Metrópoli

La Unión Tepito mantiene sus redes en Condesa, Polanco, Juárez, Narvarte...

En las zonas de mayor comercio y turismo, el grupo criminal cobra hasta a los empleados de estacionamientos; las cifras son millonarias

Policía en la Ciudad de México
La Unión de Tepito opera aún con presencia policíaca La Unión de Tepito opera aún con presencia policíaca (Mariano Chavarría)

La Unión de Tepito controla zonas de bajos recursos, capacita a sus jóvenes y los manda a colonias de nivel medio – alto para extorsionar, cobrar derecho de piso, robar y vender droga; ésta última resulta la forma más eficaz de conseguir dinero fácil.

Al inicio sólo tenían la maquinaria juvenil en el Barrio Bravo en la colonia Morelos, sus puntos de operación era las calles de Jesús Carranza, Tenochtitlán y Aztecas; poco tiempo después invadieron Lagunilla, Peralvillo, Doctores, Obrera, Buenos Aires, Santa María la Ribera, San Simón Tolnáhuac y Felipe Pescador; ahí se fábrica, empaca y despacha la droga que se surte a lo largo y ancho de la capital.

Las zonas de venta y cobro de derecho de piso son: Condesa, Roma, Polanco, San Rafael, Tabacalera, Juárez, Narvarte, Del Valle, Lomas de Chapultepec, San Miguel Chapultepec, San Ángel y Bosques de las Lomas; esta última tiene un punto de operación de venta en Plaza Lilas.

Incluso ha llegado a alcaldías como Tláhuac, Xochimilco, Iztapalapa y Magdalena Contreras y zonas del Estado de México que colindan con la capital del país, las mismas que eran lideradas por la banda de Felipe de Jesús Pérez Luna mejor conocido como “El Ojos”.

El fin, según Erick Baltierra, un integrante de la banda, era conseguir hombres de entre 15 y 18 años que estuvieran dispuestos a todo con tal de ganar dinero fácil.

Él era cabecilla de un grupo de jóvenes encargados del cobro de piso en la Hipódromo Condesa. Cada bar tiene que pagar entre 15 y 30 mil pesos; dependiendo de la afluencia de clientes.

Incluso, los comerciantes ambulantes deben dar “moche” si es que no quieren ser levantados por los de la U, como ellos se presentan.

Erick abandonó la célula delictiva tras la detención de Oscar Andrés Flores, mejor conocido como “El Lunares”; el joven de 25 años contó que tras la detención del líder del cártel muchos decidieron bajarse del barco, pues asegura que su jefe a pesar de dedicarse a la producción y venta de droga era buena persona con ellos.

Crónica realizó un recorrido por la Condesa, Hipódromo Condesa e Hipódromo, donde algunos locatarios confirmaron que integrantes del cártel citadino llegan los viernes y sábados para pasar por el cobro por derecho de piso.

Juan Bermúdez, dueño de un bar que abrió sus puertas hace más de 15 años en la Condesa, contó a esta casa editorial que la situación empeoró hace 3 años con la llegada de Néstor Núñez a la alcaldía.

“Este tipo no hizo nada, les dio carta abierta. Al menos Monreal tenía controlado, pero el Lunares arrasó con todo”, dijo el hombre; su cuota es de 4 mil pesos a la semana, un día pasa un hombre y la siguiente semana otro, nunca es el mismo pero todos van con la misma consigna: “si no pagas te damos piso”.

Julián trabaja desde hace 5 años en un estacionamiento en avenida Tamaulipas, en la Hipódromo; desde hace 2 debe pagar su permiso para laborar ahí.

“La Unión nos cobra a todos, si trabajas, si eres dueño, si respiras, si parpadeas. Todo se les tiene que pagar, al menos nosotros damos nuestras cuotas y nada más, pero quienes vienen no se libran de que algo les pase. Aquí se ven muchas cosas”, dijo el hombre; su asignación económica para poder trabajar ahí es de 15 pesos diarios, 105 a la semana.

Esa misma cantidad se le cobra a todos los que laboran ahí, de ese establecimiento la Unión obtiene mil 50 pesos a la semana, sin contemplar lo que el dueño debe pagar por abrir su negocio.

Y los ambulantes no están exentos; Doña Filomena vende dulces en una esquina de Alfonso Reyes, tiene ahí cerca de 25 años y jamás, dice, le había tocado una situación igual.

“Uno piensa que las cosas malas vienen acompañadas de la noche, pero no. Aquí pasa un muchachito a las 12 del día, es la hora en la que el sol está más alto. Son amables pero certeros con sus palabras, no hay posibilidad de negociar, yo tengo que tener listos mis 250 pesos, aunque mi venta sólo de para eso”, contó la mujer a esta casa editorial.

Otros locatarios coinciden, las cuotas son a voluntad de quien las cobra, un día puede cambiar la cantidad “sólo por qué se me dio la gana”. No hay palabra que baste, señalan, para convencerlos de lo contrario.

Fernando vive en el Circuito Amsterdam y desde hace un mes que comenzó el operativo implementado por la alcaldía dice que se siente más seguro.

“Pasan en una camioneta y nos dan información, da un poco de tranquilidad. Mis roomies y yo tenemos bien identificados a los que tienen su punto aquí en la esquina, no les hablamos pero sí saludamos, no queremos tener miedo”, el joven señaló la esquina donde dos jóvenes se dan cita por la noche (de jueves a domingo) y venden lo que el supone es droga.

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