El paso del tiempo hace que muchos de los oficios tradicionales, que fueron el sustento de familias, como la carpintería, la zapatería o la talabartería, estén desapareciendo o, al menos, en peligro de extinción.
La costura es una de ellas. No la confección de modas como la conocemos ahora, sino la que se hacía en casa o en talleres pequeños que generalmente iniciaban en la sala de costura de una mujer que se hacía sus propios vestidos y los de sus hijos.
La costura doméstica ha sido una actividad que, sin embargo, ha prevalecido, aunque en diferentes modalidades. Esta tarea, de confección de prendas hechas por las mujeres de las familias, data de varios siglos atrás y su importancia, además de fungir como un reflejo socioeconómico del tiempo y la región de sus practicantes, marca un importante parteaguas en la historia.
Para hablar de manera directa sobre este fenómeno social estrictamente femenino, la exposición “Puntadas que unen un recuerdo”, realizada de manera colaborativa reúne varias piezas importantes de la historia de la costura doméstica desde 1860 hasta 1960, sumando 100 años.
Paola Palacios, la coordinadora de esta muestra decidió llevar a cabo una especie de línea del tiempo de esta actividad que surge a partir de un libro de artista de María Paulina Videgaray, en donde ilustró a través del collage la historia de la costura en las familias tradicionales.
La exposición es interactiva y multidisciplinaria, y se inauguró en la Casa Museo López Portillo; se compone por once piezas vintage hechas a mano, y de varios archivos, libros de texto y carteles informativos sobre el tema. A través de cinco áreas, la muestra revisa la evolución de la costura doméstica hasta el diseño de modas y la alta costura, terminando en la década de los 70 con el Fast Fashion.
“La costura ha sido un fenómeno social muy interesante porque las mujeres han cosido desde hace mucho tiempo, en tiempos de guerra y escasez se veían forzadas a reciclar, hemos visto piezas de retazos y transformando piezas en vestimenta doméstica. A lo largo de esta evolución las mujeres generaron su propia identidad a través del vestido”, comenta la curadora.
Vestidos hechos con costuras manuales, con telas de cortinas, abrigos para niños con retazos de otros abrigos, manuales de costura para jóvenes y una sala de costura revivida tras una ventana que da a una Guadalajara antigua, son parte de esta muestra. Hay una línea de tiempo que proviene de una investigación exhaustiva en donde se cuentan los hechos históricos y las costumbres más importantes a través de un siglo de historia.
“La costura doméstica está marcada a través de los recuerdos”, dice Palacios, “los recuerdos que tenemos de nuestra infancia o de las prendas que nos hicieron con cariño, pero también queremos reivindicar el trabajo de las piezas realizadas a mano, piezas únicas que pueden considerarse como piezas de arte”.
La exposición culmina, así, con un libro hecho de bordados de la artista plástico Consuelo Velázquez, la muestra de dos vestidos de novia, uno que data de los años 60 perteneciente a la colección de la historiadora de moda Yoana Díaz, recuperado del clóset de la esposa de un cónsul y el otro un diseño original hecho a mano por la diseñadora Jessica Orozco, también hay una pieza de costura de cosplay, inspirado a un personaje de ficción, una blusa bordada por una artesana local y un trabajo de diseño de alumnos de diseño de modas de la Universidad de Guadalajara, lo que representan un grupo diverso de actores que permiten mantener, a su manera, la vigencia de la costura.
“Al final de los años 60 hay una evolución grande y muy fuerte que se ve reflejada en los diseños que se hacen para mostrar y vender en una tienda, hasta entonces las mujeres confeccionaban sus prendas, pero este fue un cambio fuerte de este oficio, los diseñadores comienzan a diseñar para las clases medias, lo que fue copiado por las grandes marcas que encontramos en las tiendas todos los días. La costura se ha hecho una labor más reducido con todas las tiendas que llegaron, pero aún así hay mujeres tapatías que siguen buscando quién confeccione para ellas algo a mano, algo único, el oficio se sigue buscando, es algo que las mujeres no dejan de querer y que la tecnología no lo va a poder modificar”, comenta Jessica Orozco al cierre, “es un oficio perdido, pero todavía buscado”.
UNA TAREA DE RECUPERACIÓN
Yoana Díaz, una de las curadoras de la exposición, encabeza la colección Maison Vintage, de donde provienen las prendas históricas que conforman la exposición.
“Son piezas que provienen de generaciones muy antiguas, piezas que hemos coleccionando durante los últimos cinco años, muchas de estas prendas son donadas por gente que ha resguardado el clóset de su madre o abuela y buscan darle otro sentido”, comenta.
En Maison Vintage, los encargados se dedican a cuidar y conservar las piezas antiguas además de darles su valor histórico, “es un trabajo muy especial de reciclaje de piezas muy hermosas”.
PUNTADAS QUE UNEN RECUERDOS
DÓNDE:Casa Museo López Portillo (Liceo 177, esquina San Felipe)
CUÁNDO: Martes a Sábado de 10:00 a 17:00 horas; Domingo de 10:00 a 15:00 horas
Entrada libre
PARA SABER
Además de la muestra, habrá actividades como talleres y conferencias sobre la costura doméstica. Para más información visitar la página oficial de Cultura Guadalajara o llamar a los teléfonos 12018721 y 15962168
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