El arzobispo Laurent Ulrich marcó el renacimiento de Notre-Dame golpeando tres veces las puertas de la catedral con una cruz de madera recuperada de las ruinas del incendio de 2019. La respuesta vino desde el interior, con los coros entonando el Salmo 121: “A las montañas levanto mis ojos; ¿De dónde vendrá mi socorro?”.
Vestido con una capa multicolor que representa diferentes significados litúrgicos, Ulrich condujo una procesión hasta el interior del templo, donde bendijo el agua y marcó el comienzo de una nueva etapa para el emblemático edificio.
Las campanas de Notre-Dame sonaron con fuerza al inicio de la ceremonia, acompañadas de las plegarias y cánticos que subrayaron el retorno de la catedral como un símbolo de fe y resiliencia tras el devastador incendio que casi la destruye en 2019.
Se celebra la ceremonia de reapertura de la Catedral de Notre-Dame en París, tras los trabajos de restauración luego del incendio de abril de 2019.https://t.co/G2mFt7CAcq
— La Crónica de Hoy (@LaCronicaDeHoy) December 7, 2024
La diplomacia marca la reapertura
El evento no fue solo una celebración religiosa, sino un escaparate político de alto nivel. Emmanuel Macron y su esposa Brigitte retrasaron su llegada tras recibir en el Elíseo al presidente electo de EU, Donald Trump, y al líder ucraniano Volodímir Zelenski.
Este encuentro, el primero entre Trump y Zelenski desde la victoria del republicano en las elecciones, subrayó el interés internacional en el incierto apoyo de Washington a Ucrania.
Zelenski fue recibido con aplausos al ingresar a la nave restaurada, un gesto de solidaridad en medio del conflicto con Rusia. Mientras tanto, otras figuras destacadas como Elon Musk, el príncipe Guillermo de Gales y los reyes de Bélgica, Felipe y Matilda, también asistieron, añadiendo un aire de exclusividad a la ceremonia.
Símbolo de Francia
Emmanuel Macron pronunció un discurso en la explanada de la catedral, destacando la restauración de Notre-Dame como un símbolo de la capacidad de superación de Francia. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el arzobispo Ulrich acompañaron al presidente en este momento cargado de significado político y cultural.
El arzobispo retomó la ceremonia con el ritual del “despertar” del órgano monumental de la catedral, una etapa esencial en el regreso completo de Notre-Dame a su esplendor anterior. Este gesto simbolizó la renovación no solo de un edificio, sino de un espíritu que trasciende fronteras.
Notre-Dame no solo es un ícono arquitectónico de París, sino también un símbolo cultural y espiritual de Europa. Su reapertura, tras cuatro años de trabajo de restauración, fue mucho más que un evento religioso; se convirtió en un foro global donde la política, la cultura y la espiritualidad se entrelazaron en una jornada histórica.