Metrópoli

Elisa venció la depresión luego de ser secuestrada y torturada

En el marco del día de la lucha contra a depresión este 13 de enero, una joven comparte su historia invitando a las personas a buscar ayuda psicológica porque "puede cambiar tu vida" 

El 13 de enero se conmemora el Día de la lucha contra la depresión

El 13 de enero se conmemora el Día de la lucha contra la depresión

En 2017 Elisa se dirigía a su casa después de salir de la universidad, eran aproximadamente las 22:45 horas cuando dos sujetos en un auto Nissan negro sin placas le preguntaron sobre una dirección, ella desconocía la calle que mencionaron los sujetos, así que continuó su caminata sobre Avenida Gran Canal.

Unos pasos adelante, Elisa escuchó una puerta del auto abrirse y cuando volteó vio que el copiloto caminaba hacia ella, asustada intentó correr, pero no logró escapar: "Cuando volteé, el tipo me dijo que ya había valido madre, me paralicé, quería correr, pero mi cuerpo no reaccionaba, él me tapó la boca e intente patalear, en ese momento me cargó y me subió al auto", recuerda.

El sujeto, a quien Elisa describe como alto y delgado con voz grave, se subió con ella en la parte trasera, le vendó los ojos y le amarró las manos mientras suplicaba que la dejaran ir: "Les rogaba que me dejaran, que no le iba a decir a nadie, me dieron a oler un trapo y no me acuerdo de nada más hasta que desperté en ese cuarto".

Cuando Elisa recobró el conocimiento estaba en un cuarto oscuro acostada sobre un colchón viejo quemado de algunas partes y con los resortes de fuera: "Percatarme de que no era una pesadilla fue lo peor, lo primero que pensé fue en mi hija, en ese entonces ella tenía dos años y no quería que fuera una niña que creciera sin madre, tenía que escapar de ahí".

Al pasar los días, la fuerza de Elisa se agotaba, su alimento era pan duro y agua que le ponían en una botella cortada a la mitad: "No quería comer nada, ni tomar agua porque estaba muy sucia, pero tenía que agarrar fuerza de algún lado, sino me moriría de hambre y tenía que vivir para mi niña, perdí la noción de los días”.

Cuando los sujetos se percataron que Elisa tenia la cicatriz de la cesárea de su pequeña, le dieron a entender que el secuestro estaba relacionado con trata de blancas: “En una ocasión me desnudaron, vieron que tenía la cicatriz en el vientre y me dijeron que ya no servía para nada, que les arruiné el bisne, que ya no me iban a poder vender y me pegaron”.

Elisa creyó que la pesadilla iba a terminar pronto, pero no fue así, la mantuvieron privada de la libertad los días siguientes mientras la maltrataban: “Marcaron mi cuerpo, me pusieron sellos en el cuerpo como lo hacen con las reses, luego me fueron a tirar al municipio de Ticomán”, recuerda con tristeza.

Los días siguientes fueron una lucha para la joven de 24 años en aquel entonces, su familia la apoyó y la abrazó, pero ella no se sentía la misma ¿cómo le voy a explicar estas marcas a mi niña?, se preguntaba; comenzó a tener ataques de pánico, ansiedad, delirio de persecución y un cuadro de esquizofrenia.

“Quería morirme, no concebía esta nueva vida, no sabía cómo salir adelante, pensé en suicidarme y me preguntaba ¿por qué si ya estaba con mi familia, era algo que no podía controlar?".

Una madrugada mientras veía a su hija dormir, la idea de suicidarse rondaba otra vez en la cabeza de Elisa… “¿Por qué no me mataron ellos?, ¿Cómo voy a seguir?, ya no tengo nada que ofrecerle a mi niña… ¿Y si termino con esto de una buena vez?", se preguntaba y la ansiedad volvió…

“A la mañana siguiente mi mamá me encontró en la ducha llorando descontroladamente porque estaba a punto de ingerir pastillas para dormir, ella tampoco sabía cómo ayudarme y en la desesperación buscó en internet”.

La madre de Elisa encontró en la red un número de atención psicológica y se comunicó alterada diciendo que su hija quería suicidarse: “Honestamente no tenía ganas de hablar con nadie, quería que todo acabara, pero ver a mi mamá así de triste me partió el alma y tomé la llamada que me devolvió la vida”, comentó Elisa.

La joven tomó el teléfono resignada pero con esperanza de recibir ayuda… “Nadie va poder ayudarme, quiero morirme”, luego algo pasó: “La psicóloga dejó que sacara todo, lloré, grité, ella me escuchó y supo cómo manejar mi dolor, esa llamada me salvó en ese momento, fue la llamada que me convenció de buscar ayuda y atención psicológica”.

Elisa asegura que la llamada de las líneas de atención psicológica gratuitas de la UNAM fue lo que la inspiró para continuar un tratamiento psicológico y atender el cuadro de esquizofrenia que le habían detectado y en su momento no quiso atender por la depresión que la acogía.

"No sé por lo que esta pasando cada persona, pero lo que me pasó fue lo peor para mí, no me imagino a las chicas que no se salvan de que las vendan, pero desde mi experiencia quiero invitar a todos los que se sientan deprimidos por el motivo que sea, que no se abandonen, que busquen ayuda porque sí hay solución".