Universidades

El CUCSur documenta cómo los insectos marcan el inicio del temporal y advierte sobre su declive ante la urbanización y prácticas agrícolas agresivas

Chicharras y chicatanas anuncian el temporal con precisión natural

Hormiga
Insectos emergen con el temporal Su aparición estacional revela conexiones ecológicas vitales y alerta sobre los efectos del urbanismo en la biodiversidad.

En los primeros días de junio, justo tras la llegada de las lluvias, un fenómeno natural ancestral volvió a ocurrir en Guadalajara: enjambres de hormigas aladas, conocidas como chicatanas, emergieron del suelo para dar inicio a su vuelo nupcial. Esta aparición no es un simple espectáculo estacional, sino un indicador biológico profundo, según explica el entomólogo Luis Eugenio Rivera Cervantes, director de la Colección Biológica Itinerante del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), en un reportaje reciente de la Gaceta UdeG.

Estas hormigas, como muchos otros insectos, sincronizan su ciclo de vida con el inicio del temporal, un mecanismo evolutivo que actúa como “reloj biológico”. Rivera detalla que la gran mayoría de los insectos tiene una vida anual: permanecen como larvas durante meses, hasta que las primeras lluvias ablandan la tierra, permitiendo que los adultos emerjan para reproducirse.

Este patrón, aparentemente simple, es en realidad el engranaje de procesos ecológicos fundamentales, como la polinización, el control biológico de plagas y la descomposición de materia orgánica. De hecho, el 80% de los alimentos cultivados o silvestres dependen directamente de la actividad de los insectos.

En particular, el investigador destaca a los coleópteros (escarabajos) como el grupo dominante dentro del reino animal, y a especies como las chicharras, cuyos “cantos” intensifican la vida de los ecosistemas urbanos. El sonido que producen, conocido como estridulación, es una señal acústica que marca el inicio de la reproducción y sincroniza a múltiples especies.

Sin embargo, la presencia de estos organismos está disminuyendo de forma alarmante. Rivera Cervantes atribuye esta pérdida a la expansión urbana, el uso indiscriminado de pesticidas, la transformación de selvas y bosques para cultivos industriales –como el agave y el aguacate–, y la contaminación lumínica en áreas rurales.

“¿Cómo pueden emerger los insectos si quedaron debajo de losas de concreto con casas y edificios arriba?”, cuestiona el académico, quien también alerta que la pérdida de insectos conlleva consecuencias directas en la cadena alimenticia y la estabilidad ecológica.

Para contrarrestar este escenario, Rivera propone una serie de acciones desde el entorno cotidiano. Entre ellas, conocer y documentar la biodiversidad local, identificar qué especies habitan jardines y colonias, y promover condiciones que faciliten su reproducción, como conservar suelos sin cubrir y reducir el uso de luces artificiales en zonas rurales.

La Colección Biológica Itinerante, que fundó hace 17 años, se ha convertido en una herramienta pedagógica para sensibilizar a estudiantes y comunidades sobre la importancia de los insectos en la vida diaria y en los sistemas agrícolas. Esta colección permite observar de cerca especies que, aunque muchas veces pasan inadvertidas, tienen una enorme influencia sobre el equilibrio natural.

Además, el especialista del CUCSur subraya la necesidad de fomentar reservas ecológicas dentro de las ciudades, donde se mantenga el ciclo de vida de las especies nativas. “Aún desconocemos mucho sobre la biología de los insectos que nos rodean. Si sumamos esfuerzos, la victoria será colectiva, en beneficio de toda la sociedad”, concluye.

Lo más relevante en México