Cronomicón

Melomanías: No vale nada la vida

Aunque la obra musical de José Alfredo Jiménez la concibió originalmente como música ranchera, la realidad es que sus canciones han sido quizá la más profunda influencia para todos los músicos que lo han conocido, mexicanos y extranjeros, y sus piezas han sido interpretadas en todo tipo de versiones por todos los grandes de la música vernácula y hasta por algunos músicos de otros géneros como el rock en español, la trova o la balada pop.

José Alfredo no tenía conocimientos musicales, tampoco tocaba ningún instrumento, pero tenía al lado al reconocido maestro Rubén Fuentes, quien fue director musical del Mariachi Vargas de Tecalitlán; el autor sólo le silbaba la melodía tal y como se la había imaginado y el maestro le escribía los arreglos.

Llegó a la vida en Dolores Hidalgo, Guanajuato y es ahí mismo, en el Panteón Municipal del pueblo, en donde descansan sus restos, bajo una tumba que su hija Paloma diseñó y que muestra el tamaño del cariño que la gente sentía por el “Hijo del Pueblo”, cómo se le conocía.

Su reconocimiento como estrella no fue fácil ni rápido, y de joven realizó todo tipo de labores para aportar en su casa; entre sus diversos trabajos, fue portero en dos equipos de la primera división de futbol, el Oviedo y el Marte, y ahí compartió y compitió por un puesto con Antonio “La Tota” Carvajal, el famoso portero con 5 copas mundiales. También fue mesero del restaurante La Sirena, en dónde el hijo del dueño tenía el Trío Los Rebeldes y fue con ellos con quienes comenzó a cantar sus canciones.

Su vida cambió cuando el reconocido arpista y compositor, Andrés Huesca, cliente asiduo de La Sirena, escuchó sus canciones y decidió grabar su pieza “Yo”, junto con su grupo de son jarocho. Andrés Huesca y sus Costeños fueron una influencia determinante en el crecimiento de la música mexicana, tan sólo por haber sido quienes popularizaron la famosísima: “La Bamba”.

Este pequeño paso fue el que lo catapultó a la fama, y lo llevó a participar en la radio, pero le trajo el reconocimiento como compositor de canciones autobiográficas, que lograban retratar con un lenguaje simple, pero contundente, las realidades del pueblo mexicano; sobre todo en sus temas recurrentes: el amor y el desamor con las mujeres, el alcohol en una cantina como herramienta del olvido o como camino a la valentía, más sus odas a lugares que fue descubriendo y describiendo en el camino. Se estima que escribió más de 1,000 canciones.

Sus obras fueron grabadas e interpretadas por todos los grandes de la canción ranchera como: Javier Solís, Pedro Infante, Jorge Negrete, Luis Aguilar y Miguel Aceves Mejía; sin olvidar a Lucha Villa, María Dolores Pradera, Lola Beltrán, Chabela Vargas y ya en tiempos más actuales por gente como Vicente Fernández, Rocío Dúrcal, Antonio Aguilar, Plácido Domingo, Enrique Bunbury y hasta Joaquín Sabina, su definitivo admirador.

Hablando del rock mexicano, El Tri lo incluyó en su catálogo por años y en 2003 se publicó un disco homenaje por el trigésimo aniversario de su muerte, con título: El mundo raro del que sigue siendo el rey; con la participación, entre otros, de Miguel Mateos, Babasónicos, Bacilos, Aterciopelados, Moenia, Maná, Saúl Hernández, Moderato, Elefante, Panteón Rococó, Julieta Venegas y, obviamente, en primera fila El Tri y Joaquín Sabina.

El aparato publicitario lo llevó también a participar en más de veinte películas entre el 51 y el 71, obviamente acompañado de su música.El alma del pueblo mexicano

La gran sencillez de José Alfredo Jiménez en sus canciones, para dar en el blanco exacto con pocas palabras, lo llevó a convertirse en el alma musical de todo el pueblo mexicano. Con canciones como: “Ella”, “Serenata Huasteca”, “El Último Trago”, “El Rey”, “Un Mundo Raro”, José Alfredo es elsoundtrackde elección para una serenata llena de amor o de desprecio y obviamente también para cualquier borrachera de respeto.

Una de sus más famosas canciones surgió a raíz de la muerte de su hermano menor, con tan sólo 33 años de edad, que cuentan que le preguntó por qué no tenía ninguna canción para su adorado Guanajuato, y de esa combinación entre el comentario del hermano y el dolor por su muerte, acaecida en Salamanca, él crea lo que se convertiría en el himno de un Estado: “Caminos de Guanajuato”. Con famosísimas líneas que comienzan: “No vale nada la vida, la vida no vale nada” y que él mismo elegiría como texto para su epitafio.

Su amor por las mujeres lo llevó a componer varias canciones con alguna de ellas en mente o claramente dedicada; para pedirle matrimonio a Paloma Gálvez le compuso: “Paloma Querida”, para llevársela como serenata y decirle: “Por el día que llegaste a mi vida, Paloma querida, me puse a brindar”.

Se dice que la inspiración para “Ella”, pieza famosísima que dice: “Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella, de pena muero”, le nació por una chica que nunca le hizo caso llamada Cristina Fernández, aunque hay quien afirma que esta pieza la escribió para María Félix.

“Amanecí en tus brazos”, que dice: “Amanecí otra vez, entre tus brazos y desperté llorando de alegría”, esta se la hizo a Lucha Villa. A Irma Serrano le escribió: “Te quiero, te quiero”, que dice: “Yo te voy a decir lo que nunca te han dicho…”.

Dicen que a Columba Domínguez le dedicó “Si nos dejan”, aunque en esta canción hay duda de si fue para Irma Serrano; a Lola Beltrán le hizo: “Qué bonito amor” y a su última mujer, una chica de apenas 16 años, Alicia Juárez, se dice que le dedicó: “El Rey” y “Yo debí enamorarme de tu madre”.

El hecho es que José Alfredo fue un hombre con muchos amores y mucha de su inspiración vino de todas las mujeres que formaron parte de su vida y lo que vivió o no pudo vivir con cada una, y así lo plasmó en sus letras; otra de sus inspiraciones sería el alcohol, las cantinas, los cantineros, los compañeros de borrachera, con piezas como “A los 15 o 20 tragos”, que dice: “qué bonito y qué bonito es brindar por una ingrata, y a los 15 o 20 tragos, llevarle una serenata”, o en “Cantinero”, en dónde dice: “yo no voy a matarme por nadie, yo mi vida la vivo borracho”.

El gran logro de José Alfredo ha sido darle voz en toda su obra a esos sentimientos profundos y universales que no a cualquier persona le mostramos, y que aunque de verdad los sentimos, generalmente los escondemos detrás de nuestra máscara social; su obra la recibimos como un camino filosófico que nos invita a ser libres y cada día más humanos para entender nuestra realidad desde la interpretación de los diferentes dictados que nos hace el corazón; cuando nos sentimos traicionados, despreciados, no amados o lo que surja desde la euforia del alcohol, pero mirando a este mundo raro a la luz de la letra que más nos cuadre de la obra del gran José Alfredo Jiménez.

“Y con el último trago nos vamos”.

Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México