Metrópoli

"Las autoridades te dicen que no te calles, pero nunca hacen nada cuando les toca atenderte"

Aranza acudió a varias instancias para pedir dirección y ayuda ante la situación de violencia que vivió, las autoridades le dieron un trato déspota y su caso no procedió  

Foto: Cuartoscuro

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Aranza vivió la peor de sus pesadillas con su ex pareja, tiempo después de divorciarse comenzó a salir con JN, quien se mostró como una persona amorosa, amable y atenta, ambos eran profesores de ingles en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en la escuela Justo Sierra, la relación pintaba de maravilla, él le propuso vivir juntos y la joven aceptó.

“Desde el primer día que vivimos juntos empezó la pesadilla, ese día me azotó la puerta del carro, me jaloneo y me persiguió, sus cambios eran drásticos”, recordó la mujer y resalta que el ciclo de violencia empezó a repetirse constantemente hasta que comenzó a subir de tono. Todos los días JN hacía comentarios humillando a la joven: “estás muy gorda”, “eres una divorciada, te estoy haciendo un favor por estar contigo”.

Aranza siempre destacó por su desempeño, inteligencia y dedicación, lo que la llevo a lograr cosas grandes, ella tenía mejor sueldo que JN, lo que causo disgusto en él y comenzó a tomar el control de sus finanzas: “Me decía que le tenía que dar dinero para la gasolina, los gastos y me prohibía comprarles obsequios a mis padres, invitarlos a comer, incluso a verlos, quería que todos mis gatos fueran para él”, compartió.

La manipulación que ejercía JN sobre Aranza llegó a tal grado que la chica no podía identificar que los malos tratos eran violencia: “Tenía episodios muy agresivos y cuando terminaba de violentarme me pedía perdón llorando, me decía que nunca había sido así y me pedía comprensión, me hacía creer que yo era lo único que tenía en su vida porque su papá no lo quería”, la mujer tenía compasión por el sujeto y dejaba pasar por alto los ciclos de violencia.

Aranza destaca que es importante tomar terapía psicológica ante cualquier episodio doloso o que cause algún factor de riesgo en la autoestima: “Cuando me divorcie sentí que no me afecto tanto en ese momento, pero no me había dado cuenta que mi autoestima estaba en el suelo y eso me llevó a permitirle a JN que me agrediera, yo le creía cuando me decía que nadie más me iba a querer por ser divorciada”.

Poco tiempo después empezó la violencia física, todo comenzó con jalones de cabello, jaloneos al cuerpo, empujones contra la pared, hasta que llegaron los golpes: “Un día le dije que iba a salir con mis compañeras de trabajo a celebrar el cumpleaños de una de ellas, su reacción fue darme un puñetazo en la mandíbula y ordenarme que no fuera porque seguramente me iba a ir de puta”, explicó la mujer.

El límite de Aranza llegó después de muchos golpes, derrames en los ojos, lesiones en la espalda, rasguños y puñetazos: “Cuando me vi en el espejo con tantos golpes fue cuando salí de mi casa asustada y pedí un taxi, estaba en shock y no sabía a donde ir, le dije al conductor que me llevara a la delegación Gustavo A. Madero porque era lo que me quedaba más cerca”.

“Al llegar a la delegación una señorita que tenía un chaleco que decía abogadas para las mujeres, me advirtió que la juez de GAM no me iba a ayudar y que podrían revictimizarme y era muy grosera pero que me aferrara por atención”, dijo Aranza y tal como le advirtieron, cuando pasó con el personal de la alcaldía para que la asesoraran hacia donde dirigirse para levantar una denuncia, le dijeron que no la podían ayudar, la abogada de las mujeres la ayudó y le recomendó a ir a un Ministerio Público.

Cuando Aranza llegó al Ministerio Público 4 de la GAM la trataron con actitud déspota: “Con un tono agresivo me preguntaron ¿Qué haces aquí? tenían actitud molesta, expliqué el contexto de mi situación y me preguntaron que por qué no me fui al primer golpe, me hicieron sentir más culpable y finalmente me dijeron que no me podían ayudar porque me correspondía otro MP de acuerdo a mi colonia”, comentó.

Aranza hizo su declaración en el Ministerio Público 5 en donde los médicos legistas no la revisaron correctamente a pesar que sus lesiones eran visibles y los dolores de la espalda eran insoportables: “Ellos tenían actitud burlona, les dije que me dolía el cuerpo, me costaba caminar, la espalda no la aguantaba y me dijeron que no tenía nada, sólo enrojecimiento en la espalda, pero nada grave”, aseveró.

Con la declaración lista, Aranza se dirigió a la FGJCDMX para continuar su proceso de denuncia, fue atendida aparentemente bien, pero al momento de entregarle la notificación de denuncia a JN, no lo encontraron en el domicilio, se había dado a la fuga, la mujer proporcionó otra dirección donde había la posibilidad que estuviera el agresor, sin embargo, como el domicilio era en el Estado de México, no procedió el caso: “En el bunker me dijeron que pasaron la notificación y el caso al Estado de México pero ellos ya no continuaron con el proceso, lo dieron por perdido, yo ya no vivía segura por el miedo constante a que me hiciera algo”, finalizó Aranza.