
Una verdadera representación proporcional en el Congreso de la Ciudad de México y la segunda vuelta para nombrar al jefe de Gobierno y a los alcaldes son buenas fórmulas para mantener vivo el pluralismo político en la capital del país, consideró José Woldenberg, profesor de la UNAM y ex consejero presidente del extinto Instituto Federal Electoral (IFE).
Al participar en la Edición 41 de la Revista Configuraciones, que lleva por título “Aportaciones al Debate Constituyente de la Ciudad de México”, el académico explica que con la representación proporcional cada partido tendría tantos legisladores como porcentaje de votos obtenidos, y con la segunda vuelta nadie ocuparía la Jefatura de Gobierno y las alcaldías sin haber pasado por una decisión que no solo mida afectos, sino también rechazos.
Explicó que es conveniente que 33 diputados sean electos por el principio de mayoría relativa y 33 por el de representación proporcional, y que estos espacios se distribuyan de tal modo que sirvieran para ajustar el porcentaje de votos obtenidos de cada partido al porcentaje de curules.
Esto permitiría, comenta en la revista, que si un partido obtiene el 20 por ciento de la votación, tenga 20 por ciento de diputados y así sucesivamente.
“Es decir, se puede alcanzar lo que ha sido una añeja reivindicación de la izquierda: que los votos se traduzcan fielmente en asientos en la Cámara. Ni subrepresentación ni sobrerrepresentación. Se sentaría, además, un precedente que eventualmente podría extenderse a otras entidades de la República”, escribió José Woldenberg.
Sobre la segunda vuelta electoral refirió que si bien no es una varita mágica que resuelve todos los problemas, ayudaría a legitimar los puestos de elección popular.
Y es que —dijo— debido a la fragmentación de los partidos políticos y la presencia de candidatos independientes, no resulta descabellado pensar en elecciones cerradas entre tres o cuatro candidatos, en el que uno ganaría por un porcentaje precario de votos.
“Si ello fuera así valdría introducir la segunda vuelta electoral para los cargos ejecutivos: jefe de Gobierno y alcaldes. Ahora bien, se podrán introducir algunas salvedades. Por ejemplo, si un candidato obtiene el 40 por ciento o más de los votos, la diferencia entre el primero y el segundo lugar es, sería mayor al 10 por ciento, no sería necesaria una segunda vuelta”, comentó en su participación en la Revista Configuraciones.
Insistió que una segunda vuelta garantizaría que ningún candidato con más repudio que apegos estuviera al mando de la jefatura de Gobierno y las alcaldías.
Para finalizar, refiere que se trata de conjugar de la mejor manera posible el máximo de representación proporcional de cada partido con fórmulas para facilitar la gobernabilidad con estos gobiernos de coalición que ya vienen estipulados en el artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
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