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¿Los smartphones tienen los días contados? ¿Qué los reemplazará?

Son recuerdos de la generación X un mundo sobresaturado de máquinas analógicas. Registrar en video una fiesta infantil requería una cámara de grabación con su cartucho VHS. El reportero, para sus entrevistas, se valía de una grabadora de casete.

Para tomar fotografías de las vacaciones, una cámara Kodak siempre estaba lista, con rollo a revelar en un estudio fotográfico. Para escuchar música de forma portátil, la sensación eran los walkmans. Jugar un videojuego sin conectarte a un televisor, nada más actual que un Game Boy de grandes cartuchos y en blanco y negro.

Tecnología retro

Para comunicarse a distancia, acudías al papel y la pluma, con epistolar intención de comunicar ideas, sentimientos… y si la premura ganaba, descolgabas el auricular y girabas los números en el disco del teléfono. Como un Pac-Man potencializado por una píldora mágica, el smartphone vino a engullir a todos estos aparatos: un todo en uno. Con sus infinitas apps sirve para recibir el correo electrónico y la mensajería de todos los tipos, opera como cámara fotográfica, de video, consola de videojuegos, grabadora… y sí, también sirve para hacer llamadas telefónicas, o mejor aún, videollamadas…

Las más recientes víctimas del smartphone, ya de esta era digital, dejadas en la obsolescencia, fueron el iPod, el MP3 y la tablet. Por estas apropiaciones, el smartphone se ha convertido en un gadget indispensable para nuestro día a día; hasta para ver una serie, película, un anime… de una plataforma de streaming, lo utilizamos cada vez con más recurrencia, o lo empleamos para leer la versión digital del periódico de nuestra preferencia editorialista, y no se diga para navegar en Internet o platicar con algún chatbot… es toda una navaja suiza de los dispositivos digitales.

¡Larga vida al rey de los gadgets! ¡Larga vida al smartphone! ¿O no? El victimario de las tecnologías obsoletas, en especial de las analógicas, podría tener en puerta no uno, sino tres verdugos de alta innovación listos para destronarlo, listos para sustituirlo. Se los presentamos junto con sus precursores: Elon Musk, Bill Gates y Mark Zuckerberg. Tres de los grandes señores de la Cuarta Revolución Industrial.

Neuralink, implantes cerebrales para realizar interfaz entre el cerebro humano y las computadoras

Preguntémosle primero a Elon Musk: ¿qué está preparando? A través de su empresa Neuralink, tiene en desarrollo implantes cerebrales capaces de realizar una interfaz entre el cerebro humano y las computadoras. Esta nueva tecnología es mucho más invasiva que el smartphone. Este aparato es, de momento, nuestro aditamento periférico por excelencia; lo que estaría por venir serían implantes neuronales que nos permitirían navegar en Internet, acceder al metaverso, enviar mensajes… empleando el pensamiento. Estamos hablando de una transformación invasiva del ser humano que lo aproximará a su conversión en un transhumano (un hombre modificado tecnológicamente). Bienvenido el cíborg, quien terminará introyectando al smartphone y a todo su catálogo de multitareas.

Chaotic, especializa en tatuajes electrónicos para monitorear signos vitales

Paso al siguiente magnate de la tecnología. ¿Qué propone quien fuera el hombre más rico del mundo, Bill Gates? Gates ha realizado una importante inversión en la empresa Chaotic, que se especializa en tatuajes electrónicos capaces de monitorear todo el tiempo nuestros signos vitales, además de otros indicadores de nuestra actividad fisiológica y física.

Sus nanosensores están diseñados para detectar síntomas de todo tipo de enfermedades. Adiós a los chequeos médicos de rutina. Pero, además, estos tatuajes podrán realizar muchas de las tareas de nuestros smartphones. ¿Quieres el paquete de mejoras completo que te aproxime a tu conversión en transhumano? Pues que te implanten el chip neuronal y te introyecten las tintas inteligentes de los tatuajes de la empresa Chaotic.

Lentes Orion permitirán acceder a la realidad aumentada y mundo virtual

Finalmente, tenemos a Mark Zuckerberg, quien desde hace tiempo le ha estado apostando al perfeccionamiento de lentes inteligentes. Equipados con cámaras de alta resolución y sistema de control de voz, los lentes Orion permitirán acceder a la realidad aumentada, así como sumergirse en el mundo virtual.

Zuckerberg prevé que, para el 2030, estos lentes inteligentes reemplazarán a los smartphones, pues como éstos, nos permitirán realizar todo tipo de tareas como grabar sonido, fotografiar, enviar mensajes, sostener videoconferencias, ver películas... Están diseñados para ser multitareas. Esta tecnología, no tanto como las antes enlistadas, no deja de tener algo de invasiva; al smartphone lo tenemos a la mano; a las gafas como las Orion las traeremos todo el tiempo pegadas a los ojos, evadiéndonos del mundo fáctico y abismándonos en la realidad artificial.

Imaginemos al usuario de estas gafas interactuando holográficamente con uno o varios avatares de inteligencia artificial diseñadas a su gusto y complacencia; ¿para qué necesitaría o desearía estar con personas reales, volubles e impredecibles, no creadas a su gusto?

Gates, Musk, Zuckerberg y otros potentados del mundo tecnológico están desarrollando estas innovaciones con fines lucrativos, sin pensar en qué tan benéficas o perjudiciales pueden llegar a ser. Los smartphones nos han facilitado la vida gracias a su practicidad, pero también nos hemos vuelto sumamente dependientes de ellos: son parte de nuestro equipamiento básico y cotidiano. Gradualmente, nos hemos sobreintoxicado de tecnología en estos últimos tiempos; los nuevos gadgets y desarrollos tecnológicos prometen ser más adictivos y alienantes que nuestros actuales aparatos.

Es de preverse que las primeras en destronar al smartphone, por ser menos invasivas y no tan costosas, sean las gafas inteligentes. Luego, al tiempo, entre los adultos mayores, posiblemente por necesidades de salud, se popularizarán los tatuajes inteligentes. Y finalmente, entre la gente rica y osada, proliferarán los implantes inteligentes.

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