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Recuerdos de un reo: Chiconautla es locura, violencia y enfermedad

Carlos ha pasado parte de su vida encerrado, siempre acusado de robo, y tiene fresco en la memoria su paso por el penal de Ecatepec, mejor conocido como Chiconautla: la llegada del Covid trajo restricciones a las visitas y esto hizo más difícil conseguir drogas. La presión aumentó hasta que finalmente reventó, la locura se había apoderado del penal

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Penal de Ecatepec

Penal de Ecatepec

Carlos ha vivido en tres centros penitenciarios, pero recuerda el de Chiconautla, Estado de México, como el más peligroso; ese centro tiene sobrepoblación de 224 por ciento, es decir viven 5 mil 755 reos en un espacio que está pensado para mil 733, según confirma el cuaderno mensual de información estadística penitenciaria nacional.

Carlos residió diez meses dentro del Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Ecatepec, y en 2020, gracias a la ley para primodelincuentes, salió con un brazalete GPS con el que debió permanecer un año, sin salir de su hogar, en arresto domiciliario. Posteriormente, con la ley de Amnistía, recuperó su libertad y su documentación de antecedentes no penales en 2022; hoy comparte con este diario como vivió la pandemia en reclusión en Chiconautla: “Es el peor de todos, he estado en tres prisiones en mi vida, pero lo más vil es ése”.

La vida al interior empeoró notoriamente desde que la pandemia llegó, los reclusos se vieron afectados no sólo en la salud, sino por las restricciones a las visitas, retraso de audiencias judiciales hasta desencadenar violencia, muchas veces motivadas por quienes padecían síndrome de abstinencia de drogas.

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El personal médico no contaba con los medicamentos suficientes para todos los reclusos, tampoco los familiares podían facilitar los medicamentos debido a la restricción de visitas y el personal de salud del penal no prestaba atención a los casos Covid, solo a los reclusos que llegaban heridos de armas punzocortantes.

Carlos explica que las celdas están chimuelas, es decir, que cortan los barrotes que afilan para picarse entre pandillas. “Lo que sea enfermedad no le hacen caso, diario sin excepción hay gente picada y atienden a ellos, hay gente convulsionándose y sólo los patean, sólo atienden a los que se están desangrando no importa que te estés quedando sin oxigenación, los de covid solo tuvieron agonías largas”.

El ex recluso de 45 años explica que en Chiconautla, “en cada celda meten 10 a 15 reos, pero si necesidad, entonces meten de 40 o 50 reos y en el módulo que es para 500 personas, hay mil 500 personas; hay infecciones, hay enfermedades, hay violencia… hay locura”.

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Las personas privadas de su libertad exigían de formas violentas recuperar sus horarios de visitas porque además de reencontrarse con sus familiares, muchos de éstos aprovechaban para dejarles drogas.

En ese penal mandan los reclusos, empezaron a matar custodios y unos reos le dijeron al director: si no deja que venga mi familia y que me traigan mi droga, vas a tener otro custodio muerto”, comparte Carlos, quien agrega que después de tal amenaza, se metieron algunos kilos de marihuana para que los adictos estuvieran tranquilos.

Por otra parte, los juicios, audiencias y todos los procesos administrativos fueron retrasados debido a la falta de personal, lo que detonó la desesperación en los presos.

“Los trabajadores sociales, jueces y muchos dejaron de trabajar, eso retrasaba las audiencias, no había medidas, jamás sanitizaron, luego restringieron las visitas y por eso se vivió una crisis muy fea porque creció la violencia”, explicó Carlos

"Dan comida podrida" a reclusos

Otra de las problemáticas del penal fue la alimentación, pues sus comidas dependían de las donaciones y sobras de la Central de Abastos, pero debido a la pandemia, se vieron escasos en este sentido.

“Nuestros familiares no podían dejarnos comida decente, la comida aquí nunca ha sido un lujo, pero solo nos daban sobras y comida podrida, eso causó que un buen nos enfermáramos muy fuerte del estómago”.

Tales restricciones y factores han tenido impacto para las personas privadas de su libertad pues dependen en gran medida de los recursos que les proporcionen sus familiares y por parte del penal, no hay medidas de sanidad para atender o prevenir los contagios; “Había muertes diario por contagios, había agonías largas”, asevera el ex convicto, “te digo, había locura”.