

En la explanada de la recién reinaugurada Clínica 93 del IMSS, ubicada frente a la estación del Mexibús que lleva su nombre, el sol de mediodía cae sobre quienes esperan consulta. Algunas personas cargan papeles, otras tanques de oxígeno; casi todos con historias atravesadas por enfermedades, trámites y largas esperas.
Entre ellas, Yadira ajusta el cubrebocas de su padre mientras habla con calma, como si ya estuviera acostumbrada a la rutina. “Nosotros venimos cada mes por su receta de oxígeno”, dice. Su papá padece EPOC desde que salió del hospital. “Me dieron el oxígeno y tengo que venir cada mes”. El proceso es constante, necesario y, a veces, agotador.
La Unidad de Medicina Familiar (UMF) 93 reabrió hace apenas 10 o 15 días, tras haber estado cerrada por los daños sufridos durante el sismo del 19 de septiembre. Durante meses, los pacientes como el padre de Yadira debieron desplazarse a otras clínicas, como la de Plaza Aragón, donde la espera en urgencias podía ser incierta. “Ahí fue por una urgencia. Después nos mandaron aquí para que ya recibiera su tratamiento mensual y el oxígeno”, explica.
Hoy, las instalaciones lucen renovadas. Se percibe el olor de pintura reciente y los techos parecen más altos, más iluminados. Para algunos, el cambio es casi simbólico: una promesa de atención más digna.
“Sí, ya está bien la clínica. La atención… hasta ahora no sabemos mucho porque el doctor Mario, que es el de mi papá, es muy eficiente. Él falta de vez en cuando, pero cuando está, atiende muy bien”, dice Yadira mientras observa la fila moverse poco a poco.
La reapertura de la UMF 93 beneficia a cientos de derechohabientes, sobre todo a quienes viven entre las zonas mejor equipadas de Ecatepec y aquellas con servicios aún deficientes. Su ubicación estratégica, sobre la línea 2 del Mexibús facilita el acceso para adultos mayores, madres con niños pequeños o pacientes con movilidad reducida. Y lo más importante: sólo ingresan personas afiliadas al IMSS, lo que evita saturaciones por población flotante.
En esta frontera invisible entre la carencia y la cobertura médica adecuada, la Clínica 93 se posiciona como una bisagra entre dos realidades: la de quienes aún batallan por conseguir una cita o un medicamento, y la de quienes ya empiezan a recibir atención oportuna, con receta completa y seguimiento puntual.
“La diferencia es que aquí ya no esperamos tanto, y nos dan todo el medicamento”, comenta un usuario que escucha la conversación desde la sombra.

El caso de Yadira no es aislado. Su padre, además de vivir con EPOC, ha sido operado del cáncer de próstata y de una hernia inguinal. Necesita atención constante, puntual. Y el hecho de no tener que desplazarse lejos para recibirla hace una gran diferencia.
“Es cansado, sí. Pero aquí por lo menos no nos hacen esperar tanto. El trámite es lento por los días y horarios, pero sí te atienden”, afirma.
La reapertura no es perfecta. Aún hay faltas ocasionales de médicos, tiempos de espera y trámites que ajustar. Pero en medio de estas historias, lo que se repite es la sensación de que al menos ahora hay un lugar al que volver cada mes sin la incertidumbre de antes.

La Clínica 93 del IMSS cerrada por el sismo, renovada tras años de espera y rediseñada para atender a una población que ya no puede esperar más comienza a escribir una nueva etapa. Una que, con sus luces y sombras, devuelve algo de certeza a quienes han aprendido que en la salud pública cada avance, por pequeño que sea, es motivo de alivio.
Porque aquí, en esta franja de Ecatepec donde la vida avanza entre pendientes y esperas, tener una clínica cercana, limpia y con medicamentos suficientes no es lujo: es derecho y es esperanza.