El filósofo español, Ortega y Gasset habla de la inevitable incomprensión entre individuos de generaciones distintas: las personas del ayer resultan impositivas y anacrónicas para los sujetos del mañana; quienes, a su vez, dada su ímpetu juvenil, y casi biológica y hormonal necesidad de afirmarse y darse a notar, desquician o les colman el plato a sus padres y mentores.
En una misma sociedad conviven hombres y mujeres de épocas distintas; intentando construir un presente donde colisionan mundos y realidades antitéticas y disímbolas. Fernando Savater señala que la educación tiene por finalidad un paso de estafeta; los estudiantes heredan el conocimiento, el progreso, la civilización… de sus predecesores. Vivimos tiempos donde el choque generación y el paso de estafeta se complican.
La nueva generación, los llamados millennials desprecian la cultura, las creencias y valores de sus progenitores; hay algunos que, en una suerte de esnobismo o pose seudo intelectual, sienten atracción por los modos y estilos de sus abuelos; pero con excepción de los llamados hipster, el común de los nacidos de los 90 hacía acá manifiestan una clara y acendrada dependencia de la tecnología; su temprana e intensa exposición a los gadgets o rudimentos electrónicos (entiéndase smartphones, tables, consolas de video juegos…) les ha ido creando una especie de adicción al video y al juego: son, antropológicamente hablando: homo luden y videns; es decir: hay en ellos un hábito o necesidad de estar consumiendo contenidos de YouTube y de cazar pokemones o de ir avanzando de nivel en video-juegos como Halo o God War. Nacieron con un pie en el mundo tangible y otro en el virtual. Más que ciudadanos del Mundo; son súbditos del Internet y orgullosos nativo-digitales.
A estos niños y jóvenes sus padres les procuran todas las comodidades que dispensa la vida moderna; el precio a pagar, la factura fue el descuido y abandono en su crianza. El extinto sociólogo Zigmunt Bauman, apunta que las redes sociales le han ayudado, sobre todo a los más jóvenes, a palear o sobrellevar su postmoderna soledad. Legiones de millennials acampan y hacen vida social, virtualmente, en Facebook y en general en el ciber-espacio.
Era cuestión de tiempo para que los millennials formaran tribus o pandillas en los ciber-barrios: Facebook y WhatsApp. La Legión Holk es eso, una pandilla de millennials, homo videns y luden, que formaron una comunidad de Facebook para socializar su gusto por los comics, los video-juegos, el anime, el manga… y que, como buenos y asiduos usuarios del Internet, expresan su rebeldía, su choque generación, su desprecio por los adultos utilizando los memes y el troleo.
El millennials es el infante ignorado por sus padres de niño y sobre expuesto a la tecnología, que siente una enorme necesidad de llamar la atención y, como holkianos canaliza su insatisfacción y necesidad de darse identidad molestando y burlándose de los otros (los adultos y su mundo) utilizando mensajes y videos sarcásticos, bromas pesas e incluso con incitaciones a la violencia y ciberbullying
A la Legión Holk se le ha vinculado con el joven de 15 años que en, Monterrey, tiroteó en su salón de clases a su maestra y a tres de sus compañeros. Los holkianoslo han reconocido como parte de su ciber-hermandad. Hay que tener muchos cuidado con estas pandillas de Internet donde, igual que en las organizaciones tribales y sectarias, los miembros se ponen retos; algunos simplistas como lanzar una botella y hacer que caiga parada. Los retos pueden ser un instrumento de manipulación de los administradores y líderes de estos grupos y hermandades de Internet. En la insistencia de ser admitidos, permaneces o ganar prestigios; pueden los miembros de estas ciber-sectas estar dispuestos a realizar todo tipo de disparates, inmoralidades e incluso fechorías como llevar un arma a la escuela y accionarla.
lg
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