Innovación

Videojuegos: Final Fantasy XV

Square Enix es una desarrolladora marcadamente japonesa.

Este detalle es relevante porque la industria del videojuego tiene esta dicotómica mentalidad entre Occidente y Oriente, que influye demasiado en el tipo de historias que se nos cuentan y el tipo de diseño que se presenta.

Final Fantasy no es una excepción. A partir de su séptima entrega mezclaron un mundo de fantasía con la grisácea capa del mundo tecnológico al mejor estilo de Blade Runner. Pero el cambio no sólo tiene que ver con lo estético sino con lo temático, con la tendencia banal de Occidente y la disciplina que forma parte de la cultura Oriental.

En el juego interpretamos a Noctis Lucis Caelum, el último de una línea antigua de reyes, y el heredero al trono, proviene del reino de Lucis, un país que ostenta el último cristal en el mundo, lo cual es beneficioso para la política, situación económica y el aspecto bélico del país. Sin embargo, nuestra historia comienza cuando un buen día Noctis y sus cuatro amigos se van de paseo libre por la carretera y se olvidan de toda preocupación para simplemente pasar un buen rato. Nuestro bello viaje se ve interrumpido cuando nuestro reino entra en guerra con el reino de Niflheim por la posesión del cristal, expiarse la noticia de que el príncipe está muerto, y se decide a darle caza.

Aunque en teoría esa es la historia principal, el juego lo cuenta en dos partes. Durante la primera parte la jugabilidad nos da la oportunidad de explorar y realizar distintas misiones, sin que ninguna tenga un peso significativo en la trama. Durante la segunda parte, por el contrario, el juego no nos permite cruzar más que por un solo camino para forzar el desarrollo de la historia.

La jugabilidad tiene momentos desastrosamente artificiales en el que el escenario vuelve a los orígenes del JRPG y nos pone pociones escondidas entre la hierba y misiones secundarias cuyo único aporte es mantener ocupado al jugador. El sistema de combate tiene horrendos manejos de cámara, y a pesar de optar por un dinamismo desenfrenado nos exige poner atención a cada nuevo movimiento de enemigo y sus aliados próximos, convirtiéndolo así en una experiencia difícil y obtusa.

Visto de manera rápida, Final Fantasy XV parece una revisión a la clásica historia del Rey León. La trama principal centra al protagonista en la tensión entre responsabilidad y poder, mientras que la subtrama habla sobre el viaje, el tomar cada momento como algo hermoso en sí mismo y el compañerismo.

El problema es que Final Fantasy aspira a más. Su planteamiento tiene como fuente el anime, el cual, a su vez, se ha vuelto bastante occidentalizado. El manejo Occidental de una trama simple entra en conflicto con la narrativa oriental de manejar conceptos que lo acerquen a una gran epopeya, a un viaje personal que trace un arco profundo para su personaje. Como resultado tenemos un juego con buenas ideas que no terminan de concluir de manera coherente, sino más bien como un batiburrillo de puntos interesantes, pero mal empleados.

lg

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