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Cómo el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway sigue redefiniendo lo humano en la era de la inteligencia artificial y la biotecnología

Cyborgs entre nosotros: identidad y tecnología

En 1984, la bióloga y filósofa feminista Donna Haraway publicó "El Manifiesto Cyborg", un texto visionario que sigue inspirando debates en torno a la identidad, la tecnología y el feminismo. A más de 40 años de su publicación, el concepto de cyborg ha evolucionado más allá de la ciencia ficción y la teoría académica, convirtiéndose en una realidad cotidiana que redefine lo humano y lo político.

Más que una máquina

Para Haraway, el cyborg es una metáfora de la hibridación entre humano y tecnología, un ser que rompe las dicotomías tradicionales como naturaleza/cultura, hombre/mujer y biológico/tecnológico. En su Manifiesto, propuso un mundo en el que las fronteras entre estos conceptos se difuminan, desafiando las estructuras de poder que han definido la identidad a lo largo de la historia.

En 2025, esta idea es más relevante que nunca. La integración de tecnologías como implantes neuronales, prótesis avanzadas, inteligencia artificial y redes digitales ha hecho que la distinción entre lo natural y lo artificial sea cada vez más borrosa. La humanidad ya no solo usa tecnología; la tecnología forma parte de la humanidad.

Repensando el género y el cuerpo

Uno de los ejes del Manifiesto Cyborg es su impacto en el feminismo. Como plantea García Manso en "Cyborgs, mujeres y debates", el ciberfeminismo ha sido una herramienta clave para cuestionar las estructuras patriarcales a través de la tecnología. La posibilidad de modificar el cuerpo y la identidad desafía las ideas esencialistas sobre el género, abriendo espacios para nuevas subjetividades. Morena Goñi, en "Cyborgs y feminismos", retoma esta discusión y enfatiza cómo las fronteras entre lo humano y lo artificial han transformado la política del cuerpo, impulsando nuevos enfoques desde el feminismo posestructuralista.

En la actualidad, estos debates siguen vigentes en luchas por los derechos de personas trans y no binarias, quienes encuentran en la tecnología una forma de autodeterminación. ¿Quiénes pueden acceder a estas modificaciones? ¿Es el cyborg un privilegio de quienes pueden costear la biotecnología? Estas preguntas reflejan la necesidad de una discusión crítica sobre accesibilidad y equidad en la era cyborg.

De Blade Runner a la Inteligencia Artificial

La imagen del cyborg ha sido representada en innumerables narrativas de ciencia ficción, en el artículo, "Imagen de un cyborg o un humano aparente", se establece un diálogo directo entre el Manifiesto Cyborg y Blade Runner. Mientras Haraway plantea una utopía en la que las identidades se reconstruyen libremente, la película de Ridley Scott presenta un futuro distópico donde los replicantes, seres artificiales con emociones humanas, luchan por su derecho a existir.

En nuestros días, la inteligencia artificial ha avanzado a niveles que Haraway no pudo prever en los años 80. Con la proliferación de asistentes virtuales, deepfakes y sistemas de IA que simulan personalidades humanas, la pregunta sobre qué nos hace humanos cobra un nuevo significado.

¿Quién controla nuestros cuerpos?

El Manifiesto Cyborg también ofrece una perspectiva biopolítica: si la tecnología es una herramienta de poder, entonces quien la controla define las posibilidades del cuerpo y la identidad. El acceso a la biotecnología, las modificaciones genéticas y la vigilancia digital son algunos de los nuevos frentes de lucha política.

Esta preocupación se refleja en debates actuales sobre privacidad, control gubernamental y el uso de datos biométricos. Si la identidad está cada vez más ligada a la tecnología, ¿cómo aseguramos que estas herramientas sean utilizadas para la emancipación y no para la opresión?

Más allá del manifiesto

¿Puede el cyborg ser una herramienta para la inclusión y el cuidado de quienes han sido históricamente marginados? Desde prótesis inteligentes hasta dispositivos que facilitan la comunicación para personas con discapacidad, la tecnología cyborg también tiene el potencial de ampliar las capacidades humanas y mejorar la calidad de vida.

En este sentido, el legado de Haraway no solo nos invita a cuestionar lo que significa ser humano, sino a imaginar futuros en los que la tecnología sea utilizada para el bienestar colectivo. La clave, como ella misma sugiere, no está en temer a la tecnología, sino en apropiarnos de ella y redirigirla hacia horizontes más justos y equitativos.

Somos cyborgs

El Manifiesto Cyborg sigue siendo una herramienta poderosa para entender la relación entre humanidad y tecnología. Justo ahora, cuando nuestras vidas están más digitalizadas que nunca, las ideas de Haraway nos desafían a repensar la identidad, la biopolítica y el género en un mundo donde la frontera entre lo humano y lo artificial es cada vez más difusa.

La pregunta ya no es si somos cyborgs, sino qué tipo de cyborgs queremos ser.

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