Metrópoli

La Línea 5 del Metro, la ruta acuática imposible de "embarcar" en época de lluvia

Las escaleras y pasillos se convierten en albercas con distintos niveles de profundidad, pues el drenaje colapsado de la zona es incapaz de atender las inundaciones anuales

TRANSPORTE

La Línea 5 del Metro, la ruta acuática imposible de

Columnas fracturadas por el salitre y suelo resbaloso.

Jorge Aguilar

Fugas de agua del drenaje combinada con lluvia, calzado embolsado y un juego de destreza y habilidad en el que los usuarios tienen que esquivar las cascadas que nacen de los techos del Metro de la Ciudad de México, es una situación que todos los días, 837 millones de personas tienen que soportar en los andenes y accesos al sistema de transporte. En temporada de lluvias la problemática se agrava, ya que adultos mayores y personas discapacitadas son obligadas a transitar en un mar artificial, el cual es visto y presenciado por el grueso de la población, pero no por los gobernantes y aspirantes a cargos de elección popular.

Al iniciar el recorrido en la estación Pantitlán de la Línea cinco, los usuarios pueden vivir y transportarse a la extinta cultura azteca, pobladores que le otorgaron a ese sitio, ubicado al oriente de la Ciudad de México, su nombre en náhuatl que significa "entre banderas", esa denominación servía para advertir a las embarcaciones que podían hundirse en el colosal sumidero. Actualmente y después de cientos de años, la experiencia de sumergirse puede vivirse, ya que haciendo alusión a su designación, las escaleras y pasillos de la estación se convierten en albercas olímpicas con distintos niveles de profundidad, pues el drenaje colapsado de la zona es incapaz de atender las inundaciones anuales.

Los obstáculos de Pantitlán, los cuales, por sus grandes grietas en el suelo, sus pisos inclinados y las resbalosas zanjas se asemejan y sobreponen a los juegos de cualquier reality show popular; de mayo a septiembre, esas obstrucciones tienen que ser superadas por los "participantes" quienes son parte de este "concurso" de supervivencia inclusivo, cuyas inundaciones tienen que ser vencidas por personas en silla de ruedas, débiles visuales y embarazadas.

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Los ciudadanos que llegan de los municipios de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl e ingresan por el acceso I de la estación, son obligados a correr por un túnel desnivelado, adornado con una escenografía que supera al túnel de la ciencia de La Raza o a las caricaturas de Zapata, pues las manchas de humedad, las columnas fracturadas por el salitre y el suelo resbaloso en el que varios caen, crea un ambiente alarmante.

Quienes caminan por ese sitio, argumentan que deben de cargar dos pares de zapatos, uno para el trabajo o la escuela y otro para echarlos a perder en el agua sucia. Sumado al cambio de vestuario para trasladarse en el Metro, la inquietante apariencia del pasillo de correspondencia altera a todo el que se atreve a pasear por el acceso.

"Es muy complicado pasar por este campo minado, a los del Estado de México nos va peor porque es el peor pasillo del andén; el agua sucia está todo el año, pero estos días que ha llovido el nivel sube más, el olor es horrible y cada que alguien pasa te salpica la ropa de la porquería estancada. Nos da mucho miedo ver el techo y las paredes así, llenas de humedad y con temor a que se pueda caer, no es la primera vez que el salitre y el agua tiran paredes de alguna construcción. Los que entramos por el Mexibús sabemos que hay que traer varios cambios de zapatos, los más viejos que tengas son para caminar por aquí, porque después de las siete de la noche seguramente se van a mojar. También te puedes embolsar los pies, aunque es más difícil caminar así", expresó un viajero.

Pasillo de correspondencia Pantitlán - Mexibús.

Pasillo de correspondencia Pantitlán - Mexibús.

Jorge Aguilar

Para los pasajeros que poseen alguna discapacidad es más peligroso transitar por las rotas escalinatas, pues tienen que cuidar que sus muletas o llantas de las sillas de ruedas no se deslicen por el chueco andén. Sumado a vigilar sus aparatos para que no se dañen, éstos usuarios tienen que protegerse de las cascadas que sorpresivamente emergen de los techo, pues los choferes de los próximos transportes que abordarán, como combis y camiones no permiten que accedan empapados a las unidades.

Las marcas amarillas de los techos ayudan a que los pasajeros esquiven los intermitentes saltos de agua, aunque esto dificulte los accesos y el flujo de usuarios. A su vez, el viaje se vuelve más difícil, debido a que el acelerado hundimiento de la estación modificó el terreno a una superficie amorfa, con caminos que podrían ser letales al mojarse.

Marcas de las cascadas que inundan la estación.

Marcas de las cascadas que inundan la estación.

Jorge Aguilar

"Después del Metro tomamos la combi que va para La Perla, tengo mucha dificultad para caminar y mis muletas se atoran entre las aberturas de los escalones, cuando esto se inunda y el nivel sube no ves el piso, todos van rápido y por la inercia quieres avanzar, pero la muleta está atorada y me he caído, el agua se te mete a boca, es agua del drenaje porque no pueden desazolvar ¿Quién paga? Nosotros; es inhumano que nuestro transporte esté así de decadente, las autoridades del metro no han escuchado cómo crujen estas paredes que cada día se enchuecan más", narró un ciudadano.

Escaleras rotas que al inundarse provocan accidentes.

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Continuando el viaje se llega a la estación Oceanía, la cual es de alta afluencia por hacer correspondencia con la Línea B, misma que transporta a habitantes de los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec. Para los que deciden cambiarse de ruta en temporada de lluvias, deben de tener mucho cuidado al descender del tren, porque los hundimientos del andén volvieron a esta estación un suelo irregular complicado de transitar, situación que hace que el convoy no se detenga completamente, el Metro continúa avanzado a una velocidad mínima, pero no para su marcha; al estar mojadas las vías, la máquina sobrepasa los límites de la estación, por lo que el conductor tiene que hacer marcha atrás para que las puertas abran en el lugar correcto.

En Oceanía las goteras y cascadas no terminan, pero en esta estación es más complejo esquivarlas porque el estrecho pasillo de correspondencia no permite que los pasajeros salten los obstáculos del "juego" de supervivencia. 

Adoquines para acceder a la estación Oceanía.

Adoquines para acceder a la estación Oceanía.

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Siguiendo la ruta hacia Politécnico, en las estaciones superficiales Aragón, Eduardo Molina, Valle Gómez, Misterios, La Raza, Consulado e Instituto del Petróleo el escenario acuático no cambia. Las entradas y salidas de éstas paradas son similares a las de Pantitlán, pues las escaleras tienen corrientes de agua sucia, combinada con lluvia y residuos del drenaje. Ésta insalubridad intensifica el mal olor y el riesgo de resbalarse, además, la intención de las autoridades encargadas del Metro por llevar un parque acuático e inundar las instalaciones entorpece el paso por los escalones, los cuales, en temporada de lluvia desaparecen y son sustituidos por adoquines, rampas improvisadas y cartones.

Cuando un pasajero cuestiona a otro por la propuesta de Delfina Gómez, candidata a la gubernatura del Estado de México quien prometió que en caso de ganar ampliará la Línea cinco hasta el municipio de Tlalnepantla de Baz, creando seis nuevas estaciones, mismas que serían nombradas Fábricas, Progreso Nacional, Santa Rosa, Tenayuca, PIPSA y Tlalnepantla; los transeúntes ríen al escuchar el tentativo ofrecimiento, pues consideran absurdo que los aspirantes a cargos de elección popular intenten construir nuevas obras de movilidad antes de reparar las que pasan por el territorio mexiquense, las cuales ofrecen un servicio deficiente. 

"Me da risa escuchar sus propuestas que son solamente para quedar bien, los candidatos anteriores prometieron miles de ampliaciones, supuestamente la Línea 4 iría de Ecatepec a Acoxpa y la A terminaría en Chalco. No lo van a hacer, mejor que arreglen las que ya están, pero no las conocen porque ni se han subido, viven en una realidad muy distinta, no se mezclan con 'la raza', nos ven con asquito, por eso creen que nos merecemos este Metro tan cochino", declaró un ciudadano.

El convoy da la vuelta en la terminal Politécnico, en el andén esperan largas filas de personas, éstas se aglomeran rápidamente y acceden al tren en el que vivirán inundaciones, cascadas, resbalones, malos olores y terminarán su viaje en Pantitlán, laguna emergente entre banderas que se desmorona por la permanente desatención que sufre.

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