Pierre Verger fue un fotógrafo francés que vivió en varios países, viajando, gran parte de su vida.
Por diversas circunstancias en 1937, es decir a sus 35 años, anduvo los caminos de México hacia diversas direcciones, retratando ese País entonces desconocido. Volvería otras dos veces con la misma intención en una etapa que, según expertos, despertaría aún más su curiosidad artística y antropológica.
Años después, anduvo los caminos de muchos otros países, pero sobre todo en las partes rurales, marginales, exóticos y casi distantes de ellos, que ahora, tal vez, solo existen en el recuerdo.
Hijo de una familia más o menos acaudalada en Francia, y después de quedar huérfano de padre y madre, según se lee en su biografía, decidió emprender un viaje que planeaba terminar, junto con su vida, a los 40 años. Pero no sucedió así, la fotografía y todos los países que conocería alrededor de los cinco continentes, lo llevaron por caminos distintos hasta que se asentó de manera definitiva en Brasil, en donde moriría hasta 1996.
De entre las fotografías paisajísticas y retratos, resalta la del fotógrafo, un autorretrato frente al espejo con su Rolleiflex 6x6 que lleva a la mitad del pecho: el fotógrafo mira de frente, de cabellos dorados y grandes gafas.
El fotógrafo visitó un País que para entonces comenzaba a darle forma a una imagen turística, basada en sus pueblos tradicionales para atraer al turismo extranjero.
Y Verger cayó en la red: en los tres viajes que realizó en años diferentes produjo más de cinco mil imágenes que han sido publicadas en diversos medios.
Las carpetas digitales en donde estas fotos se han digitalizado gracias a la fundación brasileña que lleva su nombre, van de la A a la Z, con más de 30 estados, desde Oaxaca y hasta la carretera de Laredo.
“No es un fotógrafo que mire desde lejos, sino que se mete en el corazón en la escena y compone este tipo de imágenes”, dice el curador de la exposición y director del Museo Nacional de Antropología e Historia, Antonio Saborit.
Cientos de esas fotografías que tomó de nuestro País, con ese ojo extranjero que, sin embargo, no pierde de vista el sentido estético, se exponen ahora en el Instituto Cultural Cabañas, el primer recinto mexicano que exhibirá el trabajo que Verger realizó en el País. La exposición titulada “Con los pies en la tierra”, reúne una gran parte de esta colección en un esfuerzo colaborativo que encabeza la empresa petroquímica Braskem Idesa y el Museo Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.
Las fotografías se dividen en tres núcleos, correspondientes a los tres viajes que realizó el fotógrafo: primero una línea general que busca dar una aproximación a la historia y el trabajo de Pierre Verger. Luego la ruta que siguió a través de un calendario de fiestas tradicionales, sobre todo al centro del País, y al final una parte titulada “Recuerdo de la utopía rural”, imágenes de cómo Verger recorrió el País en su estancia.
Esta misma muestra será exhibida en otros estados alrededor del año, entre ellos la Ciudad de México, Veracruz y Monterrey.
UNA RUTA RURAL
Verger fue un antropólogo y un etnólogo, pero antes de todo ello, fue un fotógrafo apasionado por conocer los lugares que visitaba y, sobre todo, a los protagonistas de su historia y de sus fenómenos políticos. Así lo atestigua su trabajo, hasta ahora conocido sobre todo por las piezas que hizo en el norte de África y en Brasil.
“Él no es antropólogo todavía en su período en México”, dice Saborit, “está construyendo una gramática de lo que le interesa hacer. Todavía no llegaba a Brasil, por lo que creo que este es un capítulo importante en el desarrollo de su estética, en la definición de una vocación, en llegar a un acuerdo consigo mismo en lo que como fotógrafo le iba a interesar retratar el resto de su vida”.
Las fotografías que tomó en México en la primera etapa de la exposición, que datan 1937, su primer viaje, se concentran en las tradiciones, los paisajes, las escenas de mercado y, en fin, la vida cotidiana de las comunidades rurales e indígenas que recorrió durante varios meses para captar la sonrisa de los pueblos antiguos, sus rostros, sus ataviados trajes en los días de guardar y el paisaje que todavía se conservaba intacto. Un paisaje que el curador Antonio Saborit describió como nostálgico, “que nos lleva a hacernos la pregunta ‘¿qué nos pasó?’, es algo que no nos puede dar melancolía, porque no vivimos ahí. La sorpresas y los enigmas fueron parte de los dos primeros viajes, poco después de que terminara la Revolución, es un País atractivo para muchos extranjeros, que tiene un nuevo orden jurídico y es sobre todo ha vuelto la mirada sobre su población, sobre el subsuelo mexicano, el México rural. Eso vemos en las fotografías: el elenco de ese subsuelo que experimentó Pierre Verger”.
Hacia la última parte hay un México que discute con la modernidad, la arquitectura que mezclaba los elementos prehispánicos con la creciente funcionalidad, los rostros de Diego Rivera y de Trotski en su viaje, de María Izquierdo y Lola Álvarez Bravo.
La última vez que regresa a México, en los años 50, Verger ya es un antropólogo formal, ahí lo llevó la fotografía, vive en Brasil y su obra comienza a cobrar la importancia de la que goza hasta nuestros días.
“Un viaje que lo decepciona en cierta medida, porque lo que lo hechiza en el 37 ahora está municipalizado, la espontaneidad de aquellas celebraciones ahora viven bajo una organización distinta, lo encuentra acartonado, quizá, para el turismo, para mostrar que no ocurría en los años 30 y, sin embargo, no deja la cámara: busca las escenas de plaza que quedan, nada más, en el recuerdo”.
CON LOS PIES EN LA TIERRA
Instituto Cultural Cabañas (Cabañas 8, Centro)
Del 27 de enero al 30 de abril
Martes a Domingo de 10:00 a 18:00 horas
La entrada tiene un precio que va de los $20 a los $80 (Martes entrada gratis)
lg
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