A lo largo del tiempo, ha habido creadoras que transitan entre la palabra escrita y la imagen, demostrando que la creatividad no entiende de fronteras entre disciplinas. Leonora Carrington, Mariana Palova y Verónica Gerber Bicecci son tres exponentes que han dejado huella tanto en la literatura como en las artes visuales, entrelazando su talento para narrar historias y evocar mundos a través del color y la forma.
Leonora Carrington (1917-2011)
Nacida en Inglaterra y nacionalizada mexicana, Leonora Carrington es reconocida como una de las figuras más importantes del surrealismo. Fue pintora, escultora y también escritora. Su narrativa, como su obra plástica, explora mundos oníricos y mágicos que cuestionan la realidad. Su libro “La casa del miedo” (1938) y su vasta pintura reflejan una mirada femenina y rebelde, llena de simbolismos que reivindican la imaginación como herramienta para transformar la propia historia.
Mariana Palova (1990)
Artista y novelista mexicana, Mariana Palova es autora de la saga “La Nación de las Bestias”, una serie que entreteje fantasía oscura y mitología en un mundo propio. Como creadora visual, su trabajo ha sido expuesto en distintas galerías internacionales, combinando ilustración, pintura y técnicas digitales. Sus imágenes y textos comparten una estética oscura y mística, con personajes y paisajes que invitan a sumergirse en universos alternos, logrando que su obra literaria y su obra visual sean una experiencia inseparable.
Verónica Gerber Bicecci (1981)
Escritora y artista visual mexicana, Verónica Gerber Bicecci explora los cruces entre palabra e imagen. Sus libros, como “Mudanza” (2010) y “Conjunto vacío” (2015), experimentan con el lenguaje literario y visual para narrar historias donde el texto se entrelaza con diagramas, dibujos y recursos gráficos. Ha expuesto su trabajo en museos y espacios de arte en México y el extranjero, y ha sido reconocida por su capacidad para transformar experiencias cotidianas en obras que desdibujan los límites entre la narrativa, la poesía visual y el pensamiento plástico.
Estas tres autoras demuestran que la creatividad es un diálogo entre distintas formas de expresión, donde la imagen y la palabra se alimentan entre sí para dar lugar a universos ricos, profundos y en continua expansión.