En 2004, durante el evento anual de e-sports conocido como EVO, aconteció uno de los momentos más emocionantes de toda la historia del videojuego. Todo jugador que se precie de serlo, sabe del épico enfrentamiento entre Daigo Umehara y Justin Wong, ese histórico momento en “Street Fighter III: 3rd Strike” en el que Daigo hizo un parry perfecto a los 15 hits del especial de Chun-Li, para después contraatacar con el especial de Ken cuando éste se encontraba a un golpe de morir. Pero me estoy adelantando.
Un “parry” es una mecánica, en el juego citado, en la que detienes un ataque directo de tu oponente en el momento indicado para no recibir daño. Hacer esto requiere una precisión impresionante, y una habilidad que requiere maestría, adicionalmente está el hecho de que hacerlo contra un ataque especial, como el que lanzó Chun-Li es aún más complicado debido a que su velocidad de ataque es bastante más elevada a la de los ataques normales, por lo cual la velocidad de respuesta debe ser casi inmediata, durante quince ocasiones consecutivas. No contento con haber logrado lo imposible, Daigo reacciona en menos de un segundo para contraatacar a Justin y quedarse con la partida que definía al campeón.
Ahora hablemos de dinero. El EVO nació en los 90 de la mano de los hermanos Tom y Tony Cannon de la Bahía de San Francisco, y sus amigos Joey Cuellar y Seth Killian pasaron un mar de calumnia para organizar los torneos en los locales del área. Hasta que en el 2002, lograron recursos suficientes para llevarlo a Las Vegas, hasta que en su catorceavo aniversario tenían ya presupuesto suficiente para instalaciones más que decentes y para entregar 303 mil dólares en premios y, debido a su relevancia, hoy día son transmitidos a través del canal de deportes ESPN 2, a disgusto de muchos de sus reporteros.
¿Cómo es que se puede llegar a considerar el jugar a videojuegos como un deporte?
Ciertamente, no se puede asociar en el sentido clásico en el que se denomina a una actividad física. No obstante, si se trata de una actividad sujeta a determinadas normas, tienes fines de competición, y requiere de habilidad y destreza.
¿Por qué iba cualquier persona a disfrutar viendo jugar videojuegos a otros cuando se supone que son experiencias que deben vivirse de primera mano? En futbol el concepto “jogo bonito” alude a la creatividad, los movimientos rítmicos con el balón y la exquisitez de la pasión por el juego. Los videos en los que Ronaldinho, Ronaldo, Cristiano Ronaldo, Zlatan Ibrahimovic y un sin fin de luminarias comienzan a bailar con el balón, tienen su atractivo en la manera en la que cada jugador ha innovado el movimiento de su juego común y lo ha llevado un paso adelante. Esto es posible en el deporte (y también en los e-sports), debido a que cada jugador tiene su forma de interpretar el juego y actuar en consecuencia de sus posibles escenarios.
Los deportes no dejan de ser juegos, pruebas de habilidad en la que la pasión que siente el jugador puede transmitirse al espectador a través del vínculo del jugar. Es probable que alguien que a penas a tocado un balón sienta empatía por el soccer, así como una persona que jamás ha tocado un control encuentre sentido en el EVO, pero para aquellos que somos parte de este mundillo, estos son nuestras Champions, nuestros Super Bowl o nuestras Mayor Leagues.
lg
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