
La organización Igualdad Animal presentó una nueva investigación que exhibe los métodos que causan dolor de manera sistemática a vacas explotadas por la industria de la leche en España. Documentado en 11 explotaciones industriales de Asturias, el material muestra prácticas de inseminación constante, separación de crías apenas nacen, inmovilización con cadenas y otros instrumentos eléctricos, así como instalaciones insalubres.
En esta investigación, la organización documenta los incesantes ciclos de reproducción a través de inseminación a los que son sometidas las vacas con el fin de preñarlas y que produzcan leche que de manera natural sería para sus crías, pero que la industria comercializará para el consumo humano. Durante la gestación, las vacas siguen siendo explotadas mediante el ordeño y hasta unos meses antes del siguiente parto.
Separación al nacer
En la mayoría de las explotaciones los terneros recién nacidos son separados de la madre después del parto y se les impide beber el calostro, que es la primera leche producida por la vaca de gran importancia para impulsar su sistema inmunológico. Esta separación genera un estrés agudo en las vacas, sobre todo en las que no son primerizas y ya han pasado por estos episodios con anterioridad. Las imágenes obtenidas documentan a vacas que resisten activamente la separación de sus crías, mostrando signos de nerviosismo y mugiendo, incluso durante días.
Tras la separación, los terneros son encerrados en cubículos aislados y alimentados con alimento sustitutivo de la leche que les es administrado mediante máquinas o cubos, e incluso con tubos largos que se insertan hasta la garganta. Las imágenes obtenidas durante la investigación muestran cómo en ausencia de su madre los terneros succionan y chupan barras, paredes y las manos de quien se acerca a ellos.
Restricción de movilidad
Las vacas tienen restringidos los movimientos de forma permanente en una de las explotaciones investigadas y son los trabajadores quienes se mueven para ordeñarlas. Las mantienen atadas y bajo un sistema de electrificación llamado “pastor” que les da descargas eléctricas cuando se mueven, los propietarios aseguran que es una forma de “educarlas” para controlar sus desechos.
Otro de los sistemas para inmovilizar a las vacas documentado en la investigación es colocarles un anillo en la nariz atado a una cadena. Este método, destinado a facilitar el manejo y control de las vacas, es sumamente doloroso, ya que la nariz es una zona especialmente sensible. Además se les tapan los ojos para intentar que sea más fácil su movilización y en algunos casos los trabajadores utilizan picanas eléctricas para hacer que se muevan.
“Máquinas de hacer leche”
El número de ordeños difiere entre las granjas investigadas, en algunas se realiza hasta tres veces al día. Tras el parto y después de más de dos meses de ordeño, las vacas vuelven a ser inseminadas y el ciclo empieza de nuevo. Una enfermedad común derivada del ordeño continuo durante varios años es la mastitis, una infección de la ubre que provoca la secreción de pus.
Según los testimonios de los ganaderos de las explotaciones investigadas, la producción por vaca y día ha aumentado a más del doble en comparación con 30 años atrás, principalmente por la selección genética. Debido a su explotación incesante, uno de los trabajadores calificó a las vacas como “máquinas de hacer leche”.
Descartadas y enviadas al rastro
En la industria láctea, la edad de las vacas se mide por la cantidad de partos con un promedio de 3 o 4. Si bien en condiciones propias de su especie podrían vivir hasta 25 años, en las explotaciones de producción de leche son enviadas al rastro cuando cuentan con entre 4 y 6 años, edad en la que desciende su producción de leche o que presenten dificultad para quedar preñadas.
En México, donde de acuerdo con cifras oficiales se explotan a 2.7 millones de vacas en la industria de la leche, Igualdad Animal ha documentado prácticas similares a las realizadas en España.