Metrópoli

“Mis hijos van a estar más seguros aquí que en otro lado”

 Benito Juárez se convirtió desde hace tiempo en atractor de habitantes que huyen de lo que se vive en otras alcaldías, desde inseguridad crítica hasta desorden urbano evidente; es sabido que hasta los dirigentes de Morena están cambiando su residencia a esta Alcaldía. Usando como morada uno de los juegos infantiles en la Glorieta de la SCOP, en Narvarte, una pareja sin hogar y sus tres hijos se suman a esta inmigración

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“Para allá”, dice Juan mientras señala al oriente, en dirección a la calzada de Tlalpan, “puede estar peligroso para mis hijos; también en el centro histórico, una vez nos quedamos en un albergue y desperté cuando un tipo trataba de quitarle los tenis a mi hijo”.

Juan y su mujer tienen tres hijos y viven desde hace semanas en un juego infantil de la Glorieta de la SCOP, en Narvarte, una de esas estructuras tubulares, con resbaladillas y zonas de trepada, que cuenta con techo, justo lo que ellos no tienen. Sus hijos tienen 6, 8 y 13 años. Todos van a la escuela por la tarde y por la mañana pelotean en la glorieta. Incluso los fines de semana los chavales se suman a las actividades de la manada de Boy Scout que opera en esos jardines.

Mientras los menores juegan, Juan inicia su jornada de limpiaparabrisas en el cruce de Morena y Cuauhtémoc, a unas cuadras de allí, de sol a sol, para juntar algunos pesos con los que irla pasando. “Nos desalojaron de un predio en el que teníamos una casita, de un día para otro, y no sabíamos que hacer; estuvimos pasando las noches en varios lugares, pero inseguros. Hasta que vimos éste”, dice señalando la estructura de juegos infantiles y el espacio que recién fue remozado por la alcaldía como parte de los proyectos de presupuesto participativo.

En una mañana fría...

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“Las personas mayores de aquí son buenas, a veces nos traen comida; aquí (en la Glorieta) y en donde limpio parabrisas siempre trato de tener todo limpio, ordenado, para no molestar a nadie”, señala. Mientras platica, sus hijos continúan con los disparos a una portería improvisada, en tanto los vecinos pasean perros o hacen una carrera matutina.

Este inicio de semana, Juan ha tenido un problema, una de las resbaladillas, la del tobogán, ha amanecido con orines y su familia es la principal sospechosa, se piensa que en la noche uno de los habitantes del juego ha meado desde la parte alta y los orines has ido a acumularse a la salida del tobogán. 

Juan asegura que son inocentes y dice que vecinos con perros, aún cuando ya se instaló un área especial y bardeada para pasear a las mascotas, insisten en meter a los canes al área de juegos para niños. “Ahorita voy a limpiar”, indica, “ya me había pasado que alguien vino a tirar sus bolsas de basura aquí y vino el encargado a la alcaldía a decirme que había sido yo; le respondí que no, que cómo iba yo a tirar basura si lo que quiero es estar bien, aquí, porque otros lados donde hemos estado están muy peligrosos, no hay seguridad para mis hijos”.

Agrega que los policías de Blindar BJ, la policía local, ya lo conocen, “ya hemos hablado de que no doy problemas y que si estoy aquí es porque perdí mi casa y no tenemos adónde ir, pero que no queremos dar problemas, que aquí podemos estar bien”, insiste el hombre.

Mientras Juan habla, su mujer mantiene la mirada baja, dice que le preocupa que los vecinos hayan tomado fotos de sus hijos a raíz del conflicto por la orina; en realidad no todos los vecinos en el lugar saben que se trata de una familia atraída por la tranquilidad de Benito Juárez, pues supusieron que las camas improvisadas con mantas y cartón había sido colocadas por migrantes y que se trataba de un grupo exclusivamente conformado por adultos.

También hubo una toma del lugar previa, de un sujeto que se drogaba en la parte alta de la estructura tubular, justo donde se refugia de la lluvia la familia de Juan, y que rayoneó mensajes satánicos.

“Nosotros no estorbamos a nadie, nos salimos temprano y cuando hay personas o niños jugando nos salimos y, aunque sea tarde, no entramos hasta que se fueron todos”, asegura Juan, “cómo voy a querer problemas si mis hijos van a estar más seguros aquí que en otro lado”.

En este inicio de semana, por el lío de la orina, Juan va tarde a su chamba de limpiaparabrisas. Hacia las 10 de la mañana, en el cruce de Cuauhtémoc y Obrero Mundial. Esa mañana va acompañado a la faena de su esposa, como es habitual, pero el mayor de sus hijos se ha sumado también. Sus dos hijos más pequeños quedan en las calles de la Alcaldía Benito Juárez, más seguros que en otros lados, a la espera de que se dé la hora de entrar a clases.