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¿Qué tendríamos que demandar en materia de política de ciencia y tecnología en nuestro país, en particular en el ámbito de la protección al medio ambiente y la biodiversidad?

Ciudadanía y política científica

El pasado 1 de octubre hubo cambio de gobierno federal en nuestro país, en este contexto se creará la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SCHTI); además, los próximos seis años son la recta final de la Agenda 2030 propuesta por la Asamblea General de la UNESCO para atender la urgencia del desarrollo sostenible.

Qué tendríamos los ciudadanos que esperar, demandar y saber en materia de política de ciencia y tecnología en nuestro país, en particular en el ámbito de la protección al medio ambiente y la biodiversidad, es una pregunta que tendría que habernos acompañado durante las campañas y que deberá que mantenerse viva a lo largo de todo el sexenio.

En el 2015 los países miembros de esta organización internacional adoptaron un conjunto de objetivos globales para afrontar, a decir de sus documentos, tres de los mayores retos del planeta: la pobreza, la protección del planeta y el aseguramiento de la prosperidad para todos. Cada uno de estos objetivos conlleva metas específicas cuyo alcance está planteado alcanzarse en la conjunción de esfuerzos de gobiernos, sector privado, sociedad civil y la participación de la ciudadanía.

A decir de las páginas oficiales, México tiene un 69.3 por ciento de avance en lo respectivo a estos objetivos, lo que indica que de seguir este ritmo es posible alcanzar las metas. La pregunta sería si vemos real y posible que en este lapso restante quede erradicada la pobreza extrema; tengamos seguridad alimentaria y agricultura sostenible; hayamos puesto fin a la discriminación contra las mujeres; el acceso pleno y suficiente al agua de calidad y a energía asequible y sostenible; hayamos adoptado las medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, y logrado medidas para la conservación de todos los ecosistemas, entre ellos las ciudades, por nombrar algunos de estos propósitos.

Basta observar el entorno para que nos invada la suspicacia respecto a las posibilidades de lograrlo. Sobre todo, porque no deberá tratarse de un asunto de cifras oficiales o de impresiones personales, sino de transformaciones reales reflejadas en la calidad de vida de todas las especies.

En este sentido vuelven las preguntas, qué tendríamos que saber los ciudadanos para poder observar estos cambios, por ejemplo, sobre cómo se mide la contaminación de un río, de las posibilidades técnicas de limpiarlo cuando tiene metales pesados, sobre a quién le corresponde hacerlo y qué leyes y procesos se debieran aplicar a quienes incurren en su contaminación; o sobre las políticas que deben trazarse y aplicarse para que haya una agricultura sostenible que brinde seguridad alimentaria a todos los mexicanos, que pasa indispensablemente por conocer cómo funciona la biodiversidad y cómo se ve ésta afectada por los monocultivos, la deforestación y el tráfico de especies.

El ejercicio político de todos los ciudadanos no se agota en las urnas o las preferencias partidistas; implica, entre otras cosas, reconocer el papel del conocimiento racional, objetivo, sistemático, verificable y crítico en la construcción de posibilidades de solución, y en la exigencia de su uso para tomar decisiones que afectan a todos. Esperemos que la nueva SCHTI logre estimular la producción, divulgación y gestión que el conocimiento con estas características.

 

DATO

Este martes 8 de octubre, en el Café Scientifique ITESO, el oficial nacional coordinador del sector de Ciencias Naturales en las oficinas UNESCO México, charlará con todos los participantes sobre Políticas en ciencias naturales y construcción de ciudadanía.

La cita es a las 19:30 horas, en la Casa ITESO Clavigero (José Guadalupe Zuno 2083).

Entrada libre y gratuita, con transmisión simultánea en:

Youtube.com/ITESOUniversidad

 

 

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