Metrópoli

Tlalnepantla, ya ni las coladeras respetan

Las alcantarillas se quedan expuestas, sin tapa, en una vialidad principal; los ladrones quieren el metal para venderlo, en recicladoras o hasta en los carritos del fierro viejo

Robo de tapas en coladeras de Tlalnepantla.

Robo de tapas en coladeras de Tlalnepantla.

Lizeth Diana Hernández

En una de las avenidas principales de Tlalnepantla, en San Pablo Xalpa, los amantes de lo ajeno están llevándose las tapas metálicas de las coladeras para venderlas por kilos en las recicladoras.

Habitantes de la zona mencionan que no es la primera vez que roban las tapas de esta avenida. Uno de ellos, molesto, explica que aparte del hurto, es un riesgo para autos, personas mayores de edad y los niños.

Para transitar, los peatones muchas veces optan por caminar por el arroyo vehicular en lugar de hacerlo por la banqueta, pues los choferes de los tráilers de las fabricas aledañas estacionan allí sus unidades y tienen fama de acosar mujeres o bien puede encontrárseles orinando por allí.

Así, el robo de las tapas de las coladeras completa un panorama desfavorable para los vecinos:

 "Aquí se llevaban las llantas de autos y bicicletas, los focos de la unidad habitacional y ahora hasta las coladeras; es algo increíble, crean una problemática para todos, en especial en los pequeños o personas que usan bicicleta", señala el vecino José Monsivais.  

"Las coladeras que se están robando, sin lugar a duda van a parar como fierro viejo a las recicladoras en donde están pagando en tres pesos el kilo", menciona.

El problema pasa a convertirse en un riesgo para las personas mayores de edad y en niños que lleguen a caerse por algún descuido.

El problema pasa a convertirse en un riesgo para las personas mayores de edad y en niños que lleguen a caerse por algún descuido.

Lizeth Diana Hernández

El material con que se fabrican las tapas de coladeras es valioso para los delincuentes pues, de acuerdo con datos que dio a conocer la diputada Jannette Elizabeth Guerrero de la vecina Ciudad de México, “una rejilla de piso cuesta 11 mil pesos, un pozo de visita poco más de 9 mil pesos y una coladera pluvial 4 mil pesos".

Incluso, un vecino menciona que una de estas rejillas robadas terminó en uno de los carritos del fierro viejo que transitan por la avenida y que, al preguntar al fierrero, este indicó que había pagado 500 pesos por ella.