiante fue fray Rodrigo Alonso, confesor e inseparable acompañante del Obispo.La suma invertida por Alcalde en el Santuario y en el resto de  bienes que lo complementaron fue, según cálculos o estimaciones de Santoscoy de: “Doscientos cuarenta mil ocho cientos treinta y cinco pesos, (este) fue el valor total de tan grandioso monumento.” (Santoscoy, 1984: 209)cg

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