27 de febrero de 1836
La presidencia interina de José Justo Corro, del 27 de febrero de 1836 al 19 de abril de 1837, cerró un periodo constitucional en la República Mexicana, que se había iniciado desde el 1 de abril de 1833 y que consistía, entre otras cosas, en la concepción de un nuevo sistema político para la República.
El domingo 21 de febrero de 1836, después de un largo paseo por el Bosque de Chapultepec, el entonces Presidente interino de la República, el General Miguel Barragán, se sintió indispuesto y no pudo asistir a un suntuoso banquete que Manuel Barrera había preparado en su honor. La indisposición era el síntoma de un mal mayor: una enfermedad que imposibilitó al general para cumplir con las funciones de su cargo.
Seis días después, el sábado 27, el Congreso General solicitó una sesión extraordinaria para las 9 de la mañana. En ella, el Secretario de Relaciones expuso lo sabido ya por muchos: la enfermedad del general Barragán y su posible muerte (ningún médico había logrado curarlo “aún los extranjeros”) era necesario buscar un sucesor que pudiera ocupar su cargo o sustituirlo. Después de un ligero debate sobre el modo pertinente para proceder a la elección, acordaron los miembros que se hiciera por cédulas. El resultado fue claro: 51 a favor de José Justo Corro, entonces Ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, 18 para Nicolás Bravo, 12 para el general Parres y uno para Mangino.
De inmediato se acordó que en esa misma sesión el recién elegido presidente interino se presentara para prestar el juramento establecido, y así se hizo. A la media hora del comunicado, las tropas ya habían formado una valla en los corredores del Palacio, sin tocar cajas ni clarines para no molestar al enfermo, y el señor Corro se presentó en la Cámara a prestar el juramento de ley.
Cabe aclarar que el repentino triunfo de Justo Corro para suceder al General Barragán no tenía mayor fin que el deseo de las Cámaras de alejar de la presidencia de la República a cualquier personaje que pudiera crear dificultades o influir en la discusión del nuevo código político que se venía discutiendo, la constitución centralista. Nadie mejor que Corro, hombre tan nuevo en la vida pública que no contaba en aquel entonces con amigos ni enemigos políticos.
Fue hasta el 2 de marzo de 1836 cuando el Licenciado Corro tomó posesión del cargo, esperando el visto bueno de Antonio López Santa Anna, ausente por la guerra de Texas. A Santa Anna la elección del nuevo sucesor de Barragán le tuvo sin cuidado, limitándose a contestar de enterado. El nuevo presidente organizó pronto su ministerio: José María Ortiz en el Despacho de Relaciones y Joaquín Iturbide en el de Justicia, José María Tornel en Guerra, y Rafael Mangino, en el de Hacienda.
Archivo Histórico de Jalisco
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