Como cada semana, Verónica Delgadillo, primera alcaldesa de Guadalajara, encabezó su ya característico Martes Comunitario, esta vez en la colonia Lomas de Polanco, donde vivió una de las jornadas más concurridas y también más críticas desde que comenzó este ejercicio ciudadano.

El recorrido inició alrededor de las 5:00 p.m., cuando Delgadillo, acompañada de su equipo y varios vecinos, comenzó a caminar por las calles de la colonia escuchando necesidades y reclamos directos de los habitantes. Poco a poco, más personas se fueron sumando a la caminata.

Para las 6:00 p.m., una gran multitud ya esperaba a la presidenta municipal en el parque Roberto Montenegro, donde personal con los colores de Movimiento Ciudadano había montado distintas estaciones de servicio: registro civil, vacunación, atención a mascotas, entre otras. El ambiente era animado, con música de fondo que oscilaba entre Natalia Lafourcade y Residente, cuyas letras abordaban temas como la migración. La mayoría de los asistentes eran adultos mayores, aunque también había niños y jóvenes.

Verónica llegó al parque alrededor de las 6:40 p.m., saludando a los presentes antes de dar su discurso. Antes que ella, tomaron la palabra Mario Hueso, quien enumeró las principales peticiones (que iban desde la regularización de predios, la intervención del SIAPA en la escuela primaria de la zona y cuestiones de seguridad) y José Guadalupe, conocido como Don Lupe, quien funge como presidente vecinal. Fue precisamente durante su intervención cuando emergieron fuertes críticas de los vecinos, varios de los cuales expresaron su inconformidad con su gestión.

Una vecina se acercó a una joven con los colores de Movimiento Ciudadano para denunciar que Don Lupe “es uno de los hombres más corruptos de la colonia”, acusándolo de permitir la presencia de toros mecánicos y otros elementos que —según dijo— han provocado molestias en el parque. La joven tomó nota y canalizó sus reclamos.
Cuando Don Lupe habló, las reacciones fueron mixtas: aplausos tibios, miradas de desaprobación y vecinos que murmuraban entre sí. Dos mujeres, menudas, morenas, ropa sencilla, peinado relamido, hablaban entre ellas comentaban con ironía mientras él presumía que “el parque está limpio y debe mantenerse así”: “Ajá, claro”, dijo una. “Pues deberías empezar a hacerlo tú”, agregó la otra.

El malestar aumentó cuando el equipo organizador pidió silencio y respeto al protocolo, limitando la participación espontánea. A pesar de ello, una mujer criticó en voz alta la presencia del tianguis por dos días seguidos. Verónica la escuchó y asintió con seriedad, pero recordó que las quejas debían registrarse con el equipo de chaleco naranja. Un hombre más intentó participar, pero fue interrumpido por la moderadora por cuestión de tiempos; su inconformidad fue evidente.
El hombre se sentó, disgustado, y un miembro del equipo de Vero se acercó para atender su solicitud, este, con brazos cruzados y palabras tajantes comentaba que hay muchas cosas que deben atenderse como la falta de luz cuando está el tianguis.

En su mensaje final, Verónica Delgadillo reafirmó su compromiso con las colonias.
“Es más fácil estar en la oficina todo el día, pero a mí no me gusta eso. El gobierno tiene que estar en las calles”, señaló, asegurando que su administración continuará atendiendo las exigencias de los vecinos con cercanía y trabajo directo.