Hace 50 años, la humanidad dio un salto gigante al posar sus pies en la Luna por primera vez. Desde entonces, las rocas lunares recolectadas han sido una fuente inagotable de información sobre nuestro satélite. Los científicos han mantenido parte de este material a salvo durante décadas, esperando el momento adecuado para estudiarlo con instrumentos científicos más avanzados. Hoy, esos esfuerzos han dado sus frutos, ya que el material lunar recopilado en 1972 ha arrojado luz sobre la verdadera edad de la Luna, revelando que es millones de años más antigua de lo que se creía.
Un grupo de científicos, encabezado por Jennika Greer, cosmoquímica de la Universidad de Glasgow, ha utilizado pistas atómicas atrapadas en cristales de circón, uno de los minerales más antiguos conocidos que se originaron durante la formación de la Luna, para determinar su edad. Sus hallazgos, publicados en la revista "Geochemical Perspectives Letters", indican que la Luna tiene al menos 4460 millones de años, un retroceso de 40 millones de años con respecto a mediciones anteriores y acercándose al inicio del sistema solar, que tiene unos 4570 millones de años.
Hace miles de millones de años, cuando el sistema solar aún era joven, la Tierra no tenía una luna. Era un planeta solitario que giraba alrededor de un sol primitivo. Sin embargo, los primeros días de la Tierra no fueron nada tranquilos. Los científicos creen que en un momento de la historia de nuestro planeta, un objeto del tamaño de Marte chocó con la proto-Tierra, alterando de manera significativa ambos mundos.
El impacto fue tan violento que derritió todo, fundiendo la joven Tierra y el objeto impactante en uno solo. Posteriormente, de esta masa fundida se desprendió una bola de roca más pequeña que cayó en una órbita estable y eventualmente se enfrió para formar la Luna.
Dentro de la Luna, los materiales se fusionaron en capas diferenciadas de manto y corteza. De la roca fundida se formaron nuevos minerales, y entre los últimos en cristalizar se encontraban los circones. Estos cristales capturan las etapas finales de la luna solidificándose en roca, marcando el comienzo de nuestro satélite natural tal como lo conocemos hoy.
Los circones son minerales particularmente valiosos para los científicos debido a su resistencia a la erosión y su capacidad para preservar secretos geoquímicos durante miles de millones de años. Además, capturan isótopos de uranio del entorno a medida que se forman, lo que proporciona una especie de reloj que empieza a funcionar desde el momento en que los circones cristalizan.
Los isótopos de uranio se descomponen en plomo a tasas predecibles. Contando el número de átomos de plomo que se forman y los átomos de uranio que quedan, los investigadores pueden calcular cuánto tiempo ha pasado desde que los circones se endurecieron a partir de material fundido.
Para obtener estos datos, los científicos analizaron los circones incrustados en una muestra de roca lunar recogida durante la misión del Apolo 17 en 1972. Construyeron un mapa tridimensional de los átomos y contaron los isótopos de plomo, lo que arrojó una edad de 4460 millones de años, la más antigua registrada hasta la fecha para la formación de la corteza lunar.
La importancia de esta investigación radica en que proporciona un punto de referencia para comprender la evolución de la Luna y su relación con la Tierra. Dado que ambos cuerpos comparten un origen común, la historia de la Luna puede ayudarnos a entender lo que ocurrió en la Tierra durante ese período crítico.
La Luna es un testigo silencioso y duradero de los eventos pasados, ya que su falta de actividad tectónica ha permitido que los registros geológicos en su superficie perduren a lo largo de eones. Los científicos pueden observar estos registros lunares para inferir lo que pudo haber sucedido en la Tierra al mismo tiempo. Por ejemplo, la colisión que formó la Luna podría haber dejado a la Tierra inhabitable y haber evaporado toda su agua, lo que plantea la pregunta de cómo y cuándo el agua regresó a nuestro planeta.
A pesar de que el nuevo estudio data la finalización de la formación de la Luna en un mínimo de 4460 millones de años, el proceso completo, desde la colisión planetaria hasta la solidificación final, se extendió a lo largo de milenios. Los circones representan los últimos vestigios de los tumultuosos comienzos de la Luna y el inicio de su época más apacible.
En el futuro, es posible que se descubran cristales aún más antiguos que ofrezcan una visión más completa de la historia de la Luna. Con varias misiones espaciales planeadas para traer muestras lunares de lugares aún no explorados, como la cara oculta de la Luna y el polo sur lunar, es probable que continúen surgiendo nuevos datos que perfeccionarán nuestra comprensión de los orígenes de nuestro satélite más cercano.
El autor es originario de Guadalajara y estudia ingeniería aeroespacial en el ESTACA (École supérieure des techniques aéronautiques et de construction automobile) en París.
Ha participado en olimpiadas de física, biología, matemáticas y química, en las que ha obtenido medalla de oro a nivel nacional, estatal y regional; en química representó a México en la “54 olimpiada internacional de Química en Tianjin, China”, en donde obtuvo mención honorífica, la presea Golden Monkey y este año participó en la “55 olimpiada internacional de Química en Zurich, Suiza”, en donde compitió con más de 350 estudiantes de 90 países y obtuvo la medalla de bronce para México.
Ha participado en proyectos para impulsar la ciencia en los jovenes tanto en México como en otros países, siendo parte del comité Nacional de Química de Honduras, entrenador en el área de fisicoquímica de la selección nacional de Honduras y forma parte de proyectos en el sector aeroespacial como el Encuentro Mexicano de Ingeniería en Cohetería Experimental (ENMICE), dedicado a promover ciencias espaciales en el país.
En el área informática tiene experiencia programando en lenguajes tales como Python, C++, C#, JavaScript y Swift; asimismo, maneja HTML y CSS para la creación de sitios web y en relación con los idiomas habla español, inglés, francés y portugués.
Además, cursa la carrera de Piloto Privado en el Instituto Tecnológico de Aviación A.C. (ITAC), es autor de diversos artículos para la Agencia Espacial Mexicana y escribe quincenalmente la columna titulada «Ciencia para todos» en el periódico La Crónica de Hoy Jalisco.
@Rodrigo_MorenoP